Portada y créditos
Imagen de portada: Sora, 2 mayo 2025
© Miguel Moreno 2025
2ª edición ampliada: mayo 2025, v.2
1ª versión: diciembre 2022
Cómo citar
Moreno Muñoz, Miguel (2025 v.2). La tribu desinformada. Sobre el valor del conocimiento para la cooperación social. Zenodo.org. https://doi.org/10.5281/zenodo.15484149
Introducción
La devaluación del conocimiento es un fenómeno bien constatado en las sociedades complejas. Su efecto distorsionador en el debate público mina todos los esfuerzos por alinear las acciones de individuos, empresas e instituciones con el interés general. A largo plazo, consolida diferencias insalvables entre unas comunidades capaces de gestionar sus conflictos y desafíos con instrumentos eficazmente anclados en la realidad y otras cuyos esquemas de liderazgo y participación política acusan los sesgos de ideologías, intereses y grupos de presión, sin el contrapeso de instituciones responsables de gestionar conocimiento experto con independencia y profesionalidad.
Pese a los avances que internet ha hecho posible con respecto a la era de la imprenta, facilitando el acceso al conocimiento y la cultura a millones de personas, los canales y fuentes de información fiable no parecen tener el efecto esperado en los procesos de toma de decisiones sobre asuntos de interés general. En la empresa informativa han adquirido un poder enorme actores sin escrúpulos, asesores políticos y grupos de presión que alimentan el conflicto social y las guerras culturales con estrategias de ofuscación del conocimiento especializado. Propagan rumores y seudoteorías sobre temas que constituyen los desafíos de nuestro tiempo, para los cuales los tiempos de reacción, el dimensionado de los recursos y la calidad del debate público resultan cruciales.
Baste recordar el efecto que han tenido las estrategias de desinformación sobre la utilidad de las vacunas o de las medidas de restricción de la movilidad y aforos para contener la epidemia de COVID-19, para hacernos una idea de cómo ciertos mensajes y actores pueden contribuir a generar dinámicas de irracionalidad colectiva, con un alto coste en vidas humanas y daños económicos. En contextos de crisis importa la calidad, celeridad y eficiencia de los cauces por los que llega al gran público la información fiable que contribuye a incentivar reacciones individuales compatibles con el interés general.
En las sociedades desarrolladas coexisten percepciones muy diversas acerca del valor y utilidad del conocimiento. En mayor medida cuanto más alejado parece de aplicaciones susceptibles de explotación comercial. No debería darse por sentado que estas diferencias son más acusadas entre individuos o ciertos gremios de lo que puede observarse entre instituciones. Pese a la retórica y propaganda en sus canales de difusión, ministerios, consejerías, fundaciones, editoriales y otras instancias responsables de promover la cultura y financiar la investigación no muestran criterios rigurosos equiparables —y consistentes en el tiempo— acerca del valor y utilidad del conocimiento en sus diferentes manifestaciones. Menos aún en el valor de la cooperación interdisciplinar a escala global para su desarrollo y consolidación, o en la necesidad de fortalecer redes de divulgación y alfabetización colectiva con el reconocimiento profesional y la financiación que esta actividad merece.
Si se descubre un nicho de mercado con perspectivas de rentabilidad, es muy posible que incluso instituciones respetables oferten programas formativos carentes de base científica (másteres de homeopatía, por ejemplo) y actores con menos escrúpulos estén dispuestos a poner a la venta productos fraudulentos (preparados homeopáticos o soluciones milagrosas para el cáncer) y seudo-tecnologías (falsos detectores de explosivos, terapia psicoanalítica, mindfulness, reiki, sesiones de reorientación sexual o pulseras magnéticas para la artritis, entre muchos timos).
El impacto en la cultura popular que tienen los elementos mencionados no debe menospreciarse. Las redes sociales y otros muchos servicios de las plataformas digitales amplifican opiniones infundadas y puntos de vista delirantes con igual o mayor eficacia que los planteamientos reflexivos y las ideas basadas en conocimiento fiable. En este contexto cultural y tecnológico surgen nuevas oportunidades para el desarrollo del pensamiento crítico que justifican una revisión actualizada de los criterios de racionalidad.
Apenas han variado en el último siglo las reacciones colectivas ante situaciones críticas en materia de salud pública. Tampoco la ofuscación mediática acerca de las medidas necesarias para prevenir catástrofes ambientales, climáticas o por exposición a fenómenos naturales en zonas de actividad sísmica o vulcanológica. Dotarse de criterios para reconocer patrones típicos de una gestión socialmente inadecuada del riesgo es un objetivo ambicioso, al que espero contribuya la lectura de estos capítulos.
Este trabajo no responde a la presión académica por publicar periódicamente sobre ciertos temas, se tenga o no algo novedoso que decir. Surge de la dificultad para integrar en un mismo soporte tres tipos de contenidos: 1) artículos y textos necesarios para adquirir perspectiva crítica sobre problemas actuales de interés en epistemología; 2) elementos extraídos de la discusión en clase con estudiantes de asignaturas de grado y máster en filosofía, biotecnología y otras titulaciones de la Universidad de Granada; 3) una selección de casos de estudio relevantes para contribuir al debate interdisciplinar sobre la utilidad y el valor del conocimiento con criterios básicos de rigor y equilibrio informativo.
Las estrategias de desinformación, el negacionismo científico y la difusión de bulos o teorías de la conspiración han adquirido la dimensión propia de una industria cultural, capaz de competir en eficacia y financiación con actores más respetables del ámbito académico y del periodismo profesional. Pero difícilmente se podía imaginar un escenario de hostigamiento a universidades, científicos, profesores y estudiantes en los campus y centros de investigación estadounidenses como el producido a lo largo de 2025. Episodios similares de acoso personal contra Ben Santer y otros expertos del clima mencionados en este trabajo parecían cosa del pasado. Ponen de manifiesto que las condiciones para el libre ejercicio de la libertad de expresión y de investigación no están dadas, sino que requieren una defensa continua como parte del núcleo de valores democráticos.
Resulta paradójico advertir hoy contra el negacionismo del Holocausto y la recuperación de ideología y símbolos típicos del fascismo cultural, en un contexto donde el gobierno de Israel en manos de extremistas y fanáticos religiosos es responsable de una secuencia interminable de actos genocidas contra el pueblo palestino con decenas de miles de víctimas, incluyendo el recurso al hambre y a los bombardeos indiscriminados contra hospitales, escuelas y edificios civiles. El fracaso de la comunidad internacional para impedir tales atrocidades y perseguir a los culpables de crímenes de guerra en Ucrania, Oriente Medio, República Democrática del Congo, Yemen o Afganistán solo refuerzan el valor del conocimiento como herramienta indispensable para la resolución pacífica de conflictos. Pero también como fuente de evidencia para establecer los hechos, identificar a las víctimas y procesar a los reponsables.
El vínculo entre negacionismo científico, escepticismo climático, nacionalismo identitario y movimientos de extrema derecha en ascenso constituye un motivo fundado de preocupación, antesala del fracaso colectivo en aspectos básicos de la cooperación social ante problemas acuciantes de alcance mundial.
Miguel Moreno Muñoz
Granada, mayo de 2025
I. LA IGNORANCIA Y SUS HERRAMIENTAS
Hay que pensar en la producción consciente, inconsciente y estructural de la ignorancia,
en sus diversas causas y conformaciones, ya sea provocada por la negligencia,
el olvido, la miopía, la extinción, el secreto o la supresión.
Robert Proctor
1. Ignorancia e incertidumbre
La ignorancia y los dispositivos culturales que la producen han sido objeto de estudio en trabajos como Agnotology, de Robert Proctor y Londa Schiebinger (2008).1 Merece la pena tener en cuenta la caracterización del fenómeno que Proctor realiza en su contribución (págs. 2-17), y las repercusiones que enfatiza. En particular, el deterioro de los sistemas de búsqueda colectiva de la verdad, en sus múltiples formas, cuando se diseminan prácticas que disocian las opiniones de los hechos y se desacreditan los intentos de buscar la verdad, identificar prejuicios, evaluar los hechos o compartir el conocimiento.
Las sociedades desconectadas de los hechos generan reductos y mecanismos de posverdad para vivir ajenas a los inconvenientes de la realidad; pero se arriesgan a retroceder cultural y políticamente hasta el colapso, pues las consecuencias llegan sin tiempo para más ensayos ni rectificaciones.2
Los detalles de esta dinámica quizá se capten mejor siguiendo el enfoque de David Magnus (Agnotology, págs. 250-266), quien relaciona el problema de la ignorancia con la duda y el principio de precaución en contextos de gestión de riesgos. Los inconvenientes de la ignorancia resultan obvios si consideramos el pánico del individuo común a incrementar la incertidumbre en sus decisiones cotidianas. En el ámbito de la actividad económica, la irrupción de factores de incertidumbre puede ocasionar episodios disruptivos en las bolsas de todo el mundo. En particular, cuando los factores tradicionales de riesgo se combinan con eventos poco probables y nuevas variables en escenarios de alta complejidad, que suponen un desafío para los esquemas convencionales de análisis y gestión del riesgo.
Aunque niveles moderados de incertidumbre no sean percibidos como peligrosos e incompatibles con expectativas razonables de éxito en multitud de empresas, lo cierto es que la ignorancia en los procesos de toma de decisiones tiene un alto coste para individuos y organizaciones que operan con bajos niveles de conocimiento especializado o aplican modelos deficientes de estimación de riesgos.
La limitación de los instrumentos de medición constituye la principal fuente de incertidumbre. En su acepción más básica, incertidumbre significa duda, entendida como la imposibilidad de conocer con exactitud el resultado del proceso —matemático— de medición en el contexto relevante de competencia profesional, análisis crítico, honradez intelectual e integridad de quienes contribuyen a la medición.
En contextos de actividad profesional, la incertidumbre se define como el “parámetro asociado al resultado de una medida, que caracteriza la dispersión de los valores que razonablemente pueden ser atribuidos al mensurando”.3
Más que un resultado derivado del instrumento o sistema de medida utilizado —solucionable mediante un proceso de calibración—, la incertidumbre se origina por una combinación de elementos ligados a contextos específicos, entre los que cabe destacar la resolución de los instrumentos de medida, la insuficiencia de la muestra utilizada, una caracterización imperfecta del elemento a medir y el efecto de las condiciones ambientales sobre la medición. El sesgo resultante puede agravarse por falta de cautela en la lectura de instrumentos analógicos, las suposiciones habituales en el método de medición y la inexactitud derivada del algoritmo de tratamiento de datos aplicado por el operador. Por esta razón son importantes los procedimientos de evaluación de las incertidumbres de medición, considerando el espacio muestral (es decir, el conjunto de todos los resultados posibles de un experimento aleatorio).
En ingeniería, teoría de la información y meteorología, por ejemplo, la incertidumbre resultante de una falta de conocimiento de los hechos o procesos que se pretende controlar admite ciclos de reducción —hasta su práctica eliminación— con más análisis y herramientas sofisticadas de experimentación y verificación. Pero en dominios como la economía pueden darse situaciones donde la incertidumbre tiene probabilidades desconocidas y resulta imposible calcular el riesgo. A esto se denomina incertidumbre de Knight. Entendida como falta de conocimiento cuantificable sobre un suceso posible, equivale a un grado fundamental de ignorancia que limita toda posibilidad de conocimiento e introduce una imprevisibilidad esencial de los acontecimientos futuros:
“La incertidumbre debe tomarse en un sentido radicalmente distinto de la noción familiar de Riesgo, de la que nunca se ha separado adecuadamente…. El hecho esencial es que el”riesgo” significa en algunos casos una cantidad susceptible de ser medida, mientras que en otras ocasiones es algo que no tiene este carácter; y hay diferencias cruciales y de gran alcance en las orientaciones de los fenómenos dependiendo de cuál de los dos está realmente presente y operando…. Se verá que una incertidumbre medible, o “riesgo” propiamente dicho, como usaremos el término, es tan diferente de una no medible que no es en efecto una incertidumbre en absoluto”.4
La subestimación de riesgo por ignorancia de la complejidad de ciertos procesos dificulta la planificación de acciones individuales y colectivas. Cuando los recursos lo permiten, puede resultar útil involucrar servicios específicos de consultoría y asesoramiento; o poner en práctica modelos más sofisticados y exigentes de cálculo de probabilidades. Pero la complejidad de los procesos en la vida social y el elevado número de actores que intervienen en la matriz de cambios subyacente a la actividad económica pueden originar escenarios de incertidumbre knightiana, donde la confianza en las herramientas convencionales de evaluación de riesgos resulte injustificada y contamine los procesos de toma de decisiones hasta hacerlos indistinguibles de la irracionalidad.
Una combinación de eventos de baja probabilidad —en la práctica considerados irrelevantes para el resultado esperado y descartados por quienes aplican modelos sofisticados de análisis de riesgo— puede desencadenar escenarios catastróficos, imposibles de ajustar a la desviación estándar en una distribución gaussiana de frecuencia estadística. Ampliamente utilizada para modelar fenómenos naturales, sociales y psicológicos, esta herramienta opera bajo el supuesto de que es posible describir un fenómeno como efecto de unas pocas causas independientes, sin entrar en la complejidad del proceso de explicación ni en la justificación del diseño experimental asociado.
La combinación de ignorancia, azar y sesgo en los modelos empleados puede desencadenar episodios devastadores de crisis repentina y transformación social, metafóricamente descritos por el matemático y analista de riesgos Nassim Nicholas Taleb como cisnes negros. La crisis financiera de 2008, la burbuja de las puntocom en 2001 y la recesión desencadenada por la epidemia de COVID-19 son ejemplos característicos de falibilidad del conocimiento humano.5
Mientras la incertidumbre aglutina un campo de intensa actividad disciplinar y actores cualificados de múltiples sectores profesionales, la ignorancia constituye la posición por defecto de la que huyen expertos y legos. Su elevado coste a corto y largo plazo justifica con creces el esfuerzo por reducirla a incertidumbre e integrarla en una representación del mundo cognitivamente manejable en la toma de decisiones.6 Si es necesario, inventando explicaciones retrospectivas que habrían hecho predecibles los eventos atípicos de mayor impacto; o refinando modelos usualmente entrenados con datos escasos, para que incorporen la posibilidad de fluctuaciones no reflejadas en los registros históricos.7
La tendencia común a interpretar los eventos pasados de un modo más predecible de lo que realmente fueron, por la distorsión que introduce el conocimiento obtenido con posterioridad, se denomina sesgo retrospectivo. Su efecto distrae la atención de las razones que llevaron a subestimar la probabilidad de un suceso y puede generar un exceso de confianza en la capacidad para predecir eventos de naturaleza similar en el futuro, incluso con las mismas herramientas y protocolos de decisión que fracasaron en el pasado.
Este sesgo es frecuente en escritos de historiadores que describen los resultados de las batallas o revoluciones sociales; en la interpretación de los ensayos clínicos por equipos de investigación biomédica y en la atribución de responsabilidad en el sistema judicial sobre la base de una supuesta previsibilidad de los accidentes8.
La aversión común a la ignorancia es un indicador del carácter problemático inherente a los escenarios de riesgo donde las decisiones han de tomarse sin la orientación de datos, teorías y herramientas validadas de cuantificación. En función del número de personas afectadas, el resultado puede ser catastrófico. De ahí que la transición del análisis de riesgo empresarial al estudio de riesgo de catástrofe resulte bastante natural, considerando que la epistemología del riesgo estudia las limitaciones del conocimiento humano acerca del comportamiento de sistemas complejos como el clima, los ecosistemas, la economía mundial o las colonias de insectos.9
Pese a tratarse de sistemas cuyo elevado número de componentes e interacciones potenciales los hace imprevisibles en aspectos importantes, esta incertidumbre fundamental no impide que puedan hacerse afirmaciones razonablemente fiables sobre su funcionamiento, decisivas tanto para las estimaciones frecuentistas de la probabilidad de riesgo —con las herramientas adecuadas— como para las actitudes y expectativas con las que el público general percibe la gravedad de un peligro o amenaza.10
2. Duda, escepticismo y acción
Un componente ineludible del pensamiento crítico es la habilidad para proyectar la duda sobre enunciados o creencias convencionalmente aceptados como verdaderos, pero cuyas fuentes y procedimientos de validación no cabe asumir como fiables. El desasosiego que ocasiona la falta de certezas sobre asuntos importantes para la reflexión teórica o para la vida práctica estimula procesos de indagación y puesta a prueba necesarios para descartar errores frecuentes en quienes opinan sin criterio experto —finalidad negativa— y justifica programas muy costosos de investigación teórica y aplicada destinados a ampliar el dominio de conocimiento bien consolidado en todos los ámbitos disciplinares —finalidad positiva—. La combinación de una finalidad negativa y otra positiva en el ejercicio de la duda establece límites para su uso indiscriminado, puesto que proyectada sobre cualquier contenido y en el máximo grado obligaría a comenzar desde cero todo proceso de aprendizaje y no dejaría más justificación para la acción que la expectativa de acierto por azar.11
Se entiende así la importancia del escepticismo científico como práctica institucionalizada, orientada a cuestionar la veracidad de las afirmaciones no sustentadas en evidencia o pruebas empíricas y a descartar teorías o puntos de vista incompatibles con las exigencias habituales del método científico —reproducibilidad, falsabilidad, coherencia teórica, exclusión de sesgo subjetivo— en cualquiera de sus variantes relevantes.12
Menos obvio resulta el carácter productivo de las prácticas investigadoras, orientadas a ampliar el conocimiento riguroso generando nuevos enunciados teóricos y diseñando procedimientos de verificación de datos o confirmación de hipótesis. Pero gracias a ellas se dispone de nuevos protocolos de análisis y evaluación de riesgos, de estándares para la validación de tecnologías seguras y de modelos más robustos para el estudio de sistemas tan complejos como el clima. La financiación de programas y prácticas para generar nuevo conocimiento hace posible identificar nuevos dominios de problemas y nuevos factores de riesgo (además de atribuir responsabilidades a quienes corresponde ocuparse de ellos).13
La interpretación del alcance de la duda en contextos de toma de decisiones bajo incertidumbre no se limita a considerar las consecuencias de un desenlace fortuito, desastroso o contrario a las exigencias del marco regulador de ciertas prácticas y actividades. La incertidumbre en diverso grado es un componente inherente a cada curso de acción en un mundo que no responde a mecanismos de causalidad férreamente deterministas en todos sus procesos, donde cabe la elección entre cursos de acción que conllevan riesgos imprudentes y opciones compatibles con criterios básicos de racionalidad y evitación de daños o pérdidas.14
La existencia de sistemas sofisticados de apoyo en la toma de decisiones para anticipar escenarios de riesgo y adoptar estrategias coherentes de prevención y mitigación de daños muestra la capacidad de muchos actores para involucrar conocimiento experto en la planificación de actividades, pese a los componentes de incertidumbre inherentes a la dinámica de los sistemas complejos donde el riesgo de materializa (Figura 1).
Un ejercicio razonable de la duda o del criterio escéptico no puede eludir el conocimiento de base que sirve de orientación acerca del nivel riesgo aceptable en contextos de incertidumbre, como tampoco puede excluir el papel del azar y de la ignorancia —o de la información sesgada e incompleta— en la valoración de resultados y daños posibles hecha por los actores implicados. La posibilidad conocida de efectos secundarios de las vacunas en un porcentaje estadísticamente considerable de individuos no disuade a la mayoría de aceptar este riesgo bajo la suposición justificada de su utilidad preventiva y la confianza en los procedimientos de ensayos clínicos y validación de resultados. El conocimiento de una mortalidad y sufrimiento mayor en ausencia de ciertos programas de vacunación no equivale solo a conocer valores y probabilidades de resultados posibles, sino a entender cómo opera la cadena de responsabilidad que los favorece (quién expone a quién; qué secuelas deja la meningitis, el virus Zika, el tétanos o la poliomielitis a quienes sobreviven; quiénes establecen las prioridades de asignación de recursos sanitarios; qué colectivos salen beneficiados, etc.).15
Sobre este trasfondo de conocimiento fiable e incertidumbre acotada se consolida la práctica de los programas masivos de vacunación como la mejor opción para satisfacer los derechos de la mayoría —no solo de los colectivos vulnerables—, asumiendo que esta finalidad compensa el riesgo al que los individuos vacunados se exponen. El sistema social de gestión del riesgo que hace posible los programas de vacunación masiva es más justo —pese a que abre una ventana de exposición colectiva a riesgos no despreciables— porque opera de forma equitativa al servicio del mejor interés de los afectados e involucra conocimiento fiable (basado en la evidencia) en la secuencia de acciones y cooperación interinstitucional compatibles con dicho fin. Lo cual no excluye otras exigencias como informar, recabar consentimiento y, eventualmente, compensar por daños no deseados.16
La atribución de responsabilidad legal en los casos de conducta tipificada por el código pertinente involucra procedimientos y competencia profesional especializada (peritaje o práctica forense, p. ej.). La atribución de responsabilidad moral se sustenta en la consideración de los individuos como actores intencionales, bien informados y capacitados para llevar a cabo una estimación cabal de las consecuencias de sus acciones, en grado suficiente para anticipar las consecuencias indeseables y elegir el curso de acción correcto, sin exponer a los demás a riesgos injustificados. La competencia moral que atribuimos a ciertos individuos presupone una capacidad más básica para identificar cadenas de acontecimientos y resultados incompatibles con estados verosímiles de la naturaleza.
La incertidumbre sobre la probabilidad de eventos adversos en escenarios complejos de riesgo se acota a través de sistemas eficaces de alerta temprana, conectados a redes de dispositivos que proporcionan información actualizada y a la velocidad necesaria para desencadenar respuestas eficaces de protección, evacuación y reducción de impacto. La mera suspensión del juicio amparada en la duda no cuenta como respuesta satisfactoria en contextos de obligada interacción con el mundo físico y sus múltiples amenazas.
3. Ofuscación de la verdad
Los dispositivos culturales, tecnológicos e institucionales diseñados para sembrar o amplificar la duda sobre asuntos de interés público y bien estudiados han sido objeto de numerosas contribuciones en el ámbito académico.17 Coinciden en señalar cómo actores de peso en el mundo empresarial han empleado ingentes recursos en campañas sistemáticas dirigidas a ofuscar los resultados de la investigación científica y suprimir verdades incómodas sobre los riesgos de productos e ingredientes nocivos —pesticidas, tabaco, amianto, carcinógenos, etc.— para preservar su modelo de negocio. Una gigantesca fábrica de cabildeo y canales de difusión contaminados por intereses espurios ha logrado la captura de las instancias reguladoras en sus niveles decisivos, y presionado con eficacia para neutralizar la percepción de riesgo subyacente a cualquier intento de reforma del marco regulador.
El sesgo colectivo que pueden causar los grupos de presión en contextos de crisis o contienda electoral compromete aspectos esenciales de la dinámica democrática y ha obligado a intervenir a las instancias reguladoras que se ocupan de identificar las malas prácticas en los medios impresos y plataformas digitales, donde coexisten actores con trayectorias y modelos de negocio difícilmente asociables a criterios de veracidad, responsabilidad y equilibrio informativo.18
Stéphane Horel recogía numerosos ejemplos de noticias, patrañas o estudios sesgados en Lobbytomía (2018). Merece la pena su reflexión sobre “El taller de los hechos científicos alternativos” (cap. 4) y el papel que juega en los medios el colectivo de pseudoexpertos al que denomina mercenarios sobrecualificados, quizá el recurso más eficaz en la tarea de diseminar la duda y arremeter contra hechos demostrados.19
El trabajo de Horel analiza el complejo entramado de ofuscación de la verdad, promoción de intereses empresariales y seudotecnologías dañinas que minan la credibilidad de los canales de difusión académica (cap. 6: (Like a) Sciencewashing machine) y favorecen el derroche de fondos para la investigación (cap. 11). Denuncia también la ineficacia de las instancias reguladoras para evitar el conflicto de intereses, desplazando a entidades de paja o subcontratando la decisión pública en inofensivos esquemas de autorregulación deontológica (cap. 13 y 14).
Sin contrapeso disuasorio de las malas prácticas, los grupos de presión cuya actividad responde al principio de “beneficios privados y riesgos colectivos” —la industria de los combustibles fósiles es el ejemplo paradigmático, junto con las agroquímicas— consiguen introducir y mantener en el mercado productos dañinos para la salud o el medio ambiente, a menos que sus prácticas sean puestas en evidencia mediante procesos costosos de investigación científica y medios de comunicación independientes.20
El requisito de independencia incluye autonomía financiera —condición de posibilidad para resistir todos los intentos de colar piezas informativas de naturaleza promocional— y honestidad epistémica, entendida como un interés genuino por esclarecer los hechos y divulgar los resultados de investigación bien establecidos, sin sucumbir a la presión por neutralizar o atenuar el problema.21
Los intentos de ofuscación de la verdad tuvieron éxito notable en relación con los efectos de la lluvia ácida en bosques y ecosistemas, en los años ochenta del siglo pasado. Medios como Newsweek, Fortune, The Wall Street Journal y Nature se sumaron a la tesis de que faltaba evidencia sólida sobre el daño medioambiental y no procedía cambiar el marco regulador estadounidense, en clara oposición a la solicitud de acción coordinada transfronteriza requerida por las autoridades de protección ambiental canadienses, que sí habían tenido en cuenta la convergencia en los resultados de investigación sobre la gravedad del problema y sus causas.22
El diario The Guardian ha dedicado numerosas piezas informativas a revisar su propia estrategia de comunicación sobre problemas ambientales y el sesgo neutralizador del lenguaje utilizado para alertar de las consecuencias del cambio climático antropogénico en la salud humana y en los ecosistemas. Expresiones como cambio climático o calentamiento global no tienen el mismo efecto que emergencia climática; ni sugieren un escenario verosímil de “amenaza existencial directa”.23 Pero quienes durante décadas alertaron de la ignorancia deliberada de múltiples señales de alarma fueron tildados injustamente de profetas de la catástrofe.24
La frecuencia de encuadres periodísticos atenuantes, incluso en medios de gran prestigio profesional, no debe extrañar tras una larga campaña de acciones dirigidas a sesgar noticias e interpretación de resultados de investigación conforme a un criterio sistemático de subestimación del riesgo y ofuscación de la gravedad de los escenarios de crisis multidimensional que los informes de expertos han ido asociado durante décadas con el impacto del cambio climático, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero.25
La gravedad de las conclusiones de estos informes —y las proyecciones de riesgo resultantes si no se lograban reducir las emisiones de CO2— fueron conocidas de primera mano por las grandes compañías de combustibles fósiles representadas en el American Petroleum Institute (API) y por integrantes de comisiones parlamentarias y administraciones estatales desde los años cincuenta. Sin embargo, durante ese medio siglo se triplicaron las toneladas de CO2 y metano emitidas por año (de 10.180 millones en 1959 a 39.790 en 2017).26
Emily Holden sostiene que apenas se ha conocido una mínima parte de los documentos que prueban la estrategia coordinada de las grandes empresas de combustibles fósiles para regar con miles de millones de dólares (al menos 3.600 solo en anuncios, a lo largo de tres décadas) las campañas de lavado de cara de su actividad. Pero el conjunto de las acciones de cabildeo y propaganda es mucho más complejo, puesto que una mayor sensibilización ante la cuestión ambiental encarece las estrategias orientadas a convencer a la opinión pública de que las grandes empresas de combustibles fósiles son actores imprescindibles en el entramado social, cuyo modelo de negocio conviene preservar y ampliar.27
Oliver Burkeman señala lo fácil que resulta caer presa de encuadres informativos falsamente equilibrados, donde la posición de los actores negacionistas y de seudo-expertos ligados a grupos de interés resulta artificialmente amplificada bajo el criterio de invitar a ambas partes a dar su opinión sobre un tema controvertido, pero donde solo una parte refleja el consenso basado en la evidencia, mientras la otra responde a esquemas de razonamiento motivado o sesgado por intereses o emociones no declarados.28
Los actores y grupos de presión negacionistas no han dudado en perseguir y acosar a quienes destacaban por la calidad de sus trabajos científicos y reforzaban la evidencia acerca del impacto físico y humano del cambio climático antropogénico. Pero las guerras del clima mediáticas no han evitado que se consolide un cuerpo robusto de conocimiento, series de datos e indicadores y modelos explicativos que prueban, sin margen razonable de duda, la gravedad y el alcance potencialmente catastrófico del efecto de la actividad humana en el calentamiento global.29
En contraste con la posición de consenso que reflejan más del 95% de las publicaciones científicas especializadas,30 el contenido difundido por los actores y grupos de presión negacionistas se orienta a canales de mayor impacto en la opinión pública como revistas, semanarios, periódicos y programas de radio o TV generalistas, donde pasan más fácilmente desapercibidas las manipulaciones y encuadres sesgados. En particular, la selección limitada de datos o evidencia relevante (cherry-picking), la exageración de los elementos de incertidumbre sobre aspectos bien conocidos y la presentación de controversias ya zanjadas como problemas aún sujetos a debate y pendientes de estudio científico.31
Técnicas para sembrar la duda
Técnica nº 1: Sobreenfatizar la incertidumbre
Técnica nº 2: Elegir a conveniencia los datos relevantes (cherry-picking)
Técnica nº 3: Insistir en la necesidad de financiar nuevos estudios para obtener resultados más favorables
Técnica nº 4: Crear la apariencia de debate en curso entre la comunidad científica
Técnica nº 5: Pedir “igualdad de tiempo” y una cobertura mediática equilibrada a “las partes”
Técnica nº 6: Publicar en los medios de comunicación más importantes
Técnica nº 7: Desviar y distraer la atención
Técnica nº 8: Enfatizar que las posibles soluciones son peor que el problema
Técnica nº 9: Minar la reputación de otros científicos y acusarlos de motivaciones políticas
Técnica nº 10: Atacar a la ciencia como empresa ideologizada
Fuente: E. Whitworth (2021). “Scientific skepticism: 10 doubt-mongering tactics”. https://www.shortform.com/blog/scientific-skepticism/ (extraídas de Oreskes-Conway, Merchants of Doubt, 2015).
4. Negacionismo
A los tres mil seiscientos millones de dólares que durante tres décadas gastaron en publicidad cinco de las grandes compañías petroleras estadounidenses es preciso añadir sus inversiones en programas de relaciones públicas —patrocinando la limpieza de playas, p.ej.— o su influencia a través de asociaciones comerciales, grupos capaces de mover dinero negro y donaciones para campañas electorales.32
Su actividad resulta omnipresente en cada esfera de la vida política desde finales de los años setenta, incrementada a medida que ganaban visibilidad los movimientos antagonistas con el progresivo despertar de la conciencia ambiental entre múltiples actores de la sociedad civil. Y sus principales objetivos —aparte del lavado de imagen corporativa— no han variado: (1) controlar la narrativa y cobertura de los problemas que les conciernen en los medios de comunicación; y (2) sesgar a su favor el tratamiento de las implicaciones del cambio climático que captan la atención del Congreso, comisiones parlamentarias e instancias reguladoras.33
En la actualidad, las campañas de desinformación y los encuadres negacionistas del cambio climático se desarrollan a una escala de financiación que Riley Dunlap y Aaron McCright equiparan a una industria de difusión cultural globalizada.34 El gasto destinado a seguir promocionando la actividad y legitimidad social del negocio corporativo entre los consumidores se complementa con estrategias más sofisticadas de desinformación sobre la gravedad de la crisis climática, su asociación con la quema de combustibles fósiles o los inconvenientes de un esquema de transición rápida a fuentes de energía renovables.
El cabildeo por parte de grupos de presión bien conectados con las instituciones de mayor peso en el diseño del marco regulador consigue en muchos casos hacer valer sus intereses en los debates legislativos. En su estrategia suelen involucrar a personajes con apariencia de expertos independientes que ocultan sus fuentes de financiación. Y articulan campañas aparentemente espontáneas de grupos profesionales o asociaciones de base que en realidad descansan sobre agentes intoxicadores o cespistas (por referencia a la marca de césped artificial AstroTurf), untados por el sector de actividad que promocionan.35
Los actores y grupos negacionistas siguen un patrón de distorsión del debate público que ha sido bien estudiado en las estrategias de confusión sobre los daños para la salud por exposición al humo del tabaco y en la justificación de los programas de vacunación obligatoria.36 Núria Almiron, profesora titular del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra, ha identificado al menos ocho grupos negacionistas muy influyentes en Europa, que publican en inglés, castellano, alemán y francés. En Reino Unido actúan el Centre For Policy Studies (CPS), la Global Warming Policy Foundation (GWPF) y el Institute of Economic Affairs (IEA). En Francia, el Institut Économique Molinari (IEM). En Alemania, el Europäisches Institut für Klima und Energie (EIKE). En Austria, el Austrian Economic Center (AEC). En Suiza, el Liberales Institut (LI). Y, en España, el Instituto Juan de Mariana (IJM).37
Su actividad —que parece incrementada desde 2014— incluye la crítica a activistas y políticos destacados en la lucha contra el cambio climático; piezas en blogs y medios que subestiman la gravedad de los riesgos y el carácter urgente de las acciones de prevención; o distorsión de los hechos para sembrar dudas sobre la solidez del conocimiento adquirido acerca del problema. Con matices diferentes en función del país de referencia, los planteamientos y campañas negacionistas pueden retrasar la adopción de políticas ambientalmente responsables, además se generar una falsa sensación de seguridad entre colectivos vulnerables y expuestos al impacto físico del cambio climático (población asentada en zonas de riesgo de inundación, p.ej.).38
Mientras que el negacionismo del holocausto u otros casos de genocidio vincula sobre todo a grupos de extrema derecha, el negacionismo del cambio climático aglutina a los partidarios de movimientos políticos conservadores e individualistas.39 Comparten idénticas estrategias de picoteo (cherry-picking) en relación con la evidencia disponible; menosprecio del conocimiento interdisciplinar bien consolidado; prolongación artificial de controversias o debates ya superados; y el descrédito de las instituciones científicas responsables de elaborar informes sobre escenarios complejos de riesgo, como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).40
Naomi Oreskes y Erik Conway denunciaron en 2010 la campaña del grupo Cooler Heads Coalition —vinculado al Competitive Enterprise Institute (CEI), de Washington—para promover el descrédito de las instituciones científicas de mayor peso en la investigación sobre el clima, cuya actividad calificaron en medios de gran tirada como una conspiración criminal. La estrategia de descrédito se ha focalizado en instituciones como la NASA y en casi una veintena de científicos del clima, canalizando a través de senadores dispuestos a colaborar en las campañas negacionistas solicitudes de investigación por fraude y distorsión de datos contra personas e instituciones científicas relevantes. Oreskes y Conway enfatizan el salto estratégico que supone alejarse del patrón habitual de cabildeo y ofuscación de la evidencia científica (el observado durante décadas en relación con el tabaquismo, la lluvia ácida, el agujero en la capa de ozono y el calentamiento global) para involucrarse en ataques directos a los principales científicos del clima, acusándolos de estar implicados en actividades delictivas.41
Aunque los medios de comunicación de mayor prestigio han virado hacia posiciones alineadas con el consenso experto y la evidencia científica, los grupos que promueven soluciones de libre mercado para los problemas medioambientales y se benefician del descrédito de los resultados de investigación continúan financiando generosamente espacios en emisoras de radio ultraconservadoras, sitios web y canales de televisión como Fox News, donde desinforman sobre la gravedad de los escenarios de riesgo derivados del calentamiento global y ofuscan la evidencia que los sustenta. Lejos de resultar cauces marginales, estas plataformas de desinformación consiguen un éxito relativo en el empeño de socavar la credibilidad de la ciencia y erosionar el apoyo público mayoritario a políticas ambientalmente responsables.42
El negacionismo de la extinción (extinction denialism) es otra variante reciente en las estrategias de ofuscación impulsadas por estos grupos. Surge tras la acumulación de informes sobre la pérdida de biodiversidad y la evidencia de daño en los ecosistemas en un grado muy probablemente fuera de los umbrales de reversibilidad.43 Esta variante se centra en atenuar o neutralizar el impacto en la opinión pública de resultados de investigación que ponen de manifiesto la gravedad de la crisis ecológica y la amenaza que supone tanto para especies emblemáticas de aves y mamíferos como para otras de las que depende el equilibrio de los ecosistemas.44
La ignorancia deliberada de información relevante para comprender la gravedad de la crisis ecológica y la escala de las transformaciones requeridas para mitigar el impacto de la actividad humana sobre los ecosistemas amenazados legitima a muchos actores privados o estatales para exigir la continuidad de actividades ambientalmente insostenibles, además de obstaculizar la adopción de acuerdos y medidas con el alcance requerido para aportar soluciones eficaces.45
Hace décadas que la preocupación por el medio ambiente dejó de ser exclusiva de los activistas y movimientos “de izquierdas”. Los partidos y grupos de extrema derecha siguen una trayectoria consistente de interés creciente y fuertemente ideologizado por el medio ambiente natural, ligando con la cuestión ambiental y el desafío ecológico sus propios valores acerca de la vida comunitaria, la identidad nacional y el escepticismo sobre las soluciones de centro-izquierda para el cambio climático y la transición energética.46
Los mensajes negacionistas y sus estrategias de difusión —que incluyen bulos, teorías de la conspiración, ataques a expertos o comunicadores destacados, y criterios alternativos de validación teórica para sembrar la duda y captar la atención— pueden inducir comportamientos irracionales y distorsiones en la percepción de riesgo con la que operan porcentajes importantes de la población.47 Estados Unidos, Brasil, la India y Reino Unido ilustran el potencial de los grupos negacionistas para dificultar extraordinariamente la gestión de la pandemia de COVID-19 bajo criterios de prevención científicamente fundados.48
En situaciones de crisis, la desinformación puede restar eficacia a todas las acciones de mitigación y prevención de riesgos, agravando los impactos de accidentes y desastres entre colectivos vulnerables. Quienes trabajan en medios veraces y conocen la importancia del pensamiento crítico y el valor de la cooperación científica interdisciplinar están obligados a desenmascarar la herencia envenenada de las campañas impulsadas por los actores y grupos de presión negacionistas. Para no fracasar en este empeño es importante comunicar con rigor y en los formatos adecuados la gravedad de los forzamientos que están alterando la dinámica del clima en el sistema Tierra. La posición de consenso en la interpretación de los resultados de investigación que canaliza el IPCC en su últimos informes muestra una evolución constatada de los indicadores asociable con los escenarios de riesgo menos favorables.49
La falta de inversiones e impulso institucional a las estrategias de prevención de los efectos del cambio climático puede ocasionar en pocas décadas el colapso a regiones del planeta con alta densidad de población y, eventualmente, poner fin a cualquier esquema verosímil de comunidad internacional organizada.50
5. Youtuberismo
Una sección aparte en la evolución de las estrategias de desinformación y ofuscación de la verdad merece el fenómeno que involucra a youtubers destacados en la adaptación de mensajes controvertidos a formatos promocionales, para pasar los filtros de aceptación entre ciertos colectivos e incorporar piezas con información sesgada en el flujo de información y publicidad que gestionan los algoritmos de plataformas como YouTube.51
El vídeo supone casi el 80% del contenido que circula por Internet. TikTok supera los mil millones de usuarios y alrededor de una quinta parte de la población mundial utiliza YouTube, con una tendencia constatada entre los usuarios de la primera a pasar más horas al mes (23,6) que los de la segunda (23,2).52 Los millones de visualizaciones por minuto cuentan, a muchos efectos imaginables y de especial interés para los actores involucrados en campañas de desinformación (Fig. 3).
Fig. 3: Tipos de contenido de vídeo visualizados en línea cada semana |
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Fuente: Informe Global Sobre el Entorno Digital 2022 (actualización de julio). Disponible en: https://www.hootsuite.com/es/resources/digital-trends-q3-update. |
El planteamiento subyacente apunta a utilizar las mismas tácticas que permiten a emprendedores y creadores de contenido consolidar canales temáticos influyentes, capaces de recibir cientos de miles de clics diarios. A diferencia de los soportes convencionales, plataformas como YouTube y TikTok funcionan como gigantescos sistemas de recomendaciones, diseñados para facilitar el efecto bola de nieve que se produce a partir de cierto umbral de enlaces afiliados y dimensión de la comunidad de suscriptores comprometidos. Se trata de un proceso en el que unas pocas reglas básicas (impresión inicial, expectativas a satisfacer claras, exclusividad, capacidad técnica, posicionamiento en buscadores y redes sociales, sorteo de objetos icónicos, parodias, invitación a la acción, sitios web de gancho, etc.) hacen posible influir en la opinión pública sobre temas controvertidos con una velocidad, efectividad y alcance mucho mayor que el esperable por medios convencionales y sitios como Facebook o Instagram (integrados en Meta a finales de 2021).53
Según un informe del grupo de activistas de Avaaz, el problema suscitado por el youtuberismo no consiste solo en lograr que casi la quinta parte de los vídeos más populares en YouTube asociados a búsquedas sobre el cambio climático fuesen, durante años, piezas de corte negacionista. Durante su visualización, millones de personas en todo el mundo recibían anuncios en línea de marcas como Greenpeace, L’Oreal y otras vinculadas a la sostenibilidad o la protección del medio ambiente, sin que estas conocieran que sus anuncios pagados a la plataforma se presentaban antes y durante la visualización de contenidos diseñados para la desinformación.54
Durante años, los contenidos negacionistas han estado apareciendo al realizar búsquedas sobre términos como “calentamiento global”, “cambio climático” o “manipulación del clima”: 16 de los 100 primeros vídeos del primer término contenían información errónea; ocho de los vídeos mostrados sobre “cambio climático”; y 21 de los devueltos al solicitar “manipulación del clima”. Considerando que la plataforma YouTube ha adoptado en otras ocasiones medidas eficaces para no involucrar a sus usuarios en teorías de la conspiración y bulos antivacunas, resulta sorprendente la permisividad que encontraron ciertos actores para desinformar sobre los temas ambientales e impactar en más de 21 millones de usuarios con mensajes erróneos, sesgados o diseñados para generar confusión.55
En muchos casos, las piezas de vídeo proyectan la duda o desinforman sobre varios temas habituales en la agenda de actores negacionistas y conspiranoicos (la supuesta corrupción de activistas ambientales, daños ocasionados por las vacunas, epidemias intencionadas, atentados del 11/S, etc.). En consecuencia, la contratación de verificadores de hechos independientes que lleva a cabo la plataforma no puede limitarse a la reducida lista de tópicos que expresamente quedan excluidos en las políticas de monetización de contenidos (seudoterapias, desastres y accidentes, religión y política, entre otros), y los anunciantes deben disponer de herramientas para evitar que sus anuncios aparezcan al tiempo que se visualizan vídeos con desinformación climática.
El alcance del problema fue reconocido por la compañía en una declaración de octubre de 2021, anticipando cambios para una nueva política de monetización —en vigor a partir de noviembre de 2021—a la que debían adherirse anunciantes de Google, editores y creadores de contenidos para YouTube. Excluye anuncios y formas de monetización de contenido contrarios al consenso científico bien establecido sobre la existencia y las causas del cambio climático. En particular, prohíbe las referencias al cambio climático como un engaño o una estafa, manifestaciones que nieguen las tendencias asociadas con el calentamiento global y encuadres que nieguen o desinformen sobre la contribución de las emisiones de gases de efecto invernadero y la actividad humana al cambio climático. Los medios con los que cuenta la compañía combinan herramientas automatizadas y verificadores humanos para permitir anuncios y monetización sobre otros temas relacionados con el clima (debate público sobre políticas climáticas, impactos del cambio climático y nuevos resultados de investigación o informes).56
Las políticas de sostenibilidad y declaraciones comprometidas con objetivos de descarbonización, reciclaje y consumo eficiente a las que de manera explícita parece adherirse la matriz de servicios de la que forma parte YouTube pierden credibilidad cuando se constata la tardanza en corregir el sesgo del algoritmo base del sistema de recomendaciones y las vías de monetización hacia una sobreexposición de contenidos negacionistas sobre cambio climático y calentamiento global para consumidores de todo el mundo.57
Es previsible que los actores negacionistas y conspiranoicos busquen explotar en favor de sus intereses el sesgo en el sistema de recomendaciones de cualquier plataforma emergente escasamente regulada, por lo que no resulta descabellado esperar de los contenidos en TikTok el mismo tipo de sesgos que durante años presentaba un porcentaje importante del contenido visualizado en YouTube (Fig. 4). Pero igualmente cabe exigir transparencia a las plataformas para que publiquen los datos sobre el porcentaje de visualizaciones con información falsa o engañosa que ha sido alimentado por sus propios algoritmos de recomendación, convirtiendo sus servicios y modelo de negocio en un resorte más de los que contribuyen a hinchar la burbuja de desinformación mediante cruce de clics y número de likes.58
La contratación de jóvenes youtubers de éxito, pagados para presentarse como defensores del status quo en la regulación de las emisiones de gases de efecto invernadero, responde sin duda a criterios de coste-eficacia, comprensibles en una arena mediática cada vez más reacia a las patrañas negacionistas. Esta fue la estrategia seguida por The Heartland Institute —una organización destacada entre los grupos de presión negacionistas—, cuando contrató a una youtuber alemana de 19 años a la que promocionaba como la “anti-Greta”. Puesto que más de la mitad de la población opera con creencias sobre el cambio climático consistentes con la evidencia científica, el caso sugiere un empeño por llegar a una nueva generación de jóvenes de algún modo reacios a “estupideces apocalípticas” y dispuestos a colaborar con aspirantes a políticos, autores, celebridades o legisladores de ideología ultraconservadora. Los nuevos soportes introducen nuevas claves y encuadres, evitando la descalificación directa de activistas o científicos y presentando el escepticismo climático como la única salida humanista para evitar el enfrentamiento entre mensajeros del catastrofismo climático y ciudadanos apasionadamente refractarios al mensaje alarmista.59
Fig. 4: Uso diario (en dispositivos con Android) de distintas aplicaciones sociales |
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Fuente: Informe Global Sobre el Entorno Digital 2022 (actualización de julio). Disponible en: https://www.hootsuite.com/es/resources/digital-trends-q3-update. |
Facebook ha sido durante años la plataforma con mayor número de usuarios expuestos a campañas de desinformación y bulos sobre cuestiones de política ambiental y crisis climática. Pero ha evitado presentar datos fiables sobre el fenómeno en cada ocasión donde se le ha exigido rendir cuentas y hacer transparente el funcionamiento de su sistema de recomendaciones y reclamos comerciales, como sucedió en las comisiones donde sus directivos fueron llamados a declarar por el escándalo de Cambridge Analytica.60
Considerando las deficiencias de sus políticas de privacidad y las brechas de seguridad que permitieron a ciertos actores contratar y desarrollar campañas de influencia política manipulando el sistema de publicidad segmentada, es poco probable que su sistema de verificación de contenidos sobre la cuestión climática llegue nunca a inspirar confianza. En marzo de 2021 un grupo de asociaciones ecologistas se dirigieron a M. Zuckerberg exigiendo mayor eficacia contra la desinformación climática y transparencia sobre la magnitud del problema, puesto que ciertos bulos —que los aerogeneradores estaban causando apagones, p.ej.— se habían propagado con rapidez desde Facebook a otras redes sociales y de ellas a diversos foros de debate político, sin reflejar los desmentidos sistemáticos realizados por medios impresos o digitales gestionados por profesionales del periodismo.61
El problema de fondo tanto en Facebook como en YouTube es la inconsistencia entre un modelo de negocio basado en retener a usuarios (y sus datos) el mayor tiempo posible en los servicios de la plataforma —al servicio de lo cual funciona bastante bien la estrategia de captar la atención mediante bulos o mensajes distorsionados— y la expectativa de autorregulación exitosa en el empeño por evitar la desinformación, pero sin la obligación legal de aplicar criterios de responsabilidad, veracidad y equilibrio informativo que rigen para los medios y soportes del periodismo profesional. El resultado constatado es la ausencia de incentivo económico —y de coerción legal suficiente— para articular un sistema eficaz de verificación de contenidos y garantías de privacidad, lo que ha facilitado múltiples episodios de abusos y malas prácticas a actores sin escrúpulos, capaces de explotar con éxito las prestaciones o sesgos de estas plataformas y convertirlas en nodos de desinformación a escala mundial.62
Sería un error subestimar las implicaciones del youtuberismo para la comunidad epistémica comprometida con los hechos y la evidencia científica. Plataformas como Facebook, YouTube, TikTok y otras se incorporan con naturalidad al instrumental estratégico (bots, spammers, bloggers, astroturfers, seudoexpertos)63 con el que operan los grupos de extrema derecha y otros actores negacionistas para difundir bulos y desinformación sobre temas tan cruciales para una gestión socialmente responsable del riesgo como el cambio climático, la eficacia de los programas de vacunación, la amenaza nuclear y la prevención de desastres naturales.64
Material complementario
Referencia para los conceptos de riesgo, incertidumbre, oportunidad, beneficio, etc.:
Knight, F. (1921). Risk, Uncertainty, and Profit. Hart, Schaffner, and Marx; Houghton Mifflin. https://oll.libertyfund.org/title/knight-risk-uncertainty-and-profit.
Sobre eventos impredecibles tipificables como “cisne negro”:
“The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable - Wikipedia.” https://en.wikipedia.org/wiki/The_Black_Swan:_The_Impact_of_the_Highly_Improbable
“Black Swan in the Stock Market: What Is It, With Examples and History.” https://www.investopedia.com/terms/b/blackswan.asp
Técnicas y herramientas para la evaluación de riesgos (ISO/IEC 31010) https://en.wikipedia.org/wiki/ISO/IEC_31010#Risk_assessment_techniques
https://www.ealde.es/herramientas-evaluacion-de-riesgos/Gestión del riesgo — Directrices
https://www.iso.org/obp/ui#iso:std:iso:31000:ed-2:v1:esEvaluación de riesgos laborales
Directrices básicas para la evaluación de riesgos laborales
— Shanna McClain et al. (NASA, 2020): From black swans to boiling frogs: How to understand risk, visualize risk scenarios, and build agency for early action.
164 - From Black Swans to Boiling Frogs: How to Understand Risk, Visualize Risk Scenarios
— Gestión de Riesgos; variabilidad, complejidad y azar; sistema caótico
La Gestión de Riesgos antes y después de la ISO 31000
— Técnicas y herramientas para una correcta evaluación de riesgos:
ISO 31010 Técnicas y herramientas para una correcta evaluación de riesgos
— Más vídeos disponibles en:
https://sites.google.com/go.ugr.es/fc23/vid
- Riesgo empresarial
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La exposición de una empresa u organización a uno o varios factores que reducirán sus beneficios o la llevarán al fracaso. La dirección o departamento de gestión puede crear situaciones que agraven la exposición a un mayor grado de riesgo (aumentando la deuda, p.ej.) o subestimen las causas externas del mismo, su capacidad de control y los instrumentos de protección requeridos.
- Riesgo catastrófico
-
La pérdida potencial de vidas, lesiones o bienes destruidos o dañados que podría sufrir un sistema, una sociedad o una comunidad en un periodo de tiempo específico, determinado de forma probabilística en función del peligro, la exposición, la vulnerabilidad y la capacidad. Aunque los peligros naturales (incendios forestales, terremotos, huracanes) sean inevitables, las catástrofes (pérdida de vidas y daños patrimoniales) no lo son.
- Carcinógeno
-
Una sustancia o agente físico, químico o biológico capaz de inducir cáncer (o aumentar su incidencia) en contacto con tejidos vivos por inhalación, ingestión o penetración cutánea. Los rayos ultravioleta y ciertos virus son ejemplos de carcinógenos naturales; DDT, asbesto, gases de los tubos de escape y humo del tabaco son ejemplos de sustancias carcinógenas producidas por los seres humanos.
- Mutágeno
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Una sustancia química o agente físico capaz de inducir cambios permanentes en el ADN o mutaciones. Estas modificaciones del material genético pueden resultar estables y ser transmitidas a las células surgidas de la mitosis. Cuando el ADN afectado (modificado o inactivado) corresponde a las células de la línea germinal, las mutaciones se asocian con la aparición de enfermedades hereditarias; si afectan solo a células somáticas, se relacionan con enfermedades degenerativas y procesos carcinogénicos.65
- Astroturfing
-
Táctica engañosa de algunas empresas que intentan simular el apoyo popular espontáneo para un producto, causa o servicio por el que en realidad han pagado para generar comentarios positivos y manipular a la opinión pública. En los departamentos de responsabilidad social corporativa este tipo de estrategias se consideran casos de mala praxis y éticamente inaceptables. A menudo persiguen desacreditar los resultados de la investigación científica sobre el carácter dañino de ciertos productos para el medio natural o la salud humana.
- Posverdad
-
Adjetivo empleado para referirse a contextos o circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y a las creencias personales. Se asocia con el deterioro del clima de confrontación política y el recurso sistemático a formas de retórica y argumentación dirigidas a ofuscar la verdad, sin anclaje en los hechos. Su uso se ha popularizado con el auge del movimiento alt-right y su ideología radical ultraconservadora, instigadora de acciones violentas (asociado a post-civil rights era).
- Youtuberismo
-
Estrategia de comunicación consistente en adaptar mensajes al formato promocional de plataformas como YouTube y TikTok, explotando las posibilidades técnicas de los algoritmos o sistemas de recomendación para acelerar el efecto bola de nieve sobre contenidos y mensajes de bajo impacto en medios convencionales por su carácter controvertido. El objetivo es diluir o atenuar el riesgo de ciertas actividades dañinas para el medio natural o la salud, explotando ciertos encuadres de empatía y conexión emocional habituales en los canales temáticos más influyentes para legitimar el status quo.
- Sesgo retrospectivo
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Tendencia común a interpretar los eventos pasados de un modo más predecible de lo que realmente fueron, por la distorsión que introduce el conocimiento obtenido con posterioridad.
La matriz FODA (o DAFO) se utiliza comúnmente para identificar escenarios de riesgo empresarial. Se aplica identificando fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas. Considerando la complejidad que introducen los escenarios de riesgo aludidos en el texto, sería interesante debatir en grupo sobre su utilidad para considerar la probabilidad de eventos de la categoría “cisne negro”.
La actividad puede desarrollarse también como disertación individual, centrada en episodios recientes de impacto social significativo que escaparon al análisis prospectivo con las herramientas y modelos habituales.La pandemia del COVID-19 ha generado mucha controversia en la literatura sobre gestión del riesgo, comenzando por la caracterización del fenómeno. La actividad que se propone requiere indagar qué tienen en común los ejemplos comúnmente considerados eventos “impredecibles” y si había estudios, informes o conocimiento previo alertando de un escenario epidemiológico catastrófico verosímil para el que ningún país adoptó las medidas preventivas esperables (un evento del tipo “rinoceronte gris”).66
Otras actividades y prácticas, con documentación específica:
https://sites.google.com/go.ugr.es/fc23/act
II. PSEUDOCIENCIA Y PSEUDOTECNOLOGÍAS
Sin un temperamento científico el ciudadano es vulnerable a la tentación de lo mágico,
a la seducción de la pasión y a la tiranía del dogmatismo.
Daniel R. Altschuler
6. Intrusismo profesional y fraude epistémico
Sembrar la duda y ofuscar el conocimiento adquirido con esfuerzo constituyen objetivos al alcance de quienes aprenden a manejar el juego adecuado de herramientas epistémicas. No es un entrenamiento sencillo, si consideramos que opera con el viento en contra de niveles de alfabetización cada vez más amplios y multitud de actores e instituciones activamente involucrados en la divulgación cultural y científica.67 Para sortear los filtros de alerta contra mensajes en clave promocional que, en diverso grado, aplican colectivos cada vez más amplios de ciudadanos y consumidores de productos culturales, los actores negacionistas tienen que lograr cierto refinamiento en sus estrategias de comunicación.
A muchos efectos, encajan en la categoría de agentes con capacidad de influencia cultural, decisivos para consolidar nichos ideológicos y resortes sociales al servicio del statu quo.68 Vinculados a entidades y asociaciones con músculo financiero, tienen cierta trayectoria de eficacia contaminando con sus recursos los cauces editoriales, mediáticos e institucionales —aparte del posicionamiento en nuevas plataformas para enganchar a un público más joven—. Considerando el tipo de temas que les ocupan, sería una ingenuidad subestimar su capacidad para condicionar el debate público sobre problemas acuciantes y el ritmo de progreso en aspectos esenciales de salud pública, sostenibilidad energética y política ambiental.69
Una industria igual o más dañina, por su potencial para influir en la vida cotidiana de consumidores y personas en situación de vulnerabilidad, es la que tiene como núcleo de negocio la promoción de seudotecnologías, seudoterapias y productos fraudulentos.70 Lejos de resultar inocuos, a menudo compiten y desplazan a los únicos tratamientos o soluciones eficaces disponibles, deteriorando la calidad de vida de quienes abandonan tratamientos convencionales para problemas serios de salud. En ciertos casos, el recurso a seudoterapias forma parte de la cadena de decisiones desafortunadas con desenlace fatal para sujetos vulnerables, mascotas o personas dependientes.71
En esa cadena influye la complicidad, activa o pasiva, de farmacéuticos, médicos y otros profesionales sanitarios. Las boticas de hoy más parecen bazares que farmacias, con gran parte de sus estantes y escaparates ocupados por productos a la venta sin ningún beneficio terapéutico demostrado. Esto ocurre a pesar del código deontológico que regula la profesión y restringe las condiciones de apertura en tanto que “establecimientos sanitarios privados de interés público, sujetos a la planificación sanitaria que establezcan las Comunidades Autónomas”, y en las que “el farmacéutico titular-propietario de las mismas, asistido, en su caso, de ayudantes o auxiliares”, deberá prestar una serie de servicios básicos a la población. Tales servicios incluyen la adquisición, custodia, conservación y dispensación de los medicamentos y productos sanitarios; la información y el seguimiento de los tratamientos farmacológicos a los pacientes; la colaboración con las Administraciones sanitarias en la promoción y protección de la salud, prevención de la enfermedad y educación sanitaria; y en la formación e información dirigidas al resto de profesionales sanitarios y usuarios sobre el uso racional de los medicamentos y productos sanitarios.72
Entre las obligaciones éticas del farmacéutico destaca la de contribuir, mediante el ejercicio de su profesión, al bienestar y a la salud de los pacientes, respetando su dignidad y evitando cualquier acción que anteponga los intereses personales, profesionales o económicos al beneficio del paciente. El código deontológico señala que el farmacéutico está sujeto al deber de proporcionar una información veraz y adecuada a cada paciente, no fomentando en ningún caso expectativas terapéuticas injustificadas o inadecuadas y promoviendo su derecho a la prevención y diagnóstico de la enfermedad y a tratamientos eficaces y seguros.73
Tanto el sistema de autorizaciones administrativas para la apertura de farmacias como las condiciones que regulan la prestación del servicio en ellas dependen de una exigencia más básica de honradez intelectual coherente con la capacitación y formación reglada recibida, por lo que se espera de este colectivo profesional una actitud ética exigente en todo proceso de investigación, ensayo, autorización, fabricación, distribución, promoción, custodia, publicidad, dispensación y seguimiento de los medicamentos, así como en todas las restantes modalidades de su ejercicio profesional. Gracias a su formación y condiciones restrictivas de acceso al ejercicio institucionalizado de la profesión, se espera que cada profesional farmacéutico ponga en práctica sus conocimientos y facilite la correcta aplicación de los medios preventivos, diagnósticos y terapéuticos, de modo que los medicamentos, los productos sanitarios y las tecnologías sanitarias de aplicación puedan cumplir su función social y beneficien a la población con los avances de la ciencia farmacéutica.74
El fraude epistémico (y, en consecuencia, el timo que abre la puerta a sectas sanitarias y al intrusismo que se lucra con pseudotecnologías dirigidas a consumidores incautos) ocurre cuando establecimientos que se supone desarrollan una actividad profesional integrada en la oferta de servicios sanitarios —y que las administraciones públicas no autorizan sin las garantías de una cualificación científica exigente— dispensan productos, servicios y tratamientos inútiles. Es decir, sin más respaldo que el efecto placebo; y, en algunos casos, capaces de interferir con tratamientos científicamente validados.75
Esto explica por qué la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo anuló el 7 de abril de 2011 la normativa específica de Cataluña que pretendía regular los centros que realizan terapias naturales. Los requisitos exigibles a los centros “sanitarios” de terapias naturales no tienen que diferir de los requeridos para los restantes centros sanitarios, precisando un profesional médico al frente. La ausencia de regulación estatal ha propiciado que en comunidades autónomas como Andalucía haya 59 centros de terapias naturales y 37 en el País Vasco, cuando en realidad se trata de centros tipificables como no sanitarios o parasanitarios.76
El cabildeo de las asociaciones más activas por difundir las pseudoterapias logró durante años que incluso los colegios de médicos enlazaran a sus servicios o presentaran publicidad de los mismos, hasta que una campaña de la Organización Médica Colegial de España (OMC) instó las acciones necesarias para suprimir cualquier sección dedicada a estas materias, comenzando por denunciar ante la Fiscalía General del Estado (en abril de 2017) una relación documentada de alrededor de 90 páginas web que publicitaban pseudoterapias “peligrosas” para la salud de los ciudadanos, con el objetivo de iniciar una investigación que llevase a su cierre.77
No cesan los intentos de “colar” como complementarias de tratamientos médicos convencionales un amplio listado de falsas terapias, uso de productos milagrosos y técnicas supuestamente curativas sin sustrato experimental que avale su efectividad.78 El Ministerio de Sanidad ha identificado 139 técnicas habitualmente consideradas terapias naturales, muchas de las cuales se orientan a proporcionar bienestar o confort al usuario, por lo que son relativamente pocas las que tienen influencia directa sobre la salud. El problema lo suscitan las que se asocian con ingestión de sustancias capaces de causar interacciones o toxicidad; y las técnicas y manipulaciones corporales que pueden ocasionar lesiones y otros problemas. Pero la ausencia de base científica no ha sido obstáculo para exigir su “normalización institucional” y perseguir a quienes denunciaron el fraude y los riesgos de salud asociados.79
La ausencia de titulaciones de formación profesional o cualificación sanitaria equivalente no ha impedido que se haya consolidado cierta oferta de formación no reglada en algunas universidades, sociedades o centros privados, para profesionales sanitarios y no sanitarios.80 Esto ocurre sin el contrapeso de un esquema de regulación mínimamente coherente entre países occidentales, pese a lo cual en algunos se reembolsan ciertos tratamientos (homeopáticos, quiroprácticos, de acupuntura y osteopatía, p.ej.).81
El observatorio de la OMC, después de analizar las 139 prácticas recogidas en el documento sobre terapias naturales publicado por el Ministerio de Sanidad del gobierno español en 2011, recomendó que 72 de ellas fueran clasificadas oficialmente como pseudoterapias (el resto quedaban sujetas a evaluación). La OMC dio el paso de denunciar públicamente tales prácticas —y a quienes las practican— por representar un peligro para la salud pública. En línea con sus conclusiones, el Ministerio de Sanidad las declaró oficialmente como pseudoterapias.82
El alcance del problema de salud pública que suponen las pseudoterapias fue precisado en varias ocasiones por Serafín Romero, presidente de la OMC. Las más peligrosas son aquellas dirigidas a personas vulnerables, que por ignorancia o desesperación intentan aliviar el sufrimiento que padecen y quedan atrapadas en las redes de sectas sanitarias, donde se les convence de que enfermedades como el cáncer “son consecuencia de procesos emocionales” para las cuales los tratamientos convencionales son “innecesarios y nocivos”.83
A menudo estos actores sin escrúpulos presionan a través del entorno familiar, contaminando a personas de confianza para destacar las bondades de supuestos “remedios naturales” y distanciar al paciente del entorno sanitario que puede proporcionarle un diagnóstico precoz y tratamientos efectivos.84
Si el estudio de las condiciones de posibilidad del conocimiento riguroso resulta pertinente es precisamente por su utilidad como antídoto contra las formas de superstición e ingenuidad epistémica que captan incluso a personas instruidas, pues consiguen mimetizarse con prácticas y actividad profesional respetable pero sin el sustrato teórico, metodológico y regulador que hizo progresar a sus rivales genuinas.85
Las pseudociencias pueden resultar divertidas como casos extremos de la pulsión por alcanzar cierta relevancia cultural sin las credenciales ni el esfuerzo requerido en dominios disciplinares consolidados. Pero las seudotecnologías y prácticas a las que dan lugar favorecen peligrosamente episodios nefastos de intrusismo profesional, suponen un derroche de recursos para quienes caen en sus redes y tienen muy poco de respetables.86
No cabe suponer actitudes intelectualmente honestas a quienes de modo consciente se involucran en estrategias de desinformación y utilizan para sus intereses el arsenal de herramientas que permiten diseminar la duda y ampliar el círculo de la ignorancia.87 Pero más peligrosos resultan quienes sustentan su negocio en la venta de productos inútiles, sin validez científica ni utilidad probada con ninguna metodología que permita reproducir los resultados y garantizar su eficacia y seguridad.88 En estos casos, las seudotecnologías no solo están al servicio de, sino que son el verdadero negocio.89 Y la retórica para su justificación, promoción y normalización hasta llevarlas a los estantes de farmacias y supermercados no tiene límites, simulando cualquier actividad o proceso de apariencia respetable en su producción.90
Las pseudociencias han gozado siempre de buena salud, y continúan siendo muy populares (Fig. 5). En parte porque la credulidad centrada en recopilar o memorizar exige menor esfuerzo que el espíritu crítico y la actitud de alerta permanente ante afirmaciones o contenidos fabricados para sortear filtros rudimentarios de cautela escéptica.91
Según la caracterización de Bunge, seudociencias (y seudotecnologías) son versiones modernas del pensamiento mágico.92 Su influencia contamina y empobrece la cultura; pero sus practicantes persiguen vaciar los bolsillos de consumidores incautos, y se afanan en que se les vincule a profesiones respetables. Ánimo de lucro y búsqueda de reconocimiento profesional, sin el esfuerzo y capacitación requerido para conseguir las credenciales que permiten acceder a una actividad cualificada —dependiente de conocimiento bien establecido, con apoyo empírico y metodologías de trabajo validadas—, forman una combinación letal, contra la que advertía la revista médica The Lancet en una publicación de 2005 titulada “The end of homoeopathy”.93
Los actores que operan con creencias y prácticas pseudocientíficas introducen grietas importantes en la comunidad epistémica, mayores cuando actúan desde posiciones de poder o en puestos de responsabilidad institucional. En categoría aparte deben figurar quienes, habiendo logrado el acceso a la red de servicios y actividades propia de las profesiones sanitarias, operan sin las disposiciones, actitudes y competencias epistémicas esperables y promocionan entre pacientes vulnerables prácticas y criterios de actuación pseudocientíficos.94 El desprecio temerario por la verdad, la evidencia empírica y el conocimiento experto contribuye a generar reductos de rigidez intelectual y predice la disposición a aceptar noticias falsas, teorías de la conspiración y desinformación sanitaria.95
Fig. 5. Clasificación del Ministerio de Sanidad de las terapias naturales |
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Fuente: MSPSI (Dic. 2011). ““Documento de análisis de situación de las terapias naturales”. https://www.sanidad.gob.es/novedades/docs/analisisSituacionTNatu.pdf (pág. 2). |
En línea con el enfoque del problema de la ignorancia que desarrolla David Magnus en Agnotology, no conviene desdeñar el impacto de las seudociencias en los sistemas de gestión del riesgo que dependen de conocimiento interdisciplinar para prevenir daños y funcionan gracias a un ejercicio responsable e informado del principio de precaución. Su contaminación con criterios paracientíficos y ontologías de lo paranormal incrementa la probabilidad de que la suma de actuaciones irracionales individuales ocasione desastres colectivos.96
7. Criterios de demarcación
El supermercado de productos epistémicos se abastece con elementos de calidad muy diversa, de modo análogo a lo que se observa en los estantes de una farmacia. Aparte de artículos especialmente costosos y difíciles de obtener, cuyo acceso está estrictamente regulado, un consumidor avezado sabe que ciertos ítems figuran en zonas reservadas para marcas o servicios premium, fuera del alcance del consumidor medio, y que entre los muchos al alcance de cualquiera no se puede descartar copias fraudulentas de productos genuinos o piezas fabricadas sin procedimientos de control de calidad satisfactorios.
Los resultados de investigación científica que contribuyen a consolidar conocimiento fiable y aplicaciones del mismo que originan tecnologías útiles y servicios de valor añadido, capaces de satisfacer necesidades básicas o resolver problemas relevantes, responden a procesos intelectual y profesionalmente exigentes de desarrollo, difusión, puesta a punto y testeo o validación antes de su comercialización. Con muy pocas excepciones, las novedades más interesantes solo se consiguen gracias a la eficiencia de una compleja red de actores públicos y privados que, con la financiación adecuada, pueden llegar a coordinar sus acciones y objetivos particulares como si de una empresa de cooperación internacional se tratase. No es posible entender la complejidad de esta empresa sin barajar una noción informada acerca del contexto institucional donde resulta viable, sus criterios de admisión y los objetivos a los que se orienta (Tabla 1):
Tabla 1: Cómo abordar el problema de la demarcación (I)
Cribado inicial |
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- Los datos y hechos de referencia proceden de fuentes fiables - Trayectoria de credibilidad y buena praxis en las fuentes consideradas - Los datos/mediciones se obtienen con herramientas válidas, calibradas y estandarizadas - Los enunciados y problemas están asociados a un dominio específico de la comunidad experta - Presentación de resultados que facilita el contraste y verificación por terceros - Coherencia de los datos e hipótesis con el conocimiento consolidado (consenso) - Disposición a revisar posibles sesgos de confirmación y metodología (objetividad) - Convergencia interdisciplinar: conceptual, teórica, técnica, estándares, buenas prácticas - El personal investigador involucrado tiene credenciales profesionales compatibles con alto grado de especialización en el problema - Los conceptos, hipótesis, teorías y resultados de investigación se difunden a través de instituciones y cauces con experiencia y credibilidad en la investigación y actividad científica - La hipótesis se pone a prueba considerando en serio sus alternativas (robustez) - La explicación propuesta da cuenta del problema en su complejidad - Alto grado de exactitud y precisión en la explicación/predicción - Los resultados son revisados y evaluados por colegas y equipos con la experiencia adecuada, antes de ser hechos públicos - Los resultados se difunden por cauces fiables y libres de sesgo o intereses no declarados - El medio de difusión aplica una política de retractación creíble |
Fuente: Elaboración propia.
Para diferenciar entre productos genuinos o de calidad y copias fraudulentas se recurre a criterios de demarcación. Tratándose de una actividad heterogénea, de gran complejidad tanto por su propia naturaleza y objetivos como por la diversidad de actores involucrados, no resulta satisfactoria ninguna propuesta de criterios únicos de demarcación que resulten suficientes. Pero se han identificado una serie de características combinadas que contribuyen a dar robustez y fiabilidad a una teoría científica, diferenciándola de versiones pseudocientíficas que compiten por un estatus epistémico similar (Tabla 2).
Tabla 2: Cómo abordar el problema de la demarcación (II)
Criterios relevantes de calidad en la investigación | |
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Consistencia | El contenido se expone y desarrolla sin contradicciones lógicas aparentes Presentación consistente con las observaciones, formalizado correctamente Los resultados se presentan en un lenguaje bien estructurado y transparente |
Principio de economía | No se incluyen más elementos que los imprescindibles en las explicaciones La ontología de referencia no involucra entidades hipotéticas inverosímiles |
Pertinencia | El contenido describe y explica fenómenos o elementos observados y sus propiedades, de modo coherente con la base de conceptos, hipótesis y teorías de referencia La serie de datos aportados es relevante para el problema, suficiente, sin ruido |
Refutable | El contenido es susceptible de procesos de verificación o falsación, determinantes para descartar su validez (o corroborar lo esencial) con las herramientas al alcance del sector de la comunidad científica concernido Los resultados y metodologías de trabajo se someten al escrutinio crítico esperable de un sistema de escepticismo organizado |
Reproducible | La explicación incluye los elementos suficientes para repetir el proceso con la expectativa justificada de obtener los mismos resultados Es compatible con la formulación de predicciones o proyecciones susceptibles de comprobación en las condiciones adecuadas Los resultados, herramientas y métodos utilizados se difunden por canales formales de publicación, sujetos a rendición de cuentas |
Éticamente aceptable | Los resultados se obtienen por procedimientos compatibles con el marco regulador y los valores de referencia para el colectivo profesional concernido Se publican los resultados y detalles metodológicos relevantes en soportes y canales comprometidos con el deber de veracidad y equilibrio informativo La investigación que involucra a sujetos humanos y animales se ajusta al estándar más exigente de respeto a sus derechos y bienestar |
Corregible | La teoría y sus enunciados están sujetos a modificación, inducida por nuevas observaciones El tratamiento de los aspectos cualitativos y cuantitativas se lleva a cabo con herramientas transparentes y mediante protocolos revisables o mejorables |
Integradora | El contenido facilita la convergencia o integración de teorías previas no consideradas compatibles La explicación no excluye la posibilidad de integrar nuevas teorías en desarrollo |
Provisional | El contenido no se presenta como infalible Se consideran las condiciones para una revisión radical o refutación de la teoría Se incentiva el proceso de crítica y escrutinio público para nuevos resultados |
Verosimilitud | Los enunciados y conclusiones no requieren una alteración radical del marco de relaciones causales y magnitudes físicas conocidas (ontología realista) Los resultados son compatibles con una caracterización verosímil de la naturaleza y sus procesos Los elementos cualitativos se introducen previa justificación teórico-conceptual |
Fuente: Elaboración propia, a partir de los criterios extraídos de bibliografía especializada posterior a 2005 que proponen E. W. Baars et al. (2018). “An assessment of the scientific status of anthroposophic medicine, applying criteria from the philosophy of science”. Complementary Therapies in Medicine, 40, 145–150. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.ctim.2018.04.010. Véase Tabla 1 (pág. 146).
Barajados en conjunto por quienes han tenido la oportunidad de entrenarse en la evaluación de proyectos, programas, planes y propuestas de investigación, constituyen un marco robusto para identificar los estándares de calidad con los que trabajan actores individuales e institucionales involucrados en el conjunto de tareas y procedimientos que aglutina la investigación científica. Considerado un sistema robusto y fiable, no está exento de grietas ni es inmune a los casos de mala praxis. En la práctica, deficiencias en el contenido, metodología, originalidad o consistencia de los enunciados fundamentales de un trabajo científico pueden pasarse por alto en un proceso de revisión de bajo coste, focalizado en la valoración de aspectos formales (factor de impacto, índices de productividad, indicadores cuantitativos del equipo de colaboradores, etc.). La consolidación de trayectorias profesionales exitosas y duraderas sustentadas en trabajos fraudulentos o deficientes en cuanto a contenido o metodología es poco probable, pero no se puede descartar. Los sistemas de revisión de calidad en la producción investigadora tienen grietas de diverso tipo en todos sus niveles, que pueden ser aprovechadas por actores malintencionados bajo diversas configuraciones de los sistemas de incentivos y sanciones vigentes en las instituciones científicas.97
8. Comunidad epistémica
La actividad diaria que desarrollan individuos e instituciones requiere involucrarse en secuencias de decisiones que toda la red de actores concernidos supone motivadas por criterios de racionalidad, inspirados en creencias verdaderas y justificadas. Se asume que la incertidumbre, el azar o la mala fe pueden influir o condicionar el resultado; pero la compleja organización del sistema social incluye múltiples oportunidades, procedimientos y plataformas para facilitar a sus integrantes que operen con grados de conocimiento suficiente y ejerciten las competencias cognitivas o psicológicas adecuadas en las situaciones que lo requieran, para salir de dudas o minimizar la probabilidad de errar y ser engañados.
En este sentido cabe hablar de comunidades epistémicas, referidas a entidades de mayor alcance que las profesiones para cuyo ejercicio se requiere una cualificación exigente, y en cuyo marco es posible desarrollar actividades complejas, sujetas a revisión por múltiples actores con responsabilidad en las mismas y capacidad para evaluar cursos posibles de acción y sus consecuencias. Ciertos grupos y organizaciones cuentan como la última referencia de ámbito estatal o supraestatal para asesorar en contexto forense o político sobre problemas complejos, para cuya solución es preciso adoptar decisiones sustentadas en el mejor conocimiento disponible.98
En problemas de alcance mundial —el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono, las pandemias, las crisis financieras y los desastres nucleares son ejemplos habituales—, la comunidad epistémica incluye a organizaciones como el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Con grados variables de eficacia, son capaces de coordinar la investigación de miles de expertos a escala mundial para identificar riesgos y amenazas cuya gestión exitosa depende de la calidad del conocimiento obtenido sobre el problema, de protocolos de actuación basados en la evidencia y de la fiabilidad de los modelos utilizados para calcular los escenarios de riesgo.99
En la investigación de crímenes o casos de corrupción a gran escala es habitual la colaboración entre múltiples instancias y colectivos de personas expertas, para consolidar un sustrato sólido de indicios, evidencia y pruebas a partir del cual puedan derivarse las responsabilidades individuales o colectivas por los delitos cometidos. Se asume como parte del proceso que quienes figuren como presuntos responsables —investigados, encausados— harán todo lo que esté a su alcance para ofuscar la verdad, confundir a la fiscalía o acusación y lograr la máxima atenuación de responsabilidad. Su derecho a la defensa incluye el recurso a asistencia legal especializada, testigos, pruebas documentales e informes periciales o revisión de las pruebas presentadas en su contra por la acusación —víctimas o personas damnificadas—. Los casos frecuentes de discrepancias entre las partes sobre los hechos y sus responsables suelen remitirse a instancias superiores, donde ciertos actores actúan en calidad de “meta-expertos”, sin ulterior referencia en el conflicto de interpretaciones que orientan la atribución o exención de responsabilidad. Es un proceso con fases limitadas, regido por el deber de veracidad en los testimonios, que puede requerir la participación de personal experto de diversas profesiones y con reglas de juego limpio vinculantes para todas las partes.100
Las comunidades epistémicas funcionan combinando conocimiento, habilidades, disposiciones y metodologías de trabajo que dan buenos resultados en ciertos dominios de problemas. Pero la complejidad de los sistemas sociales genera situaciones inéditas, escenarios de riesgo y fenómenos emergentes para cuyo tratamiento no se tienen precedentes ni protocolos de trabajo institucionalizados. Entre los elementos que comparten quienes integran una comunidad epistémica figuran creencias y valores, criterios intersubjetivos de validez y filtrado de ideas o productos culturales, familiaridad con ciertas prácticas orientadas a obtener y revisar conocimiento, capacidad para discernir entre colectivos profesionales pertinentes según el caso, etc. En ocasiones se constituyen en comunidad epistémica colectivos muy reducidos —familiares de pacientes afectados por enfermedades raras, p. ej.— que delimitan un nicho específico de problemas e intereses para los que se carece de comunidad experta de referencia, y donde actúan como los únicos actores capaces de generar el escaso conocimiento teórico-práctico disponible, por lo general al margen de las instituciones y sin capacidad para influir en la toma de decisiones.101
En ciertos contextos, las dificultades y obstáculos para esclarecer crímenes o accidentes fuerzan a los familiares de las víctimas a asumir la carga de la prueba y costear el desarrollo de la investigación, exponiéndose con frecuencia a riesgos importantes en el proceso.102 Ocurre en regímenes totalitarios y en países infiltrados por mafias y grupos criminales, cuyas autoridades controlan toda la cadena institucional a la que correspondería la iniciativa por esclarecer torturas, asesinatos, secuestros y desapariciones forzadas, e identificar a sus responsables. La negligencia y omisiones de los actores estatales deja miles de casos sin esclarecer y a sus responsables en completa impunidad, forzando a los colectivos de víctimas y asociaciones de derechos humanos a emprender un largo y tortuoso proceso de esclarecimiento de la verdad.103
El periodismo profesional y los medios de comunicación independientes y veraces juegan un papel insustituible en la articulación de la comunidad epistémica. Aportan personas especializadas en campos temáticos de especial complejidad, facilitando la transferencia de conocimiento y la permeabilidad social de resultados de investigación difíciles de entender o interpretar para lectores sin formación especializada. En innumerables casos, la investigación desarrollada por profesionales con trayectoria en ciertos problemas o colaborando con equipos de periodistas de varios países ha sido clave para desvelar casos de corrupción a gran escala, violaciones de los derechos humanos y tramas multinacionales de sobornos y fraude fiscal.104
El valor social del periodismo profesional y de investigación se aprecia sobre todo en contextos donde asociaciones políticas con fines delictivos consiguen penetrar las instituciones hasta los máximos órganos de control bajo su jurisdicción, y logran sesgar en su favor la actuación de la policía, tribunales de justicia, empresas públicas y medios de comunicación. Un caso de este tipo fue el accidente de Metrovalencia el 3 de julio de 2006, que causó la muerte a 43 personas e hirió a otras 47. Su gestión constituye un lamentable ejemplo de cómo las instituciones responsables del transporte público (asistidas por las compañías aseguradoras) emplean cualquier tipo de artimañas para evitar, diluir o minimizar su responsabilidad. Atribuido inicialmente a un exceso de velocidad, la investigación posterior puso de manifiesto carencias en materia de seguridad que habrían podido solucionarse con equipos no especialmente caros, disponibles en otras vías similares y capaces de interaccionar automáticamente con el sistema de frenado, si fallaba la reacción humana.105
En una primera fase el caso terminó cerrándose sin concretar responsables políticos ni técnicos (solo causas fortuitas, pues el conductor falleció en el accidente); hasta que un grupo de periodistas mostraron en diversos medios y en un programa de televisión de cobertura estatal —“Salvados”, de Jordi Évole, en La Sexta— cómo fueron aleccionados los testigos antes de declarar y sobornados los familiares de las víctimas con ofertas de trabajo o dinero, a cambio de silencio y de la renuncia a reclamar en los tribunales una compensación más justa. Ante las evidencias de manipulación informativa, ocultación de pruebas e influencia indebida sobre testigos y técnicos, el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo aceptó ocuparse del caso y el 13 de enero de 2015 comunicó a la Asociación de Víctimas del accidente que iba a investigar la manipulación política e informativa del accidente. Se reabrió el caso y el 27 de enero de 2020, trece años y medio después, la titular del juzgado de lo Penal número 6 de València condenaba a cuatro exdirectivos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) –empresa que gestiona el metro– por 43 delitos de homicidio por imprudencia grave profesional y 36 delitos de lesiones también por imprudencia grave profesional.106
Los esquemas de liderazgo pueden condicionar de manera decisiva la dinámica y eficacia de un sistema social en tanto que comunidad epistémica. La limitación temporal del mandato político introduce un sesgo cortoplacista en la toma de decisiones, a menudo incompatible con la planificación a largo plazo que requiere el abordaje de problemas complejos en cuestiones ambientales, energéticas, sanitarias, laborales, etc. En sentido contrario, la urgencia de las medidas requeridas para prevenir escenarios de riesgo con alta probabilidad puede quedar atenuada por los ciclos de prioridades, oportunismo y retrasos que marca el calendario electoral.107
Con frecuencia se subestima el riesgo derivado de esquemas de liderazgo refractarios al conocimiento experto sobre problemas bien estudiados. Un contexto donde los intereses del Estado son definidos por responsables de la toma de decisiones sin asesoramiento experto o en función de criterios exclusivamente ideológicos constituye en sí mismo un factor de riesgo que conviene tomar muy en serio. Entre otras razones, porque facilita a muchos actores poderosos un deslizamiento hacia esquemas de pensamiento mágico e ingeniería social ajena por completo a la complejidad de las relaciones causa-efecto y a las posibilidades verosímiles del entramado sociopolítico en el que pretenden incidir.108
Un sistema social articulado como comunidad epistémica no puede prescindir de las redes de personas expertas en el diseño de políticas y estrategias para abordar problemas técnicamente complejos, siempre en contextos de incertidumbre y a menudo bajo el impacto de dinámicas de riesgo y de crisis multidimensional cuya urgencia difícilmente encaja con los tiempos de un debate colectivo sosegado. Sin el apoyo de instituciones independientes, con los medios y personal especializado para extraer información relevante de contextos cargados de ruido y desinformación, es impensable una gestión política responsable y eficiente en problemas sustantivos de ámbito local, estatal o regional. Incluso la mera recogida de datos fiables que sustenten la toma de decisiones resulta tan costosa que los países de una misma región se ven obligados a cooperar en la construcción y mantenimiento de sistemas de alerta, evaluación de riesgos y coordinación de servicios de prevención o mitigación.
Existe una compleja red de actores, instituciones y prácticas dependientes de investigación especializada para generar conocimiento, identificar las mejores prácticas y adecuar los procesos de cualificación. Son la base de procesos de selección exigentes, que difícilmente se superan sin capacidades psicológicas, aptitudes y competencias cognitivas sofisticadas. Incluyen procedimientos y recursos destinados a la detección del fraude, del intrusismo profesional y de prácticas subóptimas o negligentes, para reducir al mínimo la probabilidad de que actores sin las disposiciones adecuadas ocupen posiciones de expertos y desarrollen actividad profesional cualificada. Pero las exigencias de los procesos de cribado establecidos para integrarse activamente en la comunidad científica no son comparables a los filtros y derechos de admisión establecidos para innumerables actores que, con o sin apoyo de las urnas, terminan en posiciones cruciales para condicionar los procesos de toma de decisiones.109
9. Negligencia
Las conductas negligentes que derivan en daños o lesiones de gravedad pueden darse en cualquier contexto de actividad profesional, si bien son más frecuentes en aquellos donde las demandas de intervención se concretan en situaciones de urgencia, con escaso margen para una ponderación reflexiva de los riesgos asociados. La asistencia jurídica, la asesoría en servicios financieros o la atención médica en cualquiera de sus especialidades constituyen ejemplos típicos de actividad profesional donde la mala praxis tiene consecuencias de especial gravedad para los perjudicados. La variable temporal y un desajuste entre recursos y necesidades pueden constreñir la toma de decisiones hasta el punto de generar contextos proclives al desastre, o con tasas de accidente, lesiones y letalidad muy superiores al promedio en servicios similares. El alto coste para las instituciones con más litigios por negligencia profesional, más las provisiones o reservas para hacer frente a futuras sentencias desfavorables, consume una cantidad importante y creciente de recursos que agravan las carencias materiales y de personal, hasta el punto de comprometer la viabilidad del sistema.110
La probabilidad de actuaciones subóptimas, errores o mala praxis es significativamente más alta en los servicios de maternidad, por los efectos catastróficos que tienen las lesiones durante el parto; también en los servicios de cirugía y anestesiología; en diagnóstico de patología oncológica y cardíaca; y en la prescripción y administración de fármacos (véase Figura 8). Aparte del coste reputacional y económico para las instituciones sanitarias, ha de tenerse en cuenta el impacto psicológico y económico que tiene en pacientes y familiares involucrarse en litigios de este tipo, así como los cambios que estos elementos introducen en la relación profesional o en la calidad de las condiciones de trabajo.111
No es infrecuente que, para los accidentes más graves, los servicios jurídicos contratados por las propias instituciones donde trabajan los profesionales acusados de negligencia hagan todo lo posible por evitar el coste de las indemnizaciones, focalizando la máxima responsabilidad por el desenlace en los trabajadores. Actuaciones de este tipo pudieron documentarse en los procesos judiciales abiertos tras la catástrofe del Prestige (contra el capitán del barco) o tras el accidente del Alvia en la curva de Angrois (contra el maquinista de Renfe). Estos casos aportan detalles suficientes para destacar la importancia de los sistemas o modelos de gestión en los que muchos profesionales se ven obligados a desarrollar su actividad, y el riesgo que asumen cuando los criterios de explotación priorizan el ahorro a costa de la seguridad y de las garantías de calidad en los procesos de supervisión de los medios con los que trabajan.112
Una infraestructura deficiente incrementa el riesgo de accidente con consecuencias fatales, y contribuye a consolidar estándares de servicio inferiores a los exigidos por las guías de buenas prácticas y la evolución del ecosistema tecnológico de referencia. Los recortes del gasto que afectan a elementos esenciales para garantizar la calidad de ciertos servicios conllevan, a menudo, sesgos importantes en los procedimientos de auditoría y rendición de cuentas, dificultando en particular la detección temprana de actuaciones subóptimas y la falta o deterioro de competencia profesional en ciertos trabajadores.113
La captura del regulador se produce cuando instancias estatales creadas para la defensa del interés general quedan en manos de personas o colectivos con incentivos para favorecer los intereses de grupos políticos o de empresas y particulares en el sector que le corresponde regular. A corto y largo plazo, dichas instancias quedan inactivadas en su capacidad para identificar o sancionar malas prácticas y prevenir los riesgos asociados con actividades peligrosas para la salud y el medio natural. Los resultados pueden agravarse por la descoordinación entre servicios de auditoría, seguridad laboral y prevención de riesgos en tanto que factores organizativos y de control que favorecen condiciones compatibles con un bajo desempeño profesional, donde son más frecuentes las actuaciones capaces de producir lesiones o muertes evitables.114
Contextos muy cerrados de gestión política en los ámbitos municipal, autonómico o estatal pueden favorecer cauces múltiples de tráfico de influencias y uso de información privilegiada, sin descartar la prevaricación y otras formas de corrupción orientadas a impedir la libre competencia y la entrada de nuevos actores con capacidad para mejorar la prestación del servicio. Por lo general pasan años hasta que las estadísticas de bajo desempeño o mortalidad y accidentes superiores al promedio desencadenan los procesos necesarios de auditoría independiente. Para entonces, el daño causado y los costes judiciales y reputacionales pueden ser tan considerables que hagan inviable el servicio en cuestión.115
A esta conclusión llegó la comisión creada por el Ministerio de Sanidad británico para investigar un exceso de mortalidad en el Hospital Mid-Staffordshire —entre 400 y 1.200 fallecimientos más de lo esperable estadísticamente en servicios similares durante el periodo 2005-2008— resultado de una gestión que dio prioridad a “la consecución de objetivos económicos por encima de la calidad del servicio”. Los cientos de muertes evitables en un solo centro tenían como trasfondo un patrón de gestión similar tras la privatización de varios centros más de la misma red, con una cifra verosímil de 3.000 muertes evitables y en ausencia de mecanismos reguladores eficaces, con capacidad coactiva para disuadir de las malas prácticas (a menudo interpretadas como meras irregularidades por el personal sanitario).116
La gravedad de las catástrofes químicas a finales del siglo XX (Chernobyl, en 1986; Bophal, en 1984; y Seveso, en 1976) mostraron la importancia del factor humano en el complejo sistema de componentes, protocolos y responsabilidades atribuidas a los distintos operadores. Cada segmento funcional incrementa la probabilidad de fallos susceptibles de provocar accidentes. Aunque estos casos de la industria química contribuyeron a mejorar las herramientas analíticas y matemáticas de evaluación de riesgos y simulación de escenarios de emergencia o daños, en lo esencial dependen de información basada en el conocimiento de los expertos, quienes con frecuencia no manejan datos actualizados ni supervisan directamente los efectos de la reducción de costes y falta de mantenimiento con impacto en la salud de los trabajadores y en la seguridad de las instalaciones.117
La fuga de gas tóxico en el accidente de Bhopal (India) causó 8.000 víctimas, 4.000 discapacidades permanentes y 520.000 exposiciones a gases tóxicos. Pero fallos similares a los que provocaron la catástrofe de Bhopal se han podido constatar en otro accidente por fuga de gas estireno en Visakhapatnam (India), que en mayo de 2020 mató a 12 personas y causó daños importantes en los alrededores de la planta. En ambos casos falló el sistema de respuesta que debería evitar el riesgo para las comunidades cercanas, y que debería haber incluido la colocación de sensores de monitorización para detección temprana y sistema de alerta por fuga de gases tóxicos en las vallas de la planta.118
Incluso contando con tecnología avanzada de sensores y sistemas de monitorización y alerta temprana, es inevitable plantearse bajo qué esquema de gestión de riesgos fue posible autorizar la construcción de una planta química con procesos que requerían volúmenes importantes de gases tóxicos en las cercanías de asentamientos comunitarios, o la ampliación de estos en las proximidades de una zona de actividad industrial de alto riesgo. Asimismo, cabe preguntarse por el impacto de la cultura preventiva y el entrenamiento del personal técnico cuando las deficiencias sustantivas corresponden al sistema sociotécnico y al marco regulador a través de los cuales el riesgo se materializa, casi siempre priorizando la reducción de costes.119
En la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón, la catástrofe del 11 de marzo de 2011 se produjo por una combinación de factores naturales (un terremoto de magnitud 9,0 que inició las olas del tsunami que inundaron el emplazamiento de la central) y deficiencias en la respuesta humana (sobre todo, retraso en las medidas de protección de la población que requerían evacuación o reubicación). Decenas de muertes evitables se produjeron por fallo en los dispositivos para traslado de ancianos y personas hospitalizadas. Tras un balance de más de 15.000 víctimas —el segundo accidente nuclear más grave registrado— el gobierno japonés reconoció que su “sistema de gestión de crisis” era inadecuado para responder con eficacia a la combinación de terremoto, tsunami y desastre nuclear.120
Fig. 8. Reclamaciones por negligencia clínica, según especialidad, en el Reino Unido (2016-2017) |
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Fuente: National Audit Office (2017). Managing the costs of clinical negligence in trusts. London, England: National Audit Office. Pág. 18. |
10. Malevolencia epistémica
Si la búsqueda de la verdad o de conocimiento sirve de aglutinante para las virtudes intelectuales, cabe esperar un elemento similar para explicar el rechazo a la evidencia y la conformidad con explicaciones superficiales, la pereza en los procesos de investigación, la falta de rigor intelectual y el dogmatismo. El rechazo a las normas y valores epistémicos tiene graves consecuencias, puesto que debilita o vicia de raíz cualquier intento de clarificación intelectual y agrega acciones individuales afectadas por grados diversos de irracionalidad. En este sentido procede hablar de malevolencia epistémica, atribuible a quienes, además de despreciar la verdad y articular discursos inconsistentes —charlatanería o bullshit, según la caracterización de Harry Frankfurt y Gary Hardcastle—121 destinan recursos importantes a manipular a la audiencia, con una intención expresa de vender patrañas, distorsionar creencias y generar las consecuencias previsibles de un escenario de acciones y omisiones arraigadas en la mentira, la ignorancia y el sinsentido.122
La malevolencia epistémica no se limita a esgrimir sin complejos el repertorio de sandeces y estereotipos que hacen previsibles los puntos de vista de partisanos y candidatos en campaña electoral. Consiste, ante todo, en articular mensajes, propuestas de acción y estrategias de confrontación y activismo sobre razones incompatibles con las exigencias de verdad, análisis y rigor profesional que resultan ineludibles en un encuadre reflexivo y socialmente responsable de los temas sujetos a controversia. El efecto de la malevolencia en la comunidad epistémica consiste en menoscabar la contribución de las profesiones técnicamente cualificadas y de las dinámicas de cooperación al servicio de la verdad, como fuente de creencias y justificación de acciones en las que la sociedad organizada se juega sus recursos, sus valores y su futuro.123
La conexión entre creencias verdaderas y acciones coherentes con las mismas se presupone en los mensajes de las instituciones constituidas al servicio del interés general. En mayor grado si se trata de entidades políticas, judiciales, educativas o sanitarias. Esto explica que resulten aberrantes acciones como la exigencia de aplicar ozonoterapia a un paciente con COVID-19, tramitada por sus familiares a través de cauces judiciales y en contra del criterio del hospital donde estaba ingresado. Tratándose de una pseudoterapia o tratamiento sin validez clínica demostrada y con efectos adversos conocidos, es incomprensible que la admisión a trámite de la demanda se produzca sin indagar primero la base científica que justificaría el recurso a dicho tratamiento y las recomendaciones de las instancias sanitarias pertinentes —Agencia Española del Medicamento, Ministerio de Sanidad—, incluso cuando la finalidad fuese meramente compasiva.124
En la práctica, el caso ejemplifica un modo de injerencia en las evaluaciones clínicas de profesionales que, de haber tenido recorrido, habría contribuido a derivar recursos necesarios en las graves circunstancias de la pandemia durante el año 2021 para objetivos sin sustento razonable en evidencia obtenida mediante ensayos clínicos, y ponderable frente a los riesgos conocidos. Siendo comprensible la angustia de los familiares ante el fracaso de los tratamientos previos y sin alternativas bajo el protocolo de asistencia vigente, la insistencia vía judicial en aplicar la pseudoterapia constituye un modo inaceptable de sobreponer creencias injustificadas al interés general. La irracionalidad resultante no se diferencia gran cosa de la esperable cuando un curandero recomienda soluciones milagrosas a base de lejía diluida para combatir el coronavirus o cuando un político recomienda baños de sol e inyecciones de desinfectante para el mismo fin.125
En Brasil, el Ministerio de Salud difundió un protocolo que recomendaba la prescripción de hidroxicloroquina —un fármaco utilizado contra la malaria y varias enfermedades autoinmunes— a pacientes con síntomas leves de COVID-19. La presión del entonces presidente de la República, Jair Bolsonaro, llevó a colocar en el Ministerio de Salud a personas sin vínculo alguno con la profesión médica, pero con capacidad para tomar decisiones ajenas por completo al criterio de la comunidad científica. En un contexto de escasez de recursos y capacidad de respuesta coordinada de las instituciones sanitarias, la insistencia del presidente llevó a los servicios municipales de salud a distribuir comprimidos de hidroxicloroquina, junto con antiparasitarios y vitamina C. La inutilidad y carencia de sentido de esta campaña era obvia a tenor de las indicaciones contrarias al uso de cloroquina emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y las asociaciones brasileñas de infectología y neumología, corroboradas poco después por estudios y ensayos clínicos concluyentes acerca de su ineficacia contra la COVID-19, en cualquiera de sus fases de gravedad.126
Pese a todo, el Laboratorio Químico y Farmacéutico del Ejército recibió indicaciones del Ministerio de Defensa y de Sanidad para elaborar 3,2 millones de tabletas de cloroquina durante 2020, incrementando con creces el lote de 250.000 comprimidos que producía cada dos años antes de la pandemia. Una investigación en Comisión Parlamentaria concluyó que el stock de pastillas había sido donado al Ministerio de Sanidad, tras la publicación de una nota informativa que recomendaba el uso de la cloroquina como “terapia coadyuvante en el tratamiento” de las variantes graves del coronavirus. Dado que parte de la materia prima para su producción se importaba de la India, varias empresas vinculadas al presidente incrementaron notablemente sus ventas e ingresos, incluso adelantando cantidades importantes de difícil justificación, pues India bloqueó las exportaciones.127
El efecto de la malevolencia epistémica en la toma de decisiones se agrava en escenarios de riesgo como los ocasionados por la pandemia de COVID-19, donde los tiempos de respuesta y la eficacia en la distribución de recursos son determinantes. Brasil registró casi 35 millones de casos confirmados de infección por coronavirus y 688.835 fallecidos entre diciembre de 2019 y el 17 de noviembre de 2022. Es el segundo país del mundo con mayor mortalidad por esta causa (3.218,95 muertos por millón), superado solo por Estados Unidos (más de 98 millones de casos confirmados, 1.101.370 fallecidos y 3.240,66 muertos por millón).128
Todos los ámbitos de gestión política están afectados por factores de riesgo y amenazas externas e internas que demandan acciones respaldadas por conocimiento experto, a menudo con ventanas de oportunidad y eficacia que no permiten varios intentos, puesto que los errores pueden tener consecuencias irreversibles y resultar agravados por circunstancias impredecibles.129
La campaña y proceso conducente al Brexit, en el Reino Unido, aportan otro contexto interesante para entender cómo opera la malevolencia epistémica. La salida de la Unión Europea fue “vendida” en campaña por los partidarios del Brexit como la mejor opción para controlar los flujos migratorios, evitar la subida de impuestos y disponer de mayor autonomía en política económica y control de caladeros en aguas territoriales. Sin embargo, con algunos años de perspectiva tras la finalización de las sucesivas prórrogas y periodo de transición —el Reino Unido e Irlanda del Norte dejaron de ser Estado miembro de la Unión Europea y pasaron a tener la consideración de tercer estado el 31 de enero de 2020, culminando el proceso iniciado el 23 de junio de 2016 con el referéndum y su resultado de 51,9% a favor frente a 48,1% en contra— el balance sobre el impacto del Brexit en la economía dista mucho de las promesas hechas durante la campaña de 2016.
En pocos meses se tuvo constancia de los riesgos logísticos y los inconvenientes de la dependencia de productos básicos de la UE —alimentos y medicamentos, en particular—, agravada por un macroentorno cambiante con capacidad para distorsionar las cadenas de suministro, la importación de tecnología, la producción industrial y el mercado laboral. Los nuevos procedimientos de control de fronteras han reducido la disponibilidad de trabajadores cualificados. Y el aumento de los costes se ha agravó por la invasión rusa de Ucrania, con impacto directo en los mercados de productos básicos, el comercio, los flujos financieros, la confianza de los inversores y la escasez de bienes exportados por Rusia y Ucrania (carbón, gas natural, trigo, fertilizantes, ciertos metales, etc.), encarecidos entre un 30% y un 60%.130
A finales de 2022, no es exagerado concluir que la salida de la UE ha hecho a los ciudadanos del Reino Unido más pobres y vulnerables a los factores internos y externos que determinan la subida del coste de la vida y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Quienes alcanzan ahora la mayoría de edad comprueban cómo las hipotecas quedan fuera de su alcance y el precio desorbitado del gas y la electricidad los convierte en artículos de lujo para millones de trabajadores asalariados. El sueño de una mejora garantizada de la calidad de vida sin la dependencia de la UE, con servicios públicos mejor financiados, aulas sin masificar, menos impuestos y mejor democracia, ha resultado un ejercicio de cinismo sumamente peligroso. Sus proponentes lograron engatusar a más de la mitad de los votantes, dispensando con mentiras del esfuerzo de análisis y cautela necesarios para prevenir las consecuencias que ahora todos padecen.131
Recapitulación
La falta de contrapesos culturales y epistémicos a los dispositivos generadores de irracionalidad y cinismo, como respuesta a problemas complejos, intensifica dinámicas de conflicto y polarización social. Las decisiones imprudentes e irreflexivas en asuntos que afectan a millones de personas pueden precipitar situaciones inmanejables de inestabilidad política, reacciones de pánico y desconfianza acerca de la utilidad de las instituciones democráticas. Generan un contexto proclive a la difusión de bulos y teorías de la conspiración, minando de raíz todas las estrategias de cooperación social al servicio del interés general. Se refuerzan así las condiciones para el surgimiento de esquemas de liderazgo autoritarios y refractarios al conocimiento sobre la complejidad de los procesos que se pretende controlar.
Esta dinámica permite entender, al menos en parte, la evolución del voto en países como Francia, Suecia, Italia y Alemania a finales del año 2022 —con un apoyo creciente a partidos de extrema derecha— y la vuelta de Donald Trump a la presidencia en 2024. A diferencia del negacionismo articulado sobre el propósito de cuestionar la evidencia para retrasar las soluciones y medidas transformadoras del statu quo, los actores sin escrúpulos epistémicos pueden desencadenar escenarios de crisis e irracionalidad colectiva de consecuencias devastadoras. Sobre este trasfondo social y político debe articularse la reflexión acerca de la utilidad del conocimiento.
Material complementario
En un contexto donde la información circula con rapidez y abundancia, cuesta distinguir las voces autorizadas de aquellas que simulan un conocimiento que no poseen. El intrusismo profesional se produce cuando personas sin la formación adecuada pretenden ejercer tareas especializadas, características de una profesión, y lucrarse sin aportar en su práctica las competencias y capacitación requeridas para proporcionar un servicio eficaz y seguro a pacientes o clientes. Es un delito tipificado en el Código Penal (Artículo 403.1), que se consuma sin haber provocado daño (basta el intento de ejercer u ofertar servicios en local abierto al público, sin disponer del título académico o la credencial administrativa que habilita para el ejercicio de una profesión).
Sus efectos pueden ser letales en muchos ámbitos, y sobre todo en los relacionados con profesiones sanitarias (más adelante se detalla el caso de un falso cirujano plástico).
DEXIA Abogados (2022, 19 enero). El delito de intrusismo profesional en el Código Penal. https://www.dexiaabogados.com/blog/delito-intrusismo-profesional/
El intrusismo epistémico es una variante del fenómeno que con frecuencia pasa desapercibida. Ocurre cuando individuos sin experiencia, formación o conocimientos suficientes en un campo se presentan como autoridades en la materia —con frecuencia en congresos, conferencias o foros y canales de acceso abierto— y distorsionan o comprometen la calidad del conocimiento compartido. Este fenómeno se relaciona directamente con el concepto de fraude epistémico, entendido como la manipulación deliberada de la verdad con fines diversos, desde ánimo de lucro asociado con la venta de cierto producto o material hasta la búsqueda de prestigio académico y social (mejora del capital político, incrementar el número de seguidores, etc.).
Pandemia de COVID-19 y el surgimiento de expertos autoproclamados
Durante la pandemia de COVID-19, personalidades con gran visibilidad mediática pero sin formación en epidemiología, virología o salud pública contribiyeron a promover tratamientos sin evidencia científica, cuestionaron las medidas sanitarias compatibles con evidencia y difundieron bulos o teorías no verificadas sobre el origen del virus. En salud pública y protección ambiental el intrusismo epistémico puede tener consecuencias graves y directas a escala individual y poblacional. Un número considerable de “expertos” autoproclamados —incluyendo actores con cualificación y experiencia en algunas profesiones sanitarias— contribuyeron a la confusión general, dificultaron la implementación de medidas sanitarias efectivas y, en algunos casos, promovieron tratamientos potencialmente peligrosos.
Tappe, Lily & Lucas, Daniel (2022). Of Sheeple and People: Echo Chambers, Pseudo-experts and the Corona Crisis. Disputatio 11 (20):119-131. https://philpapers.org/archive/TAPOSA.pdf
Algunos aspectos que permiten identificar el fraude epistémico:
- Imitación del lenguaje especializado: Adopción de terminología técnica y jerga especializada para simular conocimiento experto.
- Aprovechamiento de credenciales en campos adyacentes: Utilización de títulos o experiencia en un campo para hablar con autoridad en otro no relacionado.
- Explotación de la incertidumbre: Aprovechamiento de áreas de incertidumbre científica para presentar especulaciones como hechos.
- Manipulación emocional: Uso de narrativas emotivas que conectan con miedos o esperanzas del público para eludir el escrutinio racional.
- Apelación a la “sabiduría alternativa”: Presentación de ideas no verificadas como conocimientos “silenciados” o “alternativos” a la ciencia establecida.
El fraude epistémico socava la confianza en las instituciones que producen o gestionan conocimiento y dificulta la toma de decisiones informadas, en el ámbito individual o colectivo. En una sociedad democrática, donde las políticas públicas deberían basarse en el mejor conocimiento disponible, el fraude epistémico representa una amenaza para la calidad de la deliberación pública.
Goodman, S. & Bondy, M. (2020, 10 septiembre). “Pseudo-expertise should not guide America’s response to COVID-19”. Los Angeles Times. https://www.latimes.com/opinion/story/2020-09-10/americas-response-covid-19
Rauch, J. (2021). The constitution of knowledge: A defense of truth. Brookings Institution.
1. El papel del consenso y el escrutinio crítico
El conocimiento científico contemporáneo no es el producto de mentes individuales aisladas, sino que emerge de procesos sociales complejos dentro de comunidades epistémicas. Una comunidad epistémica puede definirse como un grupo de individuos que:
- Comparten metodologías y criterios de evaluación basados en la evidencia
- Poseen un cuerpo de conocimiento especializado
- Mantienen mecanismos de validación y crítica interna
- Establecen estándares exigentes de formación y acreditación
- Desarrollan normas éticas para la práctica dentro del campo
Conviene aclara que reconocer el carácter social de la ciencia no implica considerarla en su conjunto como un mero constructo social. La objetividad científica emerge, paradójicamente, a través de procesos intersubjetivos de crítica, revisión y consenso, donde la observación, la medición precisa y la experimentación según diseños y metodologías validadas, junto con el manejo de fuentes rigurosas, desempeñan un papel crucial y por lo general determinante de la calidad de los resultados.
- Haas, P. (2021). “Epistemic communities”. En Oxford University Press eBooks (pp. 698-C40.S15). https://doi.org/10.1093/law/9780198849155.003.0040
- Bevir, M. (2007). “Epistemic community”. Encyclopedia Of Governance. https://doi.org/10.4135/9781412952613.n166
- “Epistemic community”, en Wikipedia (2025a, abril 29). https://en.wikipedia.org/wiki/Epistemic_community
2. Confianza epistémica y autoridad científica
La confianza epistémica —la disposición a aceptar el testimonio de otros como fuente de conocimiento— resulta fundamental para el funcionamiento de las comunidades científicas. Pero tiene poco que ver con el modo de entender el rol de la autoridad en otros contextos. A diferencia del liderazgo político, en la investigación científica la confianza se sustenta en:
- La evaluación de las credenciales y trayectoria de quien habla o publica
- La transparencia de los métodos utilizados y la reproducibilidad de los resultados
- La coherencia de las afirmaciones con el cuerpo de conocimiento establecido
- La eficacia de los mecanismos institucionales que garantizan la integridad y calidad de procesos esenciales de control de calidad (como la revisión por pares, por ejemplo).
Pero esta confianza no es ciega ni absoluta. Las comunidades epistémicas saludables mantienen una tensión productiva entre confianza y escepticismo, entre el respeto a la autoridad basada en la experiencia y la vigilancia crítica ante posibles errores o sesgos, incluyendo la apertura a métodos y técnicas de trabajo más fiables y precisas. La distancia crítica en ningún caso debe ser interpretada como desafección y falta de confianza en la labor social que desarrollan quienes se dedican profesionalmente a la investigación científica.
Cologna, V., Mede, N.G., Berger, S. et al. (2025). “Trust in scientists and their role in society across 68 countries”. Nature Human Behaviour 9, 713–730. https://doi.org/10.1038/s41562-024-02090-5
3. Injusticias epistémicas y sus efectos en la producción de conocimiento
Las dinámicas de poder y exclusión pueden distorsionar la producción de conocimiento. Miranda Fricker identifica dos formas principales de injusticia epistémica:
Injusticia testimonial: Cuando la credibilidad de un hablante es disminuida debido a prejuicios identitarios (relacionados con género, etnia, clase social, etc.).
Injusticia hermenéutica: Cuando grupos sociales carecen de los recursos conceptuales necesarios para articular y comprender aspectos significativos de su experiencia.
Este tipo de injusticias dañan directamente a los individuos afectados y empobrecen el conocimiento colectivo al excluir perspectivas potencialmente valiosas. Una comunidad epistémica robusta suele disponer de medios para reconocer y contrarrestar activamente tales sesgos.
4. Vigilancia epistemológica y detección de fraudes como práctica colectiva
El examen crítico continuo de los propios supuestos, métodos y conclusiones constituye una práctica esencial dentro de comunidades epistémicas saludables. Debe formar parte del entrenamiento y aprendizaje exigido a quienes aspiran a convertirse en actores creíbles en la producción de conocimiento científico. Este tipo de escrutinio crítico implica:
- El reconocimiento de los límites del propio conocimiento
- La disposición a revisar creencias a la luz de nueva evidencia
- La apertura a la crítica fundamentada
- La conciencia de posibles sesgos cognitivos y sociales
En un contexto de desinformación, la competencia y disposiciones para el escrutinio crítico deberían extenderse más allá de los límites tradicionales de las comunidades científicas. La “alfabetización epistémica” es más amplia que la alfabetizacion científica, e involucra a muchos más actores que los colectivos de expertos(as).
- Fricker, M. (2009). Epistemic injustice: Power and the ethics of knowing. Oxford University Press.
- Sosa, E. (2007). A virtue epistemology. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199297023.001.0001
1. Cuando la negligencia cuesta vidas: El caso de la DANA en Valencia (2024)
El 29 de octubre de 2024, la Comunidad Valenciana sufrió una de las peores catástrofes meteorológicas de su historia. Una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) provocó inundaciones devastadoras que dejaron 228 víctimas mortales y cuantiosos daños materiales. Los efectos del desastre natural resultaron catastróficos por impericia, negligencia e incapacidad constatada para reaccionar con celeridad y criterio preventivo a las alertas emitidas con antelación, incluyendo la información en tiempo real (llamadas al 112, datos de sensores de caudal, comunicaciones de técnicos y personal de emergencias/protección civil) relevante para la toma de decisiones.
La investigación judicial y periodística posterior reveló la existencia de avisos meteorológicos inequívocos desde primeras horas de la mañana que advertían de la gravedad potencial de la situación. Sin embargo, la alerta a la población se realizó con muchas horas de retraso, cuando las inundaciones ya habían comenzado en muchas zonas y se tenía constancia de víctimas mortales.
Este caso ilustra la negligencia epistémica en tres niveles:
- Individual: Funcionarios y líderes que no procesaron adecuadamente la información disponible, subestimaron su importancia o reaccionaron tarde.
- Institucional: Descoordinación entre instancias de protección civil, servicios de emergencia y autoridades locales o autonómicas.
- Sistémico: Deficiencias estructurales en la gestión del riesgo y la planificación para eventos extremos, a pesar de las advertencias científicas sobre el aumento de fenómenos meteorológicos severos debido al cambio climático.
2. Protestas e indignación social
La indignación ciudadana tras la catástrofe se manifestó en protestas masivas, en múltiples ocasiones desde noviembre de 2024 en Valencia, donde miles de personas exigieron responsabilidades bajo lemas como “Mazón dimisión”, “Tu negligencia es nuestra desgracia” o “Nosotros manchados de barro, vosotros manchados de sangre”. Esta reacción social refleja la percepción pública de que el desastre no fue solo natural, sino el resultado agravado de la inacción y decisiones humanas inadecuadas. Los máximos responsables de la gestión fallida de la catástrofe han maniobrado para eludir su responsabilidad y alargar la permanencia en los cargos donde gozan de inmunidad.
El caso muestra hasta qué punto la negligencia epistémica erosiona la confianza pública en las instituciones y puede tener efectos duraderos en la cohesión social, no solo en el colectivo de víctimas y personas directamente afectadas. La percepción pública de que las autoridades han fallado en su deber de utilizar el conocimiento disponible para protegerlos produce una crisis de legitimidad duradera, que trasciende el evento específico.
- El País (2024, 9-10 noviembre). “Dana e inundaciones en Valencia: resumen del 9/11/202”. El País. https://elpais.com/espana/2024-11-09/ultima-hora-de-la-dana-en-directo.html
- EFE (2024, 23 noviembre). La comunidad educativa encabeza otra protesta en Valencia contra la gestión de la dana. EFE Noticias. https://efe.com/espana/2024-11-23/protesta-valencia-gestion-dana/
- AFP (2024b, 30 noviembre). “Tu negligencia es nuestra desgracia”: Nueva manifestación en Valencia por la DANA. RC Noticias. https://robertocavada.com/nacionales/2024/11/30/tu-negligencia-es-nuestra-desgracia-nueva-manifestacion-en-valencia-por-la-dana/
3. Conocimiento y gestión de riesgos
El fiasco de las instancias autonómicas en prevenir, alertar y gestionar las graves consecuencia de la DANA para decenas de miles de ciudadanos afectados, muchos de los cuales pasaron meses sin poder utilizar ascensores ni servicios esenciales, proporciona elementos de interés para entender el papel del conocimiento experto en la gestión de riesgos:
- Los sistemas de alerta temprana son esenciales: No basta con generar conocimiento sobre riesgos; este debe traducirse en sistemas efectivos de alerta y respuesta.
- Coordinación institucional: El conocimiento relevante suele estar distribuido entre múltiples agencias e instituciones, lo que exige mecanismos efectivos de coordinación.
- Comunicación y gestión de la incertidumbre: La comunicación efectiva del riesgo debe encontrar un equilibrio entre alarmismo innecesario y complacencia peligrosa. En la DANA, se produjo una subestimación imprudente del riesgo, ajena por completo a los niveles de alerta meteorológica emitidos con días de antelación y a los primeros incidentes registrados en la mañana del 29 de octubre de 2024.
- Responsabilidad epistémica: Los funcionarios públicos tienen una responsabilidad epistémica específica: la obligación de basar sus decisiones en la mejor información disponible y adoptar las medidas necesarias para reducir la incertidumbre, atendiendo a fuentes fiables (AEMET, EFAS) y a los datos que proporcionan los sistemas automatizados de información (SAIH: Sistemas Automáticos de Información Hidrológica en las cuencas o cauces de referencia).
Lamentablemente, la negligencia epistémica no es solo un vicio o sesgo cognitivo, sino un problema ético y político de consecuencias potencialmente devastadoras.
- Info DANA (26/11/2024). “Actualización de datos del Gobierno de España”. https://www.lamoncloa.gob.es/info-dana/paginas/2024/261124-datos-seguimiento-actuaciones-gobierno.aspx
- Moreno-Muñoz, M. (2025). Cronología de la DANA de Valencia (28-31 Octubre 2024). Zenodo. https://doi.org/10.5281/zenodo.14677163
III. UTILIDAD DEL CONOCIMIENTO
La propaganda es a una democracia lo que la coerción a un estado totalitario.
Noam Chomsky
11. Educar y cooperar
La vida en sociedad requiere implicarse en múltiples procesos de cooperación, entendida como un comportamiento costoso realizado por un individuo que aumenta la ganancia de los demás. En la especie humana, la disposición a cooperar se entrena y ejerce desde etapas muy tempranas de la infancia, potenciada por el lenguaje simbólico y la cultura. Preferimos cooperar con quienes manejan creencias verdaderas sobre el mundo y sus procesos, y muestran tendencias prosociales. Entran en juego rasgos comunes de la naturaleza humana, insertados en un proceso de coevolución entre genes y cultura que modela el desarrollo cognitivo individual con cierto grado de ajuste a lo que Edward O. Wilson denominaba normas epigenéticas.132
La conexión entre genes y cultura no desaparece nunca. Ciertas normas culturales sobreviven mejor que sus competidoras, y se extienden entre poblaciones junto con los genes que fijan las predisposiciones funcionales con potencial para desencadenar el repertorio de comportamientos afectado por los procesos de selección natural. El ritmo de evolución cultural permite ajustes mucho más rápidos a cambios ambientales que los esperables de procesos aleatorios de mutación genética, bajo la fuerza constante de la selección natural. La especie humana destaca entre las demás precisamente por esta característica, y cuanto mayor es el parentesco o relación genética mayor es el grado de cooperación.133
Otro rasgo que caracteriza a la especie humana es su capacidad para extender la dinámica de cooperación altruista más allá de los nodos y relaciones de parentesco.134 Ocurre en la gestión de problemas complejos, cuando está en juego la salvaguarda del territorio, la seguridad del grupo y el acceso a recursos esenciales para la supervivencia. El desarrollo de la cultura y del lenguaje simbólico permite construir múltiples herramientas teóricas y prácticas, diseñadas para contrastar creencias y mejorar el conocimiento del medio natural, además de adquirir o reforzar ciertas destrezas y habilidades que permiten anticipar necesidades y disponer los medios para su satisfacción. La utilidad básica del conocimiento deriva de su potencial para mejorar la comprensión del entorno en el que individuos y grupos se desenvuelven, y donde es preciso anticipar problemas para cuya solución se requieren herramientas especializadas y estrategias de cooperación sofisticadas. La capacidad de proyección y anticipación de necesidades es otro rasgo característico —aunque no exclusivo— de la especie humana. Y lo es sobre todo por su escala y alcance.135
En condiciones naturales, la supervivencia de grupos aislados y sociedades organizadas depende de la habilidad para compartir el conocimiento adquirido, sin restricciones por parentesco.136 A la inversa, los obstáculos en el acceso al conocimiento debilitan la eficacia de los mecanismos de cooperación social y refuerzan sistemas dependientes de medidas alternativas como el castigo para conseguirla en cierto grado o disuadir de comportamientos parasitarios o egoístas a eventuales free riders. En primates, la elección de pareja y grupo cercano de pertenencia parece condicionada por el historial de reciprocidad, con una tendencia constatada al aislamiento de individuos tramposos o con peor disposición natural a desarrollar interacciones cooperativas.137
El rasgo diferenciador de la especie humana consiste en su capacidad para superar las limitaciones del diseño evolutivo (el “conocimiento natural” o “repertorio instintivo”) mediante las capacidades de propósito general que su desarrollo cerebral ha hecho posible. Las habilidades cognitivas que permiten a los individuos comprender las ventajas de su esfuerzo por contribuir al bienestar del grupo y del comportamiento guiado por la empatía, en lugar de mecanismos especiales de control o castigo, son decisivas en la construcción de escenarios mentales complejos proyectados hacia el futuro. Aunque pueda constatarse en cierto grado en otros parientes evolutivos próximos y entre los simios superiores, en la especie humana sugiere una estrecha dinámica de evolución entre cognición, cooperación y altruismo, cuyo efecto ha sido la consolidación de tendencias prosociales que operan de manera desinteresada y espontánea, facilitando la cooperación entre no parientes y la evitación de situaciones generadoras de desigualdad.138
La modulación de la respuesta instintiva y del repertorio de comportamientos resultantes de la evolución genética en la especie humana depende de una inteligencia suficientemente desarrollada para orientarse en el entorno habitual y manipular sus elementos en línea con los intereses individuales o de grupo. La adaptación cultural es un factor clave en ese proceso, y en la especie humana ha experimentado un desarrollo espectacular durante el último millón de años. Entre sus logros destaca la capacidad para la transmisión de aprendizajes entre individuos y la acumulación del saber compartido en un grado muy superior al observado en otros primates. Este último rasgo constituye por sí mismo un umbral de amplificación sin precedentes para la eficacia de la cooperación, generador de entornos sociales cooperativos culturalmente evolucionados, y reforzados a su vez por procesos de selección natural con resultados exitosos en múltiples hábitats. Dentro de estos grupos, la selección genética dio como resultado una mayor proporción de individuos dispuestos a desarrollar comportamientos prosociales, y esta dinámica pudo reforzarse mediante sistemas culturalmente sofisticados de sanciones y recompensas, vergüenza o reputación, para minimizar el efecto de individuos oportunistas. La competencia entre grupos locales con diferencias culturales y estrategias de adaptación diversificadas pudo contribuir a la dispersión de los grupos con una eficacia mejorada para la cooperación y, a fin de cuentas, mayor inteligencia práctica.139
La educación es un factor clave en la consolidación y transmisión del conocimiento adquirido. Acelera los procesos de adaptación a entornos rápidamente cambiantes mediante una combinación de elementos culturales, cognitivos, institucionales y técnicos que requieren esquemas complejos de división social del trabajo. Incluso con sistemas de aprendizaje imperfectos o muy dependientes de la imitación es posible constatar una alta eficacia y rapidez en procesos de adaptación cultural, donde pequeñas innovaciones pueden tener gran impacto en los resultados (p. ej., la capacidad de afrontar situaciones ocasionadas por grandes fluctuaciones en las temperaturas, como pudo ocurrir en los periodos interglaciares).
El desarrollo de los sistemas educativos no deja de ser un modo llevar a cabo transacciones no simultáneas de componente altruista: los grupos destinan una cantidad importante de recursos a proporcionar a sus individuos más jóvenes ciertas herramientas de cuyo uso esperan beneficiarse, directa o indirectamente, en el medio y largo plazo. No solo para entrenar o mejorar ciertas habilidades que se han demostrado útiles en la resolución de problemas presentes, sino para hacer frente a situaciones y desafíos para los que no se tienen respuestas ensayadas. Este aspecto involucra elementos de responsabilidad epistémica, como estrategia para lidiar con el azar y la incertidumbre.
Incluso en entornos relativamente estables, los requisitos de aprendizaje colectivo para afrontar la cadena de acciones y decisiones que requieren un empleo de herramientas constantemente mejoradas para actividades como la caza o la pesca resultan de una complejidad extraordinaria. La cantidad y precisión de la información obtenida sobre el entorno, y el conocimiento tanto de las herramientas disponibles como de las habilidades de quienes están en condiciones de utilizarlas, resulta crucial para determinar las posibles estrategias que resultarán más eficaces en contextos de restricción alimentaria, p. ej. En grupos con pocos integrantes, la eficacia de la cooperación exige involucrar a individuos de todas las edades, haciendo uso de estrategias comunicativas, reparto de roles y tareas que requieren conocimiento compartido sobre la naturaleza del problema a resolver y sobre los objetivos e intenciones comunes.140
Los procesos intergrupales de transmisión del conocimiento adquirido y la imitación de las fortalezas de grupos vecinos con los que se compite por el territorio o recursos desempeñaron un papel importante en la dispersión exitosa de ciertas variantes culturales (y del repertorio de creencias asociado). Según la interpretación que hacen Henrich & Gil-White del fenómeno, se trata de un proceso no impuesto por la fuerza, sino favorecido por el prestigio o valor libremente conferido al rasgo que se intenta imitar y expandido a través del aprendizaje social directo.141
Otra peculiaridad interesante de los procesos de aprendizaje en la especie humana, mediados por información social recabada directamente —por observación propia— o bien a través de fuentes múltiples —lenguaje, cotilleo— es la importancia que tiene el historial reputacional que permite interpretar las tendencias y disposiciones de cada individuo, a efectos de manejar criterios depurados en la elección de actores con quienes cooperar. La evolución de los sistemas de aprendizaje hasta alcanzar el grado de complejidad que tienen las instituciones educativas en los países más desarrollados ha sido posible integrando elementos de información relativamente estables sobre el mundo natural y sobre aspectos relevantes de la dinámica social (tradiciones, normas morales, detección de fraude y oportunismo, trayectoria del grupo y de ciertos individuos, etc.) que resultan decisivos para la obtención de conocimiento fiable como sustento de la eficacia de la cooperación. Estos objetivos son posibles gracias a la eficacia del lenguaje y a la escritura como elemento facilitador de los aprendizajes y transmisión del conocimiento obtenido, requiriendo un entramado institucional dotado de mecanismos para detectar y castigar el fraude epistémico y para incrementar los repertorios de creencias verdaderas que permiten interpretar la complejidad del mundo y extender sin límite generacional el alcance de la cooperación.142
12. Evolución cultural
Se dispone de evidencia muy limitada para atribuir a las sociedades de nuestros antepasados en el Plioceno (entre 5,3 y 2,8 millones de años atrás, aproximadamente) diferencias significativas con respecto a las de otros primates sociales. Si las hubo, cabe suponer que durante casi cuatro millones de años no resultaron lo bastante acusadas como para originar rasgos culturales que hayan pervivido en forma de utensilios o herramientas indicadoras de la complejidad de la actividad antrópica asociada. Es a lo largo del Pleistoceno (entre 1,8 millones de años y 11.500 años atrás) cuando se constata en fósiles y herramientas de piedra el efecto de cambios culturales sustantivos, ligados a una evolución en los rasgos de la psicología humana compatible con las formas de organización social más complejas y cooperativas observadas en los humanos modernos.
Aunque la disposición de las masas continentales en el planeta Tierra no difería gran cosa de la actual, el clima del periodo Cuaternario (entre 2 millones de años y 10.000 años atrás) se caracterizó por una repetición de ciclos glaciares que alteraron de manera drástica y repentina las condiciones a las que todas las especies debían adaptarse. Decenas de miles no lo consiguieron. Variaciones importantes en la extensión de las áreas desérticas y escasez de lluvias ocasionada por una menor evaporación de los océanos, con masas de hielo que llegaron a cubrir aproximadamente el 30% de la superficie terrestre, generaron condiciones extremas a las que grandes mamíferos como mamuts, mastodontes, tigres de dientes de sable, gliptodontes, osos de las cavernas, etc., no consiguieron adaptarse. Sí lo hicieron con éxito los linajes humanos existentes, pudiendo en algunos casos ser la causa principal de extinción de algunas especies de mamíferos junto a cuyos restos se han encontrado herramientas de caza.143
Unas condiciones climáticas extremas y el descenso del nivel de los océanos por el avance de los glaciares propiciaron la movilidad de los grupos humanos entre zonas habitualmente aisladas. Pero las capacidades cognitivas y habilidades muy desarrolladas para la cooperación social estaban ya presentes en las poblaciones humanas a finales del Cuaternario, puesto que pocos miles de años más tarde (hace unos 8.000 años) sus descendientes dominaban la agricultura, desarrollaron la ganadería, mejoraron su alimentación y construyeron asentamientos estables con una organización social compleja y jerarquizada.144
El ritmo de adaptaciones requeridas para explicar estos logros solo puede explicarse mediante sistemas particularmente eficaces de evolución cultural acumulativa, gracias al lenguaje como instrumento para la transmisión de los aprendizajes y mejora de las habilidades técnicas. Las diferencias entre grupos incluían en muchos casos innovaciones ventajosas que eran imitadas con rapidez, consolidando esquemas básicos pero eficaces de división social del trabajo y normas o disposiciones para la cooperación. Los individuos que destacaban por cualidades de especial utilidad para este fin tenían mayores probabilidades de éxito reproductivo, lo que incrementó su proporción en la población y el beneficio colectivo de su contribución (técnico, organizativo, en la resolución de conflictos, etc.).145
Un componente clave de la evolución cultural acelerada son los sistemas de obtención de información y acumulación de conocimiento. Los grupos culturalmente más evolucionados conseguían procesos de cooperación más eficientes y una mejor gestión de los recursos disponibles, con un mejor equilibrio entre el impacto negativo de la actividad humana y la sostenibilidad de los ecosistemas, de cuyos límites y procesos adquirían pronto conocimiento suficiente y estaban en condiciones de ponderar frente a los riesgos de migrar a nuevos territorios.146
La transmisión cultural reforzó los incentivos para adoptar ligeras innovaciones con pequeños beneficios asociados, en cuanto al trabajo, tiempo y recursos requeridos para solucionar problemas comunes. El desarrollo cultural de los grupos con mayor capacidad adaptativa debía proporcionar un acceso a los contenidos aptos para el aprendizaje acumulativo y mecanismos de transmisión social abiertos a la revisión y la innovación del conocimiento heredado, bajo diversos criterios y sistemas de incentivos. A diferencia del rango limitado de variaciones en las conductas genéticamente programadas de invertebrados y artrópodos como los insectos o los crustáceos, la evolución cultural fue posible a partir de la combinación de capacidades sensoriales, de aprendizaje y decisión autónoma sobre un esquema básico de respuesta emocional característico de animales con grandes cerebros y fuertes vínculos sociales.147
Este proceso habría tenido como resultado una mayor rapidez en las adaptaciones a entornos cambiantes y el desarrollo notable de las habilidades para prosperar en entornos relativamente estables. Además de los elementos culturales útiles para lograr una transmisión intergeneracional fiable de ideas y conocimiento prácticos, diversas manifestaciones artísticas pudieron estar relacionadas con el reconocimiento de características individuales y habilidades para la innovación de las que todo el grupo se beneficiaba. Pero el ámbito cultural pronto adquirió una autonomía y riqueza de variaciones que no podían explicarse solo por los beneficios y utilidad para el grupo, considerando el marco de restricciones físicas y filogenéticas en las que operaba.
El ahorro de los costes del aprendizaje individual explica el valor adaptativo de la transmisión cultural. A partir de algunas capacidades de transmisión cultural la selección natural favorece la mejora de la eficiencia del aprendizaje y la imitación de modelos o prácticas que aportan información más precisa o fiable para la cooperación entre una proporción mayor de individuos del mismo grupo, en particular bajo la amenaza de grupos rivales o cuando se requiere mayor especialización para aprovechar ciertas fuentes de recursos. El mayor valor relativo de ciertos modelos para el aprendizaje social e individual podría explicar el sesgo en la elección de los que proporcionaban información de mayor calidad y contribuían a desarrollar mejores competencias, habilidades performativas, aptitudes y conocimiento.148
Resulta clara la diferencia entre la etología de la dominación y la etología del prestigio o mérito libremente reconocido. Referida a procesos, más que a individuos, una y otra se asocian con estímulos cualitativamente diferentes. En la primera, las dinámicas de aceptación y seguimiento se basan fundamentalmente en un sistema de recompensas y castigos, ligado a una organización jerárquica del complejo social. La segunda no necesariamente desvincula el prestigio o reconocimiento de cierta capacidad de amenazar por la fuerza; pero, más que una psicología de la dominación en los subordinados, el prestigio es una forma de estatus obtenido por quienes primero sobresalen en algo y luego ganan un gran número de seguidores o reciben cierto rango institucional. No es descabellado concluir que sea esta última la que explique la eficacia adaptativa y rapidez de la evolución cultural.149
La innovación en la adquisición, transmisión y aplicación de conocimiento constituye un aspecto destacable en la transmisión de rasgos culturales mediada por diversas formas de aprendizaje social. Los grupos conformistas tienden a reproducir las estrategias más comunes en el dominio local. Pero, en lugar de ganar ventaja selectiva por una actitud más cautelosa que les protege de errores o estrategias arriesgadas que podrían deteriorar su cohesión, el conformismo puede obstaculizar la evolución de la cooperación y ralentizar la adaptación cultural a entornos cambiantes, al introducir un sesgo refractario a nuevas estrategias o una excesiva dependencia de esquemas de liderazgo y cooperación poco eficientes.150
Cuando las condiciones del entorno obligan a los grupos humanos a migrar entran en juego procesos de aculturación y asimilación de comportamientos locales, a través de aprendizaje social. Su efecto previsible sería la eliminación de variación cultural entre grupos y el reforzamiento de la tendencia a interaccionar con quienes hay mayor similitud cultural (adsorción). Pero incluso bajo pequeñas dosis de aculturación —asimilación por un individuo o grupo de elementos culturales de otros— se pueden mantener grados altos de diversidad intergrupal, lo que sugiere centrar la atención en los sesgos de los procesos de aprendizaje individual para comprender la interacción entre migrantes y grupos establecidos. Un concepto interesante al respecto es el de “transformación sesgada” (biased transformation) de las variantes culturales, producida por los individuos en direcciones no aleatorias y consistentes.151
El conocimiento y las habilidades aprendidas de los progenitores por la descendencia constituyen el componente clave en la evolución cultural mediante transformación sesgada, pero en un proceso marcado por sesgos de atención acerca de lo que debe ser copiado y de quiénes, donde emergen formas de imitación, de comprensión de estados mentales ajenos y herramientas de meta-cognición de mayor eficacia para el aprendizaje cultural.152
El conocimiento común contribuye a la eficacia de la cooperación en la medida que proporciona a cada individuo herramientas heurísticas básicas para representarse los estados mentales de otros actores con los que colaborar y reduce la incertidumbre acerca del resultado esperable, consolidando en el grupo disposiciones más favorables para contribuir de forma equitativa a la resolución de problemas de cooperación a gran escala (bienes públicos comunes).153
13. Memes y modas
Las migraciones forzadas por factores ambientales, económicos, políticos u otros han propiciado procesos rápidos de adaptación, incluso en los grupos humanos con patrones culturales y dinámicas sociales más estables.154 El fracaso en la comprensión de las metas colectivas puede tener consecuencias negativas para ciertos grupos migrantes, y la imposibilidad de contribuir a las mismas genera situaciones de mayor dificultad tanto para los individuos más dispuestos a cooperar como para los oportunistas. Estas razones justifican el interés en las dinámicas culturales de percolación.
En física y química, la percolación se refiere al paso lento de fluidos a través de materiales porosos; en estadística y matemáticas, la percolación describe el comportamiento de una red cuando se agregan nodos o enlaces.155 En el dominio cultural, la percolación se explica tanto por factores ideológicos como materiales, cuyo resultado es la asimilación de creencias, normas y valores en principio ajenos a los que eran ampliamente compartidos dentro de grupos e instituciones con una cultura organizativa relativamente estable.156
La percolación cultural se refiere a la extensión de una idea, comportamiento o moda, explicable en parte por la tendencia al isomorfismo institucional y las ventajas que aporta la identificación con el orden social dominante.157 Pero interesa estudiar además las dinámicas de reacción y distanciamiento crítico frente a los procesos de percolación cultural. Ambas dinámicas pueden impactar de modo diferenciado según la edad de quienes participan en una u otra, y a ciertos efectos la edad puede ser un indicador de la mayor capacidad de difusión esperable para elementos innovadores de adaptación cultural o de resistencia a las dinámicas dominantes de asimilación. Para tratar este aspecto resultan útiles los conceptos de meme y moda
Richard Dawkins puso de moda el concepto de meme y su campo de estudio, la memética, en su obra El gen egoísta (1976). Entiende por meme una unidad básica de información cultural, que puede transmitirse entre individuos o de una generación a otra mediante aprendizaje social. La dispersión cuasi viral de ciertas ideas o rasgos culturales se produce mediante replicación o imitación; el solapamiento de contenidos culturales heterogéneos contribuye a su progresiva complejización. Sea cual sea el grado de institucionalización, todo grupo humano desarrolla procesos de aprendizaje que involucran mecanismos de imitación y asimilación para facilitar la transmisión de ideas, conceptos, valores y creencias. Se almacenan en los cerebros de sus individuos y pueden ser modificados por las fuerzas selectivas de la evolución cultural.158
Una característica de los memes es el formato utilizado para presentar ciertos contenidos, elegido para facilitar su memorización y transmisión. El fenómeno se refuerza cuando las técnicas, y destrezas o habilidades necesarias para producirlos se generalizan. Entre estas pueden contarse las artísticas, musicales, literarias, etc. El hecho de que puedan reconocerse elementos culturales compartidos por poblaciones y grupos que habitaron durante siglos un mismo contexto geográfico no debe inducir a equívocos sobre la analogía entre genética y memética. Mientras cabe precisar el contenido informativo (es decir, biológicamente relevante) asociado con genes individuales, esta empresa resulta mucho más compleja en los procesos de evolución cultural. Pequeñas variaciones en técnicas y creencias específicas pueden desencadenar dinámicas socio-culturales y comportamientos con diferencias muy acusadas. A su vez, el papel que ciertos memes pueden desempeñar en una constelación mayor —memeplex— podría concretarse en grupos que compiten ferozmente entre sí, pese a las semejanzas y rasgos compartidos (una misma religión, p. ej., bajo diferentes interpretaciones de alguno de sus relatos) a ojos de observadores externos.
Según Susan Blackmore, cabe esperar cierta contribución de los memes a la expansión del altruismo y a los mitos y relatos fundacionales a partir de los cuales ciertos grupos articulan su núcleo de identidad cultural y refuerzan los elementos de cohesión social. Los memes actúan como replicadores universales de alta eficacia, fecundidad y permanencia en el tiempo, y a muchos efectos parecen equiparables a la noción de gen cultural.159
Pero la diversidad de contenidos culturales que podrían servir para la misma función impide en la práctica un proceso de indagación científica sobre la contribución de los memes a la evolución cultural. Incluso considerando el parecido de ciertos códigos morales o la semejanza entre relatos populares en tradiciones culturales diversas, constituye un desafío seleccionar las unidades y constelaciones de las mismas que resultaron determinantes en un proceso de dispersión e imitación cultural reconocible. Desagregar el plexo de memes incorporados en cada variante de una tradición religiosa, p. ej., y explicar cómo sus elementos centrales responden al algoritmo evolutivo no parece una tarea sencilla, si consideramos que a la transmisión entre generaciones hay que añadir un mecanismo adicional de imitación o copia horizontal inexistente en la transmisión genética, pero fundamental para entender la adopción, difusión y permanencia de las creencias características de esa tradición en un grupo particular. Elementos aparentemente secundarios como los rituales, folclore y formas de expresión artística asociadas, podrían resultar decisivos en el proceso de adhesión al núcleo de creencias que sirve de aglutinante del comportamiento social.
Para explicar cómo ciertos contenidos —modos de saludar, técnicas, melodías, bromas, sátiras o relatos edificantes— pueden aprenderse, combinarse, transformarse y pasar de unos cerebros a otros podemos seguir hablando de conceptos, estilos, comportamientos, costumbres e ideas, con cuyo estudio y análisis estamos más familiarizados. El antropólogo Marvin Harris cuestionaba una interpretación memética de la cultura, bastante extendida en los años noventa, según la cual la cultura consiste exclusivamente en entidades ideacionales o mentales compartidas y transmitidas socialmente, como valores, ideas, creencias y otras afines, «a los espíritus de los seres humanos».160
En su opinión, la cultura evoluciona mediante una combinación de componentes ideacionales y comportamientos. Ponía como ejemplo la transformación del papel de la mujer casada en los hogares estadounidenses entre los años cincuenta y setenta, tras su progresiva participación en el mundo laboral y bajo la presión de una dinámica económica que desplazaba la manufactura y la industria por actividades en el sector de los servicios y la información. Antes de la consolidación del movimiento feminista, el nivel de instrucción necesario para competir en el nuevo modo de producción por salarios más altos hacía inviables las familias con varios hijos, dependientes de un único salario aportado por el marido trabajador. La incorporación de las mujeres en múltiples nichos de empleo contribuyó decisivamente a modificar las ideas previas sobre el papel de los géneros, la sexualidad y la familia. En este caso, nuevos comportamientos generan nuevos conjuntos de normas y valores.
Según Harris, no debería excluirse en la evolución de la cultura la impronta de las predisposiciones genéticas —necesidades y pulsiones biopsicológicas— que influyen tanto en el contenido del pensamiento humano como en su comportamiento, si bien las limitaciones y propensiones que le imponen se han debilitado y se han vuelto menos frecuentes y directas según evolucionaban las capacidades intelectuales de los homínidos. Esta interpretación contrasta con la que atribuye a los memes la función de guiar el comportamiento, sobre la base de que la cultura produce los significados a partir de los cuales los seres humanos interpretan su experiencia y guían sus acciones. En la práctica, una misma cultura produce códigos de conducta contradictorios y genera “normas para infringir normas previas” en el bucle interminable de respuestas a los cambios del entorno que se observa tanto en humanos como en grupos de primates capaces de fabricar y utilizar ciertas herramientas.161
Los repertorios ideacionales y comportamentales que dinamizan la vida social distan mucho de ser programas estables y permanentes. La sucesión de modas y estilos de vestir, con distintos patrones y ritmos de evolución, muestra cómo en el medio y largo plazo el comportamiento da forma a las ideas, las impulsa, orienta, desarraiga y derriba; a corto plazo, las ideas guían o modulan el comportamiento mediante la construcción de modelos de referencia y estilos que resultan atractivos o merece la pena imitar. A este respecto conviene prestar especial atención al concepto de moda y su papel en la comprensión de las dinámicas de evolución cultural.
La reaparición, versionado o reinterpretación de estilos y tendencias que triunfaron décadas atrás —los años 70 y 80, por ejemplo— puede atribuirse en parte a la nostalgia y a la persistencia de cierta sensibilidad fuera de sus límites originarios. Pero difícilmente alcanzaría notoriedad suficiente sin involucrar nuevos materiales, técnicas de producción, desarrollos tecnológicos y estrategias de mercadotecnia que atraen a los nuevos consumidores por más razones que la mera combinación de estilos clásicos y modernos.
En el análisis de las modas y tendencias de consumo a menudo se subestima el papel y lugar del conocimiento experto en los procesos clave. Este interviene tanto en la fase de estudio prospectivo —que anticipa la emergencia de tendencias con gran potencial de impacto en los hábitos de consumo y ocio— como en la fase de optimización y mejora de productos con una demanda consolidada. Ciertas tendencias que emergen de manera orgánica y espontánea a partir de prácticas comunitarias, como costumbres en ciertas formas de vestir, hábitos de ocio o mediante el uso de productos de especial utilidad, pueden extenderse a un público más amplio sin mediar estrategia promocional alguna. Probablemente no se trate de un fenómeno marginal, dado que los mecanismos de imitación social pueden focalizarse en prácticas cotidianas de personas o grupos que influyen en su entorno sin pretenderlo. Pero difícilmente puede equipararse al resultado y escala de las tendencias diseñadas estratégicamente mediante la aplicación de conocimientos de marketing y psicología del consumidor para detectar nichos de mercado y colectivos a los que dirigir determinados mensajes, productos o servicios.162
Lindstrom (2016, cap. 8) sostiene que pequeños gestos y la dependencia de ciertos objetos personales o rutinas pueden revelar aspiraciones y necesidades no expresadas, cuyo análisis minucioso puede ser la clave para convertir ciertas pistas en grandes oportunidades. Si este análisis no se lleva a cabo en contextos cotidianos, pueden crearse escenarios ad hoc para desarrollar productos y estrategias de marketing más alineadas con los verdaderos deseos de los clientes, involucrando elementos de psicología del consumidor, branding —construcción o posicionamiento de marca—y análisis cultural. La digitalización y difusión por redes sociales puede acelerar exponencialmente el proceso de propagación de ciertos productos y, en ocasiones, consolidar vectores poderosos de influencia cultural.
Las plataformas digitales como TikTok, Instagram o YouTube funcionan como sumideros de atención, cuyos algoritmos se diseñan con criterios matemáticamente sofisticados y estudiando al detalle los factores culturales y conductuales que contribuyen a la rápida difusión de tendencias. La inmediatez es la clave para entender el papel de estas plataformas como catalizadores de nuevas oportunidades, donde la novedad constante prevalece sobre la durabilidad (profundidad, calidad, eficacia o funcionalidad) en las experiencias de consumo. Pero se trata de una dinámica iniciada décadas atrás y con un balance global positivo, en opinión de Gilles Lipovetsky (1990, Parte II).163
La evolución acelerada en la industria de la moda no responde solo al placer estético; se trata de un dispositivo cultural complejo, cuyos mecanismos transforman la organización social, la democracia y la construcción de identidades.
«Estructuralmente la moda ha acabado su carrera histórica y ha alcanzado la cima de su poder. Ha remodelado a la sociedad y ha impuesto sus dictados. Todos somos conscientes de la superficialidad, de la frivolidad, de los devaneos constantes, se trate de literatura, de música o de política. Todos estamos al tanto del tráfico y del transfuguismo, de la brevedad de los convencimientos y de la extrema liquidez de las corrientes, provengan de las fuentes que sean. La idea de que la contemporaneidad es un fluido caprichoso hace tiempo que ha prendido en las consciencias. Nadie se fía de la permanencia ni, en consecuencia, de una parcela de verdad, ética o estética. Cualquiera ha relativizado su forma de sopesar lo mejor y de encarar el futuro. Más aún: el futuro se encuentra tan abierto que es inexistente. El consumo y la comunicación de masas han establecido un presente sucesivo donde los acontecimientos se sustituyen con celeridad y sin secuencia.»164
La tendencias que confluyen en la moda y propagan ciertos patrones de consumo pueden anidarse, en parte por factores aleatorios y, sobre todo, porque sus componentes epistémicos, éticos y políticos se incorporan con fluidez al trasfondo de pensamiento subyacente con respecto al cual se configuran las referencias culturales de varias generaciones. Lipovetsky analiza el fenómeno en clave optimista, y sugiere que un mayor despliegue de lo efímero, lo lúdico y lo provisional aporta estabilidad a las democracias.
La moda tiende a relativizar el tipo de creencias, valores y tradiciones que los movimientos totalitarios buscan reforzar, instrumentalizados como ariete de imposición identitaria contra minorías y colectivos disidentes o culturalmente diferenciados. Lo efímero en la moda y en el consumo de masas abre espacios de personalización y expresión individual que resultan asfixiados en los marcos de homogeneidad cultural impuestos sin fisuras por regímenes totalitarios, en los cuales la subcultura y los estilos callejeros apenas proliferan.
«Desde los años 70 los estudios culturales han coincidido en la definición de conceptos tales como “estilos callejeros” (street-styles) y “subcultura” (sub-culture).
[…] Las nociones de estilo callejero y subcultura se extienden, por tanto, hoy a las de “escena” urbana y de “red” planetaria. La “escena” constituye “la momentánea y dinámica aglutinación e interés por parte de individuos en torno a un corpus de signos en movimiento” […]: ropa, accesorios, música, gustos literarios, estilos corpóreos, instancias políticas, formas de arte e intervenciones activistas convergen en la definición de la escena como algo que va más allá de la moda. Al mismo tiempo, las redes sociales construyen formas de adhesión a modelos estéticos y estilos de vida no localizados ya en territorios específicos (como el París de la bohemia, el Swinging London de los años 60, o la California de los hippies), sino que siguen procesos colectivos, interconectados y que comparten una identificación ideal y práctica. Las nuevas tecnologías juegan un papel central en el establecimiento de una estrecha relación entre la identidad corpórea y la red de conexiones en las que se inserta el cuerpo.»165
Propagada a través de medios y canales con millones de seguidores, la moda opera como fuente de variación y contrastes, cuyas iteraciones abren opciones para el debate público, la expresión subjetiva y el pensamiento crítico.166 En lo esencial, esta dinámica favorece una ampliación de la esfera de libertades, mayor igualdad de oportunidades y participación colectiva.
«…[B]ajo el imperio de la moda, nada será recibido con la fanática convicción de antaño. Las personas tienden cada vez más a estar menos ideologizadas, porque la era de la moda es la que más ha contribuido a arrancar a los hombres del oscurantismo, a construir un espacio público abierto, a modelar una humanidad más madura y más escéptica.
La inconsciencia de la moda […] favorece la conciencia, sus locuras, el espíritu de tolerancia, su mimetismo, el individualismo, su frivolidad, el respeto por los derechos del hombre. No habrá, pues, que tomar esta época como una decadencia, tiempo de perturbación y del culto a lo ordinario.»167
Es obvio que la interpretación optimista de la moda como vector de transformación social y política admite muchos matices. Para muchos colectivos, la ampliación de opciones, estilos y referencias estéticas o culturales supone una fuente de conflicto individual e intersubjetivo, que puede alimentar percepciones agudas de desarraigo y confusión existencial. Cuando la diversidad y lo efímero son la norma, las estrategias de imitación y los mecanismos de pertenencia se tornan problemáticos, lo cual obliga a nuevos reajustes en los resortes para el debate público y la cooperación social. Colectivos socialmente relevantes encuentran elementos para desconfiar del progreso y de las instituciones sociales garantes de la seguridad y la cohesión social, y sus mensajes en clave de resistencia identitaria y de repulsa violenta a la diferencia amenazante pueden ser replicados e instrumentalizados con éxito por líderes sin escrúpulos, con nostalgia del pasado y mentalidad tribal.168
14. Invención e innovación
El conocimiento experto involucrado en el análisis de las tendencias de consumo se centra sobre todo en técnicas de predicción de comportamientos, algoritmos de recomendación y estrategias de posicionamiento. Pero estas tendencias operan frecuentemente más como mecanismos de distinción social y construcción identitaria —por la fascinación que ejercen el lujo y consumo ostentoso— que como vectores genuinos de avance y progreso social.169
El estudio de cómo se comportan los colectivos ociosos con alto poder adquisitivo y disposición al lujo y al despilfarro mantiene su nicho de atención en medios cuyo negocio va ligado al cotilleo y la fotografía de interiores, aunque es improbable que aporte elementos de interés epistémico. La generalización en el acceso a tecnologías digitales y herramientas de comunicación global, como internet y las redes sociales, facilita la promoción y comercialización de las tendencias de moda y consumo a escala mundial. Sin embargo, los patrones de adopción difieren en función de estándares de vida y niveles educativos muy heterogéneos, que incluyen dinámicas propias de acceso a la información, democratización del conocimiento y distancia crítica frente a los estándares e intereses de la industria (editorial, de consumo, entretenimiento y ocio).
La popularidad repentina de ciertos gadgets, aplicaciones móviles, restaurantes de moda o estilos de vida (como el boom del running urbano y ciertas dietas) responden con frecuencia a procesos de imitación social, sin clara asociación con tecnología avanzada ni planes de mercadotecnia. La sociedad de consumo facilita muchos canales y oportunidades para emular los hábitos de grupos de estatus más alto o de ídolos culturales. Un creciente número de actores aprovechan su celebridad para generar ingresos extra recomendando o apoyando el uso de ciertos productos y servicios. El marketing digital refuerza esquemas contradictorios de personalización y distinción mediante la adopción de tendencias que fidelizan a miles de consumidores, al tiempo que cada uno se percibe a sí mismo como exclusivo y diferente pese seguir pautas grupales.170
Al margen de su dimensión técnica, las invenciones que subyacen a las modas con impacto en el consumo de masas merecen una consideración detenida como fenómeno epistémico de interés multidisciplinar. La semiótica, la antropología y los estudios culturales se ocupan del lenguaje visual y los sistemas de significación relevantes para la interpretación de fenómenos como los estilos de vestir, que pueden operar como interfaces comunicativas donde se negocian identidades colectivas e individuales, con capacidad para reflejar y moldear simultáneamente valores sociales, concepciones estéticas y relaciones de poder.171
Un análisis centrado solo en la incorporación de materiales con nuevas propiedades y técnicas de producción, como las fibras sintéticas y la impresión en 3D, seguramente facilita entender cómo se amplían las posibilidades de diseño y resulta posible la creación de prendas más sostenibles, duraderas y funcionales. Pero deja en el trasfondo todos los componentes relativos a códigos de identidad, significados y percepciones simbólicas que pueden requerir incluso la propia modificación corporal para lograr el efecto deseado, en ocasiones precisamente como oposición a la tiranía de modas estéticas y patrones de consumo promovidos por la industria.172
Las tesis de Thorstein Veblen resultan útiles para entender el carácter efímero en los patrones de consumo de la clase ociosa y las claves de su reproducción mimética; pero orientan además sobre aspectos como la subordinación y cosificación de la mujer en la industria de la moda, la desigualdad económica y la degradación ambiental. Estos últimos son elementos de especial interés epistémico, en la medida que develan dinámicas de sumisión real o simbólica, explotación laboral y manipulación cultural que pueden ser objeto de estudio sociológico, económico y filosófico. Constituyen un nicho de oportunidades para introducir mejoras genuinas en su dimensión técnica, socioeconómica y laboral.173
Los procesos genuinos de invención e innovación útil son aquellos capaces de generar conocimiento nuevo, reconfigurar el conocimiento existente o aplicarlo de formas novedosas para resolver problemas significativos, mejorando sustancialmente la calidad de vida humana —y las condiciones de trabajo, en particular— o la sostenibilidad de nuestros sistemas sociotécnicos. Un rasgo característico de la innovación contemporánea es su distanciamiento progresivo del modelo lineal (investigación básica → investigación aplicada → desarrollo → comercialización) que dominó gran parte del siglo XX. Los ecosistemas actuales de innovación más exitosos constituyen entramados complejos de retroalimentación donde universidades, empresas, gobiernos y sociedad civil interactúan a través de múltiples canales y plataformas.174
La innovación contemporánea con mayor capacidad de transformación social se sustenta en conocimiento experto de naturaleza transdisciplinar. En un sector revolucionario como el de la biología sintética confluyen conocimientos de genética molecular, ingeniería metabólica, modelado computacional, diseño industrial, derecho de patentes y bioética, entre otros. Esta convergencia permite desarrollar aplicaciones que transforman sectores enteros: desde biocombustibles avanzados hasta terapias personalizadas o materiales biodegradables de nueva generación.175
Pero un encuadre de la materia viva como recurso programable abre un vasto campo de posibilidades tanto para el rediseño de los organismos existentes como para la construcción de entidades biológicas completamente nuevas. No debe extrañar que en este contexto algunos investigadores se consideren más diseñadores que especialistas en un campo de la biología: las herramientas de la biología sintética permiten inventar nuevos productos y aplicaciones, con la posibilidad de introducir entidades vivas de propiedades inéditas en las factorías de producción y en el medio natural.
Estos desarrollos admiten interpretaciones ambivalentes: algunos colectivos las consideran tan solo un producto derivado de nuevas técnicas y criterios de diseño —la estética de lo sintético—, mientras ciertos grupos proyectan valores tradicionales sobre la materia viva y sus procesos y sospechan de su instrumentalización. Para estos últimos, “diseñar la naturaleza” se asocia habitualmente con la controversia, la apropiación de recursos biológicos y la aplicación de técnicas que conllevan riesgos específicos, por lo que los avances en este campo se analizan con recelo y enfoque crítico, sin concesiones al interés comercial ni a la curiosidad estética.176
Pueden proponerse otros contextos de estudio menos problemáticos. Pero, en esencia, los procesos contemporáneos de innovación útil implican metodologías altamente estructuradas para la generación, evaluación y refinamiento de ideas. El “design thinking” como marco de trabajo desmonta precisamente el tópico de que la innovación surge de ideas brillantes elucubradas por la mente de algunos genios. En realidad, la mayoría de las innovaciones surgen de un proceso de análisis interdisciplinar riguroso, mediante el cual se identifican y desarrollan grandes ideas antes de materializarse en nuevas ofertas, servicios y capacidades. Nuevos enfoques y metodologías de trabajo más ágiles han contribuido a democratizar el proceso, incorporando a muchas profesiones en los ciclos de prototipado y evaluación. 177
Entre la innovación como narrativa cultural y la innovación como práctica transformadora existen diferencias fundamentales. La primera opera como herramienta de mercadotecnia, mientras la segunda depende de estructuras institucionales robustas y compromisos a largo plazo con la investigación fundamental, en cuyo sustrato surgen con el tiempo los vectores con el potencial para redefinir las necesidades de los consumidores incluso más allá de lo técnicamente factible. El ecosistema cualificado de innovación promueve un equilibrio entre actores, necesidades e intereses (incluida la sostenibilidad ambiental y la viabilidad social) que, con el tiempo, refuerza o debilita a ciertos actores que compiten entre sí.
El caso de Tesla ilustra cómo los aspectos reputacionales y valores corporativos pueden resultar determinantes para la continuidad o caída de empresas que durante años dominaron en condiciones de cuasi-monopolio, y cuyo capital científico-técnico aportó la base de innovaciones para ocupar un nicho de mercado apenas disputado. Las excentricidades del CEO, Elon Musk, y sus compromisos políticos, han ofuscado el valor ingenieril y la calidad de coches eléctricos que pocos años atrás marcaban tendencia. Sin embargo, la percepción negativa de amplios colectivos sobre la marca Tesla ha visibilizado aspectos como la baja calidad del producto, su rápida obsolescencia y estrategias constatadas para eludir el marco regulador en aspectos tan esenciales el impacto ambiental, la seguridad en los sistemas de conducción automática y los derechos laborales. En conjunto, estos elementos han tenido un impacto demoledor en la imagen de marca, cuyas acciones se han devaluado un 26% (de 58.300 millones de dólares a principios de 2024 a 43.000 millones de dólares a principios de 2025).178
En este caso, el disponer de capacidad de control sobre X, la empresa heredera de Twitter —una de las redes sociales con mayor número de seguidores a escala mundial— tampoco ha evitado el rápido deterioro de la imagen de marca Tesla. Por el contrario, ha acelerado las decisiones de desconexión y el interés por buscar plataformas alternativas, menos dependientes de tecnócratas excéntricos con pulsiones autoritarias. Una dinámica que, con elementos de análisis bastante comunes en las ciencias sociales, resultaba previsible desde que Elon Musk decidió apoyar activamente a Donald Trump como candidato a la presidencia de EE.UU.
Algunos trabajos en el campo de la economía de la influencia orientan sobre la complejidad y sofisticación de las reglas que rigen la ecología de micro públicos y nichos de consumo, donde se consolidan dinámicas cruzadas de imitación y autenticidad. Muchas tendencias de consumo y modas operan unidireccionalmente, a través de dinámicas miméticas centradas en actores que sirven de referentes culturales pero cuyo prestigio deriva más de la visibilidad mediática que de su contribución cualificada al conocimiento.179
Las dinámicas contemporáneas de propagación cultural ya no siguen exclusivamente el modelo tradicional de “filtrado descendente” (trickle-down), según el cual las élites —celebridades ahora— establecían tendencias que las clases medias y populares imitaban después. Las redes y plataformas digitales han facilitado en gran medida procesos de “filtrado ascendente” (bubble-up), donde ciertas innovaciones que emergen en subculturas y comunidades marginales terminan siendo cooptadas por el los grupos dominantes.180
A esto ha contribuido la virtualización de la experiencia social, capaz de amplificar las dinámicas miméticas a una escala y velocidad sin precedentes. Con una inversión relativamente pequeña, ciertos actores pueden generar un contenido de bajo coste pero con gran impacto, si se compara con las tarifas de los medios convencionales. Este formato se adapta bien a las micro audiencias de ciertos nichos de usuarios entusiastas, y puede sustituir el rol de modelos y la parafernalia de las sesiones de fotos, localizaciones, etc. para campañas de lanzamiento de productos a mayor escala.
Las interacciones en línea expanden imágenes y representaciones por los cinco continentes de forma casi inmediata, alimentando un flujo continuo de experiencias que poco difieren de su representación mediática. Agnès Rocamora caracteriza el fenómeno como hipermediación.181 Y, como cabe esperar, puede ser instrumentalizado con fines de ingeniería social a gran escala.182
Material complementario
«Ever since scientists first began to explain the evidence that our climate was warming-and that human activities were probably to blame-people have been questioning the data, doubting the evidence, and attacking the scientists who collect and explain it. And no one has been more brutally-or more unfairly-attacked than Ben Santer.
[…]
Santer had impeccable scientific credentials, and he had never before been involved in even the suggestion of impropriety of any kind, but now a group of physicists tied to a think tank in Washington, D.C., accused him of doctoring the report to make the science seem firmer than it really was. They wrote reports accusing him of “scientific cleansing” –expunging the views of those who did not agree. They wrote reports with titles like “Greenhouse Debate Continued” and “Doctoring the Documents,” published in places like Energy Daily and Investor’s Business Daily. They wrote letters to congressmen, to officials in the Department of Energy, and to the editors of scientific journals, spreading the accusations high and wide. They pressured contacts in the Energy Department to get Santer fired from his job. Most public-and most publicized-was an op-ed piece published in the Wall Street journal, accusing Santer of making the alleged changes to “deceive policy makers and the public.”3 Santer had made changes to the report, but not to deceive anyone. The changes were made in response to review comments from fellow scientists.»
N. Oreskes y E. M. Conway (2010). Merchants of Doubt. Bloomsbury Press, New York, pp. 2-3.
El grueso de la regulación sustantiva de las prácticas agresivas de publicidad se contiene en el artículo 8 de la Ley de Competencia según la redacción dada por la Ley 29/2009, cuyo tenor es el siguiente:
«1. Se considera desleal todo comportamiento que teniendo en cuenta sus características y circunstancias, sea susceptible de mermar de manera significativa, mediante acoso, coacción, incluido el uso de la fuerza, o influencia indebida, la libertad de elección o conducta del destinatario en relación al bien o servicio y, por consiguiente, afecte o pueda afectar a su comportamiento económico. A estos efectos, se considera influencia indebida la utilización de una posición de poder en relación con el destinatario de la práctica para ejercer presión, incluso sin usar fuerza física ni amenazar con su uso.
2. Para determinar si una conducta hace uso del acoso, la coacción o la influencia indebida se tendrán en cuenta:
El momento y el lugar en que se produce, su naturaleza o su persistencia.
El empleo de un lenguaje o un comportamiento amenazador o insultante.
La explotación por parte del empresario o profesional de cualquier infortunio o circunstancia específicos lo suficientemente graves como para mermar la capacidad de discernimiento del destinatario, de los que aquél tenga conocimiento, para influir en su decisión con respecto al bien o servicio.
Cualesquiera obstáculos no contractuales onerosos o desproporcionados impuestos por el empresario o profesional cuando la otra parte desee ejercitar derechos legales o contractuales, incluida cualquier forma de poner fin al contrato o de cambiar de bien o servicio o de suministrador. e) La comunicación de que se va a realizar cualquier acción que, legalmente, no pueda ejercerse»
Massaguer, J. (2010). “Las prácticas agresivas como acto de competencia desleal”. Actualidad Jurídica Uría Menéndez / 27-2010, p. 20. Disponible en: https://www.uria.com/documentos/publicaciones/2755/documento/art01.pdf?id=2
Los think tanks (laboratorios de ideas o centros de estrategia social) son organizaciones dedicadas a la investigación y análisis de políticas públicas que buscan influir en los procesos de toma de decisiones. Se presentan a menudo como intermediarios entre el conocimiento académico y la formulación de políticas, desarrollando propuestas y recomendaciones sobre diversos temas de interés público. Sin embargo, no debe darse por supuesto su compromiso con la evidencia y el conocimiento riguroso, puesto que la finalidad esencial que justifica su existencia es servir a las instancias privadas, públicas o corporativas que financian su actividad.
Estrategias para ejercer influencia:
Públicamente, organizan conferencias, publican libros, revistas y boletines, mantienen presencia en redes sociales y financian a académicos con perfiles específicos para dar conferencias o declarar ante comités gubernamentales. Si la prensa o editoriales de prestigio no admite sus contribuciones, crean sus propias plataformas de distribución o recurren a canales sin garantías de revisión experta e independiente.
Privadamente, procuran que sus miembros ocupen puestos burocráticos o integren consejos asesores de empresas, fundaciones e instancias relevantes para la toma de decisiones, invitando a quienes están capacitados para formular determinadas políticas, contratando a ex funcionarios con amplias redes de influencia y preparando estudios específicos que pueden resultar útiles o servir de pretexto para quienes toman decisiones en diversos ámbitos de actividad.
Según la teoría social, los think tanks operan como “actores del conocimiento” dentro de redes que suelen incluir a académicos, medios de comunicación, grupos políticos e instancias corporativas dispuestas a respaldar financieramente ciertas causas. Estas conexiones permiten construir “coaliciones discursivas” con objetivos específicos, como ocurrió con la desregulación del transporte en los años 70, donde participaron empresas como Ford y FedEx junto a economistas neoliberales y organizaciones como la Brookings Institution y el American Enterprise Institute.
Sin embargo, en demasiado casos el papel de los think tanks ha sido servir de ideólogos y promotores que aportan experiencia, medios y capacidad técnica para articular campañas de desinformación, sesgo regulatorio y retraso en medidas clave de salud pública y protección del medio natural, con ejemplos bien documentados entre actores afines a la industria tabaquera, de defensa o de combustibles fósiles.
Función social:
Idealmente, los think tanks deberían contribuir al debate público informado, aportando investigación rigurosa y propuestas basadas en evidencia. Sin embargo, en la práctica, su función varía según su orientación ideológica, fuentes de financiación e intereses que representan. Algunos actúan como puentes entre la academia y la política, traduciendo investigaciones complejas en recomendaciones prácticas. Pero la mayor parte funcionan principalmente como defensores de determinadas posiciones ideológicas o intereses sectoriales —es decir, instancias típicas de mentalidad tribal o partisana—, por lo que su actividad merece escrutinio crítico permanente desde instancias científicas o reguladoras independientes.
Muchos think tanks han distorsionado su función original, convirtiéndose en instrumentos para intereses particulares que socavan el debate democrático. Corporaciones, industrias como la tabacalera y contratistas militares han creado o financiado think tanks para cuestionar la evidencia científica que les resultaba incómoda o promover políticas que aseguraban el negocio de ciertos actores corporativos, pese a la evidencia consolidada sobre los daños para la salud y el medioambiente derivados de su actividad. Cuando fue necesario, no se dudó en dedicar recursos extraordinarios para desacreditar, por ejemplo, la investigación científica rigurosa sobre los efectos nocivos del humo de segunda mano en personas no fumadoras (Oreskes-Conway, op. cit., pp. 136-139) y aleccionar a quienes tenían que declarar como representantes de la industria en los tribunales para eludir su responsabilidad en los problemas de salud que sus productos causaban.
Este fenómeno se agrava cuando los medios presentan a sus expertos de parte como fuentes neutrales sin revelar sus sesgos ideológicos ni intereses o compromisos financieros. Un informe del New York Times (Lipton, Williams, & Confessore, 2014) reveló cómo algunos gobiernos extranjeros habían invertido millones de dólares en prestigiosos think tanks estadounidenses para promover políticas favorables a sus intereses, creando graves conflictos éticos. La manipulación deliberada de la información por parte de algunos think tanks ha contribuido significativamente al deterioro de la confianza pública en las instituciones. Al fabricar controversias artificiales sobre temas donde existe consenso científico—como el cambio climático o los efectos dañinos del tabaco en la salud—han fomentado la polarización social, obstaculizado políticas públicas necesarias y creado una atmósfera de escepticismo generalizado hacia el conocimiento experto. Este escenario debilita los fundamentos mismos de la deliberación democrática, cuyo valor reposa sobre información fiable procedente de instancias expertas e independientes, y de la buena fe de los actores involucrados en el debate.
Referencias
1. Almiron, N., Boykoff, M., Narberhaus, M., & Heras, F. (2020). Dominant counter-frames in influential climate contrarian European think tanks. Climatic Change, 162(4), 2003–2020. https://doi.org/10.1007/s10584-020-02820-42. Dunlap, R., & McCright, A. M. (2012). Organized Climate Change Denial. In J. S. Dryzek, R. B. Norgaard, & D. Schlosberg (Eds.), The Oxford Handbook of Climate Change and Society. Oxford University Press (pp. 144-160).
3. Hoggan, J. (2009). Climate cover-up: The crusade to deny global warming. Greystone Books.
4. Lipton, E., Williams, B., & Confessore, N. (2014, September 6). Foreign powers buy influence at think tanks. The New York Times. https://www.nytimes.com/2014/09/07/us/politics/foreign-powers-buy-influence-at-think-tanks.html/5. Waldman, S. (2020). Climate Denial Spreads on Facebook as Scientists Face Restrictions. Scientific American. https://www.scientificamerican.com/article/climate-denial-spreads-on-facebook-as-scientists-face-restrictions/
El extenso listado de memes que logran alcanzar una repercusión notable (viralización) aumenta sin parar. En particular, los que critican o satirizan a líderes autoritarios, la corrupción o las violaciones de derechos humanos; pero también los que ponen de manifiesto la frivolidad, el lujo y la superficialidad o el absurdo de momentos cotidianos y estilos de vida. Los procesos creativos y mensajes detrás de muchas series de memes, sus iteraciones y stickers asociados pueden resultar interesantes para estudiantes de comunicación, filosofía, ciencias políticas, publicidad e historia del arte, entre otros, ya que ilustran el poder del humor y la sátira como herramientas de análisis crítico y resistencia, la fluidez y evolución constante de las referencias culturales y la reconfiguración del contexto que da sentido a mensajes, opiniones y textos clásicos o contemporáneos.
En Google Images suelen aparecer muchos ítems de fuentes como reddit.com y Know Your Meme (KYM), donde los comentarios y listado de versiones o copias con ligeras modificaciones permiten deducir tanto el significado original como la evolución del contexto de referencia. En ocasiones, los memes originales no pueden asociarse con una fuente única, antes de volverse virales. No por ello pierden interés académico o epistémico, como parte de su valor cultural, artístico o antropológico. Algunos ejemplos:
- “This is Fine”: Un perro de dibujos animados sonríe y dice “Esto está bien” mientras la habitación a su alrededor está completamente en llamas. Usado para describir situaciones de caos, negación o inacción ante crisis evidentes, a menudo aplicado a la gestión gubernamental inepta o a la pasividad ciudadana ante políticas desastrosas o autoritarismo creciente. Enlace (Know Your Meme): This is Fine. Se viralizó en 2013, con ciclos de visibilidad en 2016 y 2018.
- “Trump Gaza Hotel”: Donald Trump fue objeto de críticas furibundas en su plataforma Truth Social después de compartir un vídeo creado por inteligencia artificial que le muestra bebiendo cócteles con Benjamin Netanyahu en una simulación Gaza, sobre el trasfondo del territorio palestino devastado por la guerra de Israe reconvertido en zona de desarrollo inmobiliario. Denominado “Plan Riviera de Oriente Medio”, la propuesta ensalza lo que en la práctica supone un programa de limpieza étnica de extrema crueldad para los dos millones de personas víctimas de los bombardeos y bloque indiscriminado de alimentos. El hecho de que la pieza sea compartida por uno de los personajes supuestamente denigrados solo añade surrealismo y cinismo al significado político. Véase: Holmes, O., & Owen, P. (2025, 26 febrero). “Trump faces Truth Social backlash over AI video of Gaza with topless Netanyahu and bearded bellydancers”. The Guardian. https://www.theguardian.com/us-news/2025/feb/26/backlash-trump-shares-ai-created-video-reimagined-gaza
- “Kim Jong-un mirando cosas”: Partiendo de fotografías oficiales de Kim Jong-un inspeccionando fábricas, granjas, etc., a menudo con una expresión seria o complacida, los memes explotan la incongruencia de su figura en el entorno para asociarla con objetos absurdos y ridiculizar la propaganda estatal norcoreana o su liderazgo autoritario. Enlace: https://knowyourmeme.com/memes/kim-jong-un-looking-at-things
- “Distracted Boyfriend”: Recupera un formato clásico y con sesgo de género (el novio distraído que se fija en otra mujer mientras su novia lo mira con desaprobación) para mostrar a políticos u otras figuras con criterios oportunistas en relación con sus promesas o principios. Usado para criticar la hipocresía, la corrupción o la falta de coherencia y madurez. Tuvo infinidad de iteraciones en reddit, instagram y otras redes, versionadas algunas con el uso de IA generativa. Enlace: https://knowyourmeme.com/memes/distracted-boyfriend
- “Two Buttons”: Distintos personajes (Bob Esponja, superhéroes, políticos, padres o madres) sudan intentando decidir cuál de los dos botones rojos pulsar. Representa situaciones complejas para individuos o gobiernos, que deben valorar qué opción resulta menos problemática. Sus iteraciones incluyen elementos para enfatizar la hipocresía, la indecisión calculada o las contradicciones políticas y justificaciones endebles de líderes autoritarios. Enlace: https://knowyourmeme.com/memes/daily-struggle-two-buttons
- “Netanyahu UN bomb diagram meme”: Con imágenes de sus discursos en la ONU u otros foros donde el personaje ha usado ayudas visuales —en particular, una intervención recogida en imágenes de 2012— han surgido memes que lo parodian usando gráficos absurdos o exagerados para “probar” un punto, como crítica a lo que algunos ven como tácticas de miedo o simplificación excesiva. El meme puede asociarse fácilmente con planes de exterminio sistemático por fases, modificando el significado original. Enlace: https://news.un.org/en/story/2012/09/421552
Suscitando con eficacia asociaciones inteligentes, los memes actúan como resortes para la sátira, la exageración y la yuxtaposición, condensando críticas complejas de articular verbalmente —el pánico escénico o la parafernalia que rodea a ciertos eventos, por ejemplo— en formatos fácilmente digeribles y compartibles. Pueden involucrar contenidos epistémicos complejos de articular, pero también lo opuesto. Conocer sus procesos o canales de difusión y el contexto sociopolítico que los genera o viraliza ayuda a entender la complejidad de la comunicación política contemporánea, la cultura digital y las formas de disidencia en la era de internet.
Su potencial como iconos culturales supone talento y capacidad para encapsular sentimientos o críticas colectivas de una época en elementos visualmente fáciles de interpretar desde referencias compartidas (películas, series infantiles, narraciones y cuentos populares, cómics, etc.). Memes y stickers tienen una relación simbiótica y evolutiva, puesto que mediante los segundos se difunden con facilidad en el contexto de la comunicación digital y las aplicaciones de mensajería. En esencia, muchos stickers populares no son más que la destilación visual de un meme que ya ha alcanzado notoriedad. Enfatizan el elemento más icónico o la expresión facial/corporal clave del meme, para convertirlo en una imagen estática o animada (GIF) más concisa, a modo de atajo visual que evoca con eficacia el significado completo o la emoción asociada al meme original —una sonrisa forzada antes una situación incómoda, por ejemplo—, sin necesidad de más detalles sobre el contexto del meme original. Con el tiempo, se vuelven el modo estándar de expresar reacciones o emociones con brevedad y concisión. Convertidos en stickers, los memes alargan su vigencia y capacidad viral, convertidos incluso en herramientas normalizadas de reacción rápida como parte del léxico visual compartido en una comunidad online o nicho cultural. Su uso pasa a ser un indicador de pertenencia y afinidad con una subcultura o tendencia de internet.
IV. CONOCIMIENTO Y PODER
La comunidad basada en la realidad, por su propia naturaleza, es demasiado grande,
descentralizada y fluida para ser moldeada o controlada.
Jonathan Rauch
16. Simbiosis entre ciencia, tecnología y poder
El término “simbiosis” resulta útil para entender cómo ciencia, tecnología y poder se nutren y refuerzan mutuamente, en una dinámica de interacción y dependencia consolidada al menos desde el Renacimiento, y determinante para explicar tanto el origen de la ciencia moderna como sus transformaciones hasta configurar la compleja naturaleza de la empresa científica en la segunda mitad del siglo XX.
En el periodo prerrenacentista resurge el interés por los textos y conocimientos de la antigüedad clásica, una vez que se toma conciencia del alto nivel en el tratamiento de múltiples problemas que reflejaban los trabajos de filósofos y científicos griegos y romanos, a medida que podían recuperarse y traducirse los originales. Esta circunstancia contribuyó a reforzar la valoración colectiva del conocimiento científico y técnico. Un nuevo contexto de desafíos y problemas obligó a explorar oportunidades de afrontarlos con éxito, aunque requerían medios a una escala sin precedentes.
Frente al periodo medieval, caracterizado por una serie de referencias culturales, morales y religiosas que aportaban certezas o creencias en la práctica indiscutibles, la ampliación geográfica de las campañas militares y el aseguramiento de las nuevas rutas comerciales introdujo nuevas necesidades y puso de manifiesto el alcance de la incertidumbre y la ignorancia acerca de aspectos esenciales del mundo físico y natural que era preciso investigar.198
En contraste con su versión contemporánea —con diversas corrientes refractarias al conocimiento y la metodología científica—, el movimiento humanista promovió el estudio de las humanidades (literatura, filosofía, historia) y fomentó una visión más crítica y racional del mundo, muy dependiente del lenguaje matemático y la filosofía natural, así como de técnicas rigurosas de análisis, datación y traducción de textos especializados (en medicina, álgebra y matemática, por ejemplo) que requerían equipos de expertos. Sin menospreciar la autoridad o el prestigio de las grandes figuras de la tradición, los humanistas valoraban la observación, el análisis meticuloso de los problemas y la experiencia directa en condiciones controladas como base del conocimiento fiable, lo que sentó las bases para el desarrollo del método científico. El acceso a libros y cuadernos técnicos de calidad tras la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg, a mediados del siglo XV, revolucionó la difusión del conocimiento y disminuyó drásticamente los errores y sesgos en las ideas científicas y en los cálculos técnicos asociados, permitiendo el rastreo preciso de opiniones sobre una extensa red de citas y fuentes relacionadas.199
Las grandes campañas de exploración geográfica emprendidas por Vasco da Gama, Cristóbal Colón, Juan Sebastián Elcano y otros navegadores experimentados reforzaron la necesidad de desarrollar técnicas de navegación más avanzadas, cartografía más precisa y otras técnicas de cálculo de distancia y posición válidas para la navegación oceánica, muy dependiente de cartas náuticas y portulanos actualizados. Se perfeccionaron instrumentos clásicos como el astrolabio —para determinar la latitud midiendo la altura de los astros sobre el horizonte—, el cuadrante —para medir ángulos y determinar la latitud—, el sextante —el cual a partir del siglo XVIII permitió medir la altura de los astros con mayor precisión que el astrolabio y el cuadrante— y la brújula —fundamental para la orientación con respecto al norte magnético—, cuyas indicaciones resultaban más útiles cuanto más precisa era la medición del tiempo —el reloj marino o cronómetro permitía medir el tiempo con mayor exactitud y, a partir del siglo XVIII, resultó fundamental para determinar la longitud con precisión—.200
Además de instrumentación más avanzada, el impacto económico de la exploración geográfica impulsó un desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicada tanto al diseño de naves más seguras como a la planificación logística que requerían las nuevas rutas comerciales. El valor de esta empresa no era solo económico: gobernantes, élites y comerciantes adinerados reforzaban su prestigio patrocinando a científicos, artistas e inventores. A partir de este periodo, el poder político y económico queda vinculado con el progreso científico y técnico, de modo que sin grandes inversiones era improbable obtener resultados importantes y sin estos se perdían oportunidades únicas de negocio e influencia política.201
Estas fueron las bases para la Revolución Científica iniciada en el siglo XVI pero desarrollada con ritmo acelerado en los siglos posteriores, y que supuso una transformación profunda en la relación entre ciencia, técnica y actores con poder político y económico. Se trata de una dinámica de retroalimentación, puesto que los avances científico-técnicos servían para reforzar considerablemente la posición de estados y empresas, mientras que las agendas políticas y económicas orientaban sobre qué conocimiento producir y sus posibles aplicaciones.
En todas las épocas los imperios en expansión han financiado, apoyado y protegido a sus colectivos de científicos y técnicos con las habilidades y el talento que demandaban las circunstancias. Las expediciones militares a tierras distantes a menudo incorporaban científicos o eruditos con diversas cualificaciones para registrar descubrimientos y detallar sus propiedades clave, incluyendo el aprendizaje rápido de idiomas desconocidos para aprovechar el conocimiento de las poblaciones indígenas. La necesidad de controlar vastos territorios recién descubiertos en el continente americano obligó a los europeos a buscar y producir conocimiento fiable a una velocidad vertiginosa, dada la escasa utilidad del saber tradicional en el nuevo contexto. Los imperios financiaron el estudio de disciplinas como la lingüística —oficiales del ejército británico descifraron escrituras antiguas como la cuneiforme, p. ej.—, la botánica, la geografía y la historia.202
La expansión imperial facilitó la investigación científica pero, sobre todo, el desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones proporcionaba a los imperios conocimientos prácticos, justificación ideológica y artilugios tecnológicamente avanzados (armas, transporte, medicinas) que resultaron determinantes como factor de dominio entre los siglos XVI y XIX. Al margen de esta dimensión práctica, el descubrimiento de América se considera el acontecimiento fundacional de la revolución científica porque evidencia el desconocimiento abrumador de la geografía terrestre con el que operaban hasta los navegantes más experimentados. Fue necesario priorizar la observación y experiencia directa para adentrarse con seguridad en territorios desconocidos y emplear herramientas de medición y orientación de cuya precisión dependía el éxito de las campañas y la supervivencia de marineros, soldados, oficiales y acompañantes. Los nuevos mapas incluían indicaciones sobre zonas inexploradas que podían servir de objetivo para campañas posteriores.203
En muchos aspectos, la expansión de los imperios apenas se diferenciaba de un proyecto científico de gran complejidad interdisciplinar. Miles de personas con habilidades específicas cooperaban para transformar los territorios bajo su control tanto en su dimensión física -cultivos, construcciones, minería y materias primas, rutas transitables y asentamientos urbanos— como en la imposición de ordenanzas, sistemas de recaudación de impuestos, control militar, solución de conflictos, lenguas de referencia, tradiciones y códigos morales. Estas transformaciones no habrían tenido el alcance que tuvieron, para bien y para mal, sin la escala de financiación y recursos técnicos y humanos que la estrategia de expansión imperial aportó, a menudo con un alto riesgo de fracaso en las expediciones y de pérdidas cuantiosas irreparables. Los aspectos simbólicos, ideológicos y culturales fueron un factor de legitimación clave, y cuesta desligarlos de otros desarrollos del conocimiento teórico y aplicado en cuestiones como el estudio de las razas y sus diferencias con las poblaciones del continente europeo, por ejemplo.204
En su estructura esencial, el esquema actual de división del conocimiento en campos disciplinares responde a la clasificación resultante de este periodo con mayor peso del respaldo imperial a la producción de conocimiento. Pero las fuentes de financiación de la investigación básica y aplicada se han diversificado de manera extraordinaria, con actores privados y estatales que colaboran en ciertas fases previas a la explotación comercial de resultados y la irrupción de consorcios internacionales para aportar los ingentes recursos que demanda la puesta en marcha y mantenimiento de las grandes instalaciones e infraestructura científica en astronomía, altas energías, investigación aeroespacial, etc.205
La dinámica de internacionalización se consolidó a lo largo del siglo XX con los grandes programas de investigación interdisciplinar (la denominada Big Science) que se iniciaron alrededor de la II Guerra Mundial, sobre todo tras el éxito del Proyecto Manhattan y del programa asociado de investigación en física nuclear que involucró a científicos destacados de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido. Se potenció aún más en el contexto de la Guerra Fría, y desde entonces el desarrollo científico-tecnológico (al menos el núcleo de los grandes programas estatales de I+D) ha ido estrechamente ligado a las estructuras de poder político y económico, condicionado por sus necesidades (el complejo militar-industrial).206
Un horizonte geopolítico de conflicto verosímil entre grandes potencias con armamento sofisticado, prolongado durante décadas, aseguró un flujo constante de recursos abundantes invertidos en campos como la física nuclear, la industria aeroespacial, la informática, las comunicaciones y otros que experimentaron avances considerables en un contexto de escasa resistencia social ante el objetivo de mantener la superioridad militar y sus ventajas.
Esta dinámica tuvo muchos aspectos ambivalentes y vectores de ineficiencia, burocracia o parasitismo institucional. Incluso en los países con mejores mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, una proporción importante de recursos decisivos para mejorar infraestructuras comunes y el bienestar de la población se destinaban sin apenas debate público ni consenso a un extenso conglomerado de empresas vinculadas con la industria militar y de defensa. Una élite de empresarios industriales bien entrenados en asegurar su influencia sobre administraciones de distinto signo mantuvo durante décadas el privilegio de seguir enriqueciéndose, gracias en parte a tácticas eficaces de cabildeo y a la deriva de recursos para apoyar a determinados candidatos, medios o partidos en las campañas electorales, a cambio de asegurar la continuación de jugosos contratos con las administraciones.207
En este contexto de incentivos generosos —el gasto total de Estados Unidos en seguridad nacional roza el billón de dólares al año— todos los actores buscan consolidar y mejorar sus beneficios. Los estados esperan ampliar su influencia y capacidad económica gracias al respaldo que prestan a la producción de conocimiento y a muchas de sus aplicaciones patentables. Pero muchos actores relevantes en investigación y gestión de grandes instalaciones científicas pueden hacer uso de recursos estatales y corporativos para impulsar agendas propias, con la expectativa de consolidar privilegios y tener acceso a los órganos de dirección mejor remunerados en grandes corporaciones del sector industrial que mejor conocen.208
Se constituye así una trama fluida de redes de influencia, cabildeo y puertas giratorias entre actores políticos, científicos y corporativos que redefine los fines, medios y esquemas de producción de conocimiento teórico y aplicado, con un alto precio en despilfarro, fraude y abuso. Un riesgo que se agrava en el presente por la tendencia al alza del gasto militar mundial en un contexto de creciente inestabilidad geopolítica tras la invasión rusa de Ucrania, y que contribuye a redefinir tanto las relaciones entre sociedad, ejército e industria como el papel del conocimiento y la tecnología para articular nuevas oportunidades de colaboración público-privada sin escrutinio democrático.209
Se pueden aducir decenas de ejemplos para ilustrar por qué la relación entre ciencia y poder no es unidireccional. El conocimiento que constituye la base para muchas innovaciones de gran utilidad comienza a menudo en la carrera investigadora de largo recorrido que facilitan las universidades y centros estatales de investigación, cuyos objetivos se ven menos condicionados por las prioridades de grandes inversores, fundaciones o filántropos. Cuando aparecen resultados de interés potencial, existen pasarelas que conectan el contexto universitario o la investigación básica con nodos de empresas (spin-offs, start-ups, etc.) más o menos consolidadas en cierto sector de actividad industrial, hasta que los derechos sobre la invención y su explotación exclusiva son adquiridos o compartidos por corporaciones con más experiencia y volumen en el mercado de productos o servicios especializados.
OpenAI —la entidad detrás del desarrollo del popular modelo de inteligencia artificial ChatGPT, el cual entre noviembre de 2022 y abril de 2023 pasó a tener alrededor de 100 millones de usuarios activos semanales— comenzó como una iniciativa bajo modelo abierto y con finalidad similar a la de otras fundaciones filantrópicas. La irrupción de Microsoft como financiador principal con capacidad de control en las decisiones clave la convirtió en un actor relevante con ánimo de lucro. Sus enormes necesidades de financiación externa sin claras expectativas de retorno en el corto plazo y bajo la presión de fuertes competidores muestran cómo el capital y las prioridades de nuevos actores corporativos pueden corromper los ideales iniciales.210
La simbiosis entre ciencia, tecnología e intereses de las élites en el poder no disminuyó una vez concluido el periodo de Guerra Fría. Se reconfiguró en un mundo globalizado, donde la economía del conocimiento adquiere protagonismo como factor de influencia, división internacional del trabajo y competitividad. Desde finales del siglo XX, países y bloques económicos compiten por liderar sectores científicos estratégicos (desde la biotecnología hasta la inteligencia artificial), sobre la premisa de que la primacía tecnológica se traduce en ventajas económicas y militares, en parte ligadas a la imposición de estándares y derechos de patente que lastran el desarrollo de eventuales competidores.
La mayor parte de la investigación puntera sigue siendo costeada por instituciones estatales a través de programas propios o mediante su participación en consorcios internacionales, en función de prioridades nacionales (salud pública, seguridad, energía, defensa, comunicaciones, etc.). Pero en el siglo XXI el sector privado –especialmente las grandes corporaciones multinacionales– ha adquirido un peso determinante para definir la agenda científico-tecnológica. La ventaja y eficiencia demostrada de ciertas empresas en campos como la informática, la inteligencia artificial, las telecomunicaciones, el desarrollo de vacunas o la genómica les ha convertido en gigantes de la I+D, superando a muchos gobiernos en los recursos que destinan a financiar la investigación aplicada y atraer talento.
Esta interdependencia sin precedentes resulta problemática en muchos aspectos. Los Estados dependen cada vez más para sus fines de la innovación producida en sectores corporativos, mientras que las empresas dependen de un entorno político y regulatorio favorable a sus intereses, que les facilite el acceso a los mercados —a menudo en condiciones de cuasi monopolio— y proteja sus derechos de propiedad intelectual para disuadir a competidores.211
La vida cotidiana de millones de ciudadanos en los países más desarrollados depende de manera extraordinaria de servicios, infraestructuras y actores cuya base tecnológica resulta progresivamente más compleja de controlar. Cualquier proceso de toma de decisiones públicas (desde la gestión del tránsito hasta la seguridad alimentaria y el uso de energía) descansa sobre infraestructuras tecnocientíficas en gran medida controladas por actores privados, sobre cuyos intereses la ciudadanía y sus representantes tienen un margen bastante limitado de escrutinio e influencia.212
No debe extrañar que en esta carrera los actores corporativos hayan ido perdiendo escrúpulos y decidan aparecer como patrocinadores de ciertos candidatos en sus campañas electorales, incluso afrontando el riesgo de daño reputacional derivado de involucrar la imagen de toda la estructura corporativa en un esquema ideológico partisano. Lo inquietante es que a menudo estas empresas están detrás de plataformas y servicios cuya base de usuarios les permite intervenir con ventaja en estrategias de ingeniería social y desinformación, por lo que la significación partidista permite deducir la disposición a emplear todos los medios a su alcance —la instrumentalización de la plataforma X tras su adquisición por Elon Musk para amplificar mensajes afines al sector trumpista republicano aporta un ejemplo de manual—.213
La competición acelerada en el desarrollo de la inteligencia artificial y sus aplicaciones permite ilustrar el conglomerado de intereses científicos, empresariales y estatales en un campo de producción de conocimiento con valor estratégico. Los avances en aprendizaje automático provienen de algunos laboratorios corporativos como Google DeepMind, OpenAI y Anthropic, que siguen siendo actores fundamentales, en estrecha competencia con recién llegados como DeepSeek, un laboratorio chino que ha ganado reconocimiento por su modelo DeepSeek Coder y su serie de LLMs de código abierto. Cohere, liderado por ex-investigadores de Google, ha consolidado cierta posición en IA para aplicaciones empresariales, mientras que Aleph Alpha en Europa y xAI (Grok, de Elon Musk) han diversificado el ecosistema global. Pero son relativamente pocas las empresas que aportan infraestructura clave como las GPU de NVIDIA y actúan como hiperescaladores (AWS, Microsoft Azure y Google Cloud Platform, que ofrecen IA como servicio).214
En esta carrera se ha pasado de la escala de parámetros a ventajas asociadas con eficiencia computacional, razonamiento matemático y capacidades multimodales. Las colaboraciones academia-industria se han traducido en productos novedosos como los servicios y desarrollos de Stability AI con universidades para modelos de difusión, y el creciente ecosistema open-source liderado por Mistral AI y Meta (con LLaMA), el cual en ciertos aspectos ha contribuido a democratizar el acceso a modelos avanzados.215
El corolario inquietante en esta evolución de la colaboración público-privada en IA y sus aplicaciones es que algunos gigantes tecnológicos como Google, Amazon o Tencent comienzan a figurar como actores geopolíticos con más recursos y capacidad efectiva que muchos estados. Es improbable que un orden internacional cuyas reglas son impuestas por un reducido grupo de Big Tech resulte compatible con principios democráticos básicos y actúe al servicio del interés general o con objetivos de progreso social equitativo. Por no mencionar el grosero esquema de intereses en conflicto si actúan impunemente como financiadores de quienes, en caso de ganar, tendrán la potestad de nombrar a los responsables de las instituciones con capacidad reguladora y sancionadora en el sector.216
La empresa SpaceX, con su constelación de satélites Starlink, brindó conectividad crucial durante la guerra en Ucrania en 2022 tras el desmantelamiento de la infraestructura energética y de comunicaciones que provocaron los bombardeos y ataques rusos. Pero el alineamiento de su CEO, Elon Musk, con los intereses del presidente Donald Trump y sus extravagancias, da una idea del riesgo extremo al que cualquier país dependiente de los servicios de tales compañías se expone: el corte del acceso a las comunicaciones con el soporte de Starlink se barajó como elemento coercitivo para imponer a Ucrania condiciones injustas de cesión de territorios a Rusia y de acceso a las tierras raras para empresas estadounidenses.217
Entre el Renacimiento y la tercera década del siglo XXI la relación entre ciencia, tecnología y poder ha experimentado una compleja transformación. Las relaciones de dependencia e influencia son ahora bidireccionales, con una proporción sin precedentes de proyectos y programas de investigación que no responden necesariamente a los intereses y prioridades nacionales para obtener financiación estatal. Pero la emergencia de grandes empresas tecnológicas, las Big Tech, continúa siendo objeto de análisis críticos en la literatura especializada, con una tendencia clara a conceptualizarlas como agentes singulares al servicio del capital.218
Surgidas en torno a un núcleo de innovaciones genuinas con capacidad para construir nichos de mercado en torno a servicios que millones de usuarios encuentran útiles, con el tiempo se orientan a la defensa de sus intereses corporativos y dedican cada vez más recursos al cabildeo y la cooptación del regulador, para reducir su riesgo social y competir con ventaja. Esta dinámica se ha podido constatar en las sesiones donde los accionistas de Amazon, Apple, Google, Meta y Microsoft pudieron expresar su preocupación por tecnologías como la IA y la computación en la nube, si bien con capacidad muy limitada para modificar de manera sustantiva el comportamiento o los criterios de gobernanza en la empresa entre 2015 y 2024. El déficit de democracia interna se ha visto agravado por la colusión con actores políticos dispuestos a instrumentalizar a las grandes corporaciones para promover ideología grupal y agendas partisanas que incluyen aspectos capaces de socavar la democracia y tan inquietantes como el hostigamiento a profesionales y estudiantes extranjeros, la supresión de garantías constitucionales sobre libertad de expresión y manifestación y acuerdos explícitos para suprimir los programas corporativos de igualdad e inclusión.219
17. Producción y difusión ética del conocimiento
La sobreabundancia informativa contribuye a difuminar los límites entre conocimiento verificado, opiniones personales y desinformación. Además de las redes sociales, diversas plataformas ponen en manos de millones de usuarios la posibilidad de actuar como emisores de bulos y fuente de opiniones absurdas, indistinguibles de la basura que suministran actores maliciosos para ganar audiencia y sacar partido del gigantesco bazar en el que se ha convertido internet. Incluso las compañías que deberían ser las primeras interesadas en facilitar una navegación segura y controlan los principales buscadores son también las que más se lucran con los ingresos a través de la publicidad con la que inundan cualquier objeto o contenido digital.220
Es comprensible la reticencia de las comunidades de programadores y usuarios de software libre a confiar en compañías que controlan o imponen sus productos desde una posición de poder. La ventaja y cuasi monopolio de facto en ciertos segmentos de aplicaciones les permite imponer condiciones de servicio abusivas —la existencia de puertas trasera, p. ej.—que los usuarios del ecosistema deben aceptar.221
La extensión de prácticas cuestionables en el desarrollo de software conlleva graves riesgos para la seguridad y la privacidad de millones de usuarios, lo que explica en parte el incremento de delitos cibernéticos y el daño ocasionado a particulares y empresas. La cuestión clave en este problema de alcance mundial es cómo ciertas empresas que deberían proporcionar productos y herramientas seguras fallan con tanta frecuencia en identificar las aplicaciones o sitios dañinos y actuar de manera preventiva, diseñando mejores herramientas para acceder a la web con seguridad y proteger al usuario de malware y de la plaga de anuncios no deseados o basura digital.222
El alcance mundial del fenómeno, los déficits de alfabetización digital y las diversas culturas de privacidad o seguridad entre países —sin instancias reguladoras eficaces— suponen un lucrativo mercado para mafias y grupos especializados en cibercrimen. El trasfondo del problema involucra un conflicto de intereses imposible de resolver: las mismas instancias que se lucran con el tráfico, el número de clics y el tiempo de permanencia de millones de usuarios en sus plataformas difícilmente serán actores creíbles en la moderación o filtrado de contenidos y herramientas que, de ser realmente eficaces, afectarían al núcleo de su negocio. Menos aún si dedican cantidades ingentes de recursos a cabildeo y presión institucional para desregular el sector donde compiten con ventaja.223
La producción de conocimiento científico responde en parte a una dinámica similar. Se trata de una empresa cooperativa de alcance mundial, donde los intereses respectivos de miles de actores pueden colisionar y gestionarse de manera indebida en múltiples pasos de cada fase del proceso de generación de conocimiento y de entrenamiento o inserción profesional para quien tenga interés en dedicarse a la investigación. Los filtros para tener acceso a fuentes de financiación públicas o privadas pueden consolidar canales de influencia indebida y privilegios en el apoyo obtenido para hacer uso de infraestructura científica costosa.224
Los procesos de revisión experta del contenido que saldrá publicado en determinadas revistas de referencia en un campo disciplinar pueden ser meramente protocolarios o formales, atendiendo solo a indicadores cuantitativos (producción, posición en índices y métricas de impacto) o nexos institucionales, en lugar de a la calidad y originalidad del contenido. Esta dinámica puede consolidar redes de influencia incluso mediante coerción, como los cárteles de citas; los esquemas de autoría fantasma, por regalo o por invitación, pero sin contribución sustancial; e incentivar conductas para manipular los índices de autores altamente citados y alterar la reputación de ciertas instituciones que en la práctica no contribuyen de manera sustantiva a mejorar la calidad de los resultados ni a financiar o promover investigación original y de calidad.225
Las editoriales o consorcios de publicaciones científicas pueden convertirse en plataformas con una posición de dominio en el sector, imponiendo costes abusivos tanto al colectivo de investigadores para publicar cada uno de sus trabajos como a las instituciones donde estudiantes y profesorado deben tener acceso a los contenidos publicados para su uso en la docencia o en las revisiones de literatura. Muchas de ellas funcionan con márgenes de beneficio superiores incluso a los de la industria farmacéutica, con la diferencia de que no contribuyen de manera directa a financiar el producto, dado que autores e investigadores realizan la parte crucial, revisión incluida.
En muchos casos, hasta la maquetación queda en manos de los autores, como parte del proceso de entrega del manuscrito con software específico. Y los criterios de difusión, embargos y política comercial pueden llevar a situaciones donde los autores tienen que pagar por acceder a sus propios artículos y hasta las mayores instituciones científicas tienen dificultades para costear el acceso a las revistas y publicaciones que alimentan con miles de artículos cada año. 226
George Monbiot planteaba el problema con meridiana claridad en un artículo publicado en The Guardian el 30 de agosto de 2011, encabezado por la pregunta: ¿Cómo adquirieron los editores académicos estos poderes feudales?
Quizá te moleste la política de pago de Murdoch, que cobra 1 libra por 24 horas de acceso al Times y al Sunday Times. Pero al menos durante ese periodo puedes leer y descargar todos los artículos que quieras. Leer un solo artículo publicado en una revista de Elsevier te costará 31,50 dólares. Springer cobra 34,95 euros, Wiley-Blackwell, 42 dólares. Si lees diez, pagas diez veces. Y las revistas conservan los derechos de autor perpetuos. ¿Quieres leer una carta impresa en 1981? Te costará 31,50 dólares.
[…] Por supuesto, se podría ir a la biblioteca (si aún existe). Pero también se han visto afectadas por las tarifas exorbitantes. El costo promedio de una suscripción anual a una revista de química es de $3,792. Algunas revistas cuestan $10,000 al año o más para mantenerlas en inventario. La más cara que he visto, Biochimica et Biophysica Acta de Elsevier, cuesta $20,930 . Aunque las bibliotecas académicas han estado recortando frenéticamente las suscripciones para llegar a fin de mes, las revistas ahora consumen el 65% de sus presupuestos, lo que significa que han tenido que reducir la cantidad de libros que compran. Las tarifas de las revistas representan un componente significativo de los costos de las universidades, que se están trasladando a sus estudiantes. (trad. autom.)227
En términos de impacto social, transparencia y contribución a mejorar los procesos de alfabetización colectiva y de toma de decisiones informadas importa el coste de acceso al contenido de las publicaciones —directamente relacionado con el hecho de que Elsevier, Springer y Wiley han ido comprando a muchos de sus competidores y acaparan desde hace casi dos décadas más del 40 % del volumen de artículos publicados en revistas científicas—. También las plataformas donde se registran los ensayos clínicos o se depositan los datos asociados desempeñan un papel clave. En conjunto, facilitan revisiones y reproducción de resultados, y deberían garantizar en el largo plazo versiones de libre acceso al contenido financiado con fondos públicos, sin depender de las políticas comerciales y ciclos cortos de rentabilidad comercial habituales en la industria editorial.228
La manera en que el conocimiento se genera, valida, registra y difunde en el corto y largo plazo requiere un abordaje crítico y detallado por su complejidad, por sus implicaciones y por la cantidad de actores y destinatarios con múltiples intereses que median en el proceso. El interés por los aspectos éticos en la producción del conocimiento comienza mucho antes de la aparición de Internet, si bien la proliferación de servicios y plataformas en el siglo XXI ha intensificado su relevancia.
Quienes se inician en la carrera investigadora tienen múltiples oportunidades para comprender hasta qué punto la responsabilidad ética comienza aplicando criterios básicos de honestidad en el planteamiento y diseño de la investigación —que excluyen prácticas como el plagio, la manipulación de resultados o el sesgo deliberado en función de intereses particulares no declarados— y va ligada a una actitud consistente de compromiso con la transparencia, la inclusión y la equidad en el acceso a las fuentes de financiación, medios y plataformas de difusión.
El componente de base consiste en conocer de primera mano y en el grado esperable la materia, aspecto o problema específico del que cualquier investigador se considera autor(a) con responsabilidad sustancial en el contenido de una publicación. La autoría se define por la contribución sustancial al concepto o diseño de una obra, recopilación, análisis o interpretación de datos; por la intervención directa en la redacción o revisión sustancial del contenido de la obra, o en la aprobación para su publicación del manuscrito final; y por la aceptación explícita de responsabilidad de todos los aspectos del trabajo, si es el caso, o detallando la coautoría cuando intervienen más autores como responsables de partes específicas del trabajo.229
Los proyectos de investigación consolidados son el resultado del trabajo y dedicación continuada de muchas personas. Pero no todas intervienen en la preparación o revisión de manuscritos ni en la obtención de los datos de partida. Pueden merecer reconocimiento y ser mencionados en un apartado de agradecimientos, como suele hacerse con las instancias que aportan financiación o infraestructura de trabajo; pero no deberían figurar como autores si no son responsables directos de parte del contenido. Estas pautas figuran de manera expresa en las instrucciones para autores de revistas como Nature.230
A través de la manipulación de la autoría y alterando el orden de aparición —lo que indica grados de responsabilidad diferenciada en el trabajo— se materializan dinámicas de poder en la producción del conocimiento que pueden comprometer la credibilidad de los resultados y evocar falta de objetividad o disposición a manipular y distorsionar aspectos clave en la elaboración o difusión de trabajos científicos. Un esquema de presión para colocar con ventaja a autores que apenas han contribuido al trabajo difícilmente será compatible con exigencias estrictas de objetividad y compromiso con la libertad de investigación, en especial sobre cuestiones controvertidas que cuestionan la ideología o corriente dominante, y decisivas en campos de la biomedicina, la psicología, la filosofía y las ciencias sociales.231
Durante el largo periodo en el que el libro y las revistas en papel han sido el soporte para la difusión del conocimiento científico, los altos costes de la edición impresa servían de filtro para excluir puntos de vista, conocimiento local y resultados de investigación rigurosos en países e instituciones con pocos recursos, privando a la comunidad científica de mayor riqueza y diversidad en aspectos clave de muchos campos de investigación.232
En el contexto de Internet y las redes digitales, han proliferado las plataformas de difusión científica con ánimo de lucro que emulan procesos de revisión por pares y se publicitan como canales óptimos para publicar con mayor rapidez, menor coste y las mismas garantías que las revistas de referencia en diversos campos del conocimiento, cuando en realidad buscan los ingresos por procesar/maquetar cada artículo que aportan directamente autores o los proyectos e instancias que les financian, sin facilitar una revisión experta rigurosa. La presión por publicar para consolidar cuanto antes méritos curriculares y la dificultad para hacerlo con rapidez —los tiempos de aceptación, revisión, corrección y publicación desde que se recibe un original pueden durar entre 3 meses y más de un año, según la revista elegida— inclinan a muchos a ponerse en manos de servicios o plataformas denominadas “revistas depredadoras” (pseudo-journals).233
Es relativamente frecuente que muchas revistas proporcionen detalles falsos sobre su inclusión en el Directory of Open Access Journals (DOAJ) —una base de datos que indexa revistas científicas y académicas de acceso abierto—, con el objetivo de atraer a investigadores incautos para incrementar la visibilidad y facilitar el acceso a publicaciones científicas sin restricciones de pago. 234
En realidad, no todas las revistas que declaran ajustarse al modelo Open Access cumplen el requisito de ser gratuitas para los lectores, no garantizan una revisión por pares rigurosa o con estándares exigentes de calidad editorial y su modelo de negocio no se basa estrictamente en donaciones y membresías institucionales.235
Las propias editoriales interpretan de manera sesgada el modelo y contribuyen a la confusión o desinformación, hasta el punto de hacer pasar por Open Access fórmulas y esquemas de difusión que contradicen los criterios fundamentales.236
En particular, la interpretación que hacen las grandes editoriales de publicaciones científicas resulta controvertida porque pretenden hacerla compatible con estrategias o criterios que obstaculizan el objetivo básico de democratizar el acceso al conocimiento:
- En lugar de eliminar barreras económicas, han trasladado los costos a los autores mediante Article Processing Charges (APCs), lo que excluye a investigadores sin fuentes sólidas de financiación (y a quienes por diversas razones renuncian a involucrarse en esquemas de colaboración público-privada).
- Aunque se declaran a favor de promover el acceso abierto, mantienen posiciones de ventaja en el mercado (oligopolio, y en ciertos campos cuasi monopolio) que restringen la diversidad editorial y disuaden a eventuales competidores.
- Algunas revistas OA imponen licencias restrictivas que impiden o limitan la reutilización del contenido, en clara contradicción con el principio de libre acceso en modalidad oro (revistas), verde (repositorios) o diamante (monografías, colecciones y artículos de revistas publicados/distribuidos/preservados sin cargos para el lector o el autor).
- Es bien conocido que las grandes plataformas de publicaciones científicas participan en estrategias de cabildeo para influir en los intentos de regular las exigencias de acceso abierto y favorecer o imponer a las universidades modelos comerciales onerosos en lugar de opciones más inclusivas.
- Sus políticas editoriales generan desigualdad y exclusión de los cauces de publicación: investigadores e instituciones de países con menos recursos se enfrentan a obstáculos crecientes para asumir los costes de publicación; se imponen costes desorbitados por paquetes de suscripción a las universidades, bibliotecas y centros de investigación, que incluyen el acceso a contenido OA; y son frecuentes las licencias que restringen el uso de sus contenidos en contexto educativo y de divulgación.237
El fenómeno de las revistas o editoriales depredadoras se consolida y tolera de manera desigual por países, con una diferencia clara entre países asiáticos, europeos y americanos. Aunque algunos autores subestimen su impacto global, no cabe menospreciar su efecto general en la pérdida de credibilidad de los procesos de revisión experta y en la difusión de malas prácticas entre instituciones y grupos que incorporan a quienes intencionadamente han consolidado gran parte de sus méritos por estos cauces.238
Muchas universidades y centros de investigación han desarrollado herramientas propias para identificar a este tipo de actores maliciosos y sus prácticas. Sin embargo, en España y otros países se han conocido casos recientes de mala praxis que involucran a los máximos responsables institucionales, pese a la mercadotecnia institucional sobre comités de ética y la proliferación de guías de buenas prácticas en investigación.239
18. Conflicto de intereses
Los conflictos de intereses en las distintas fases del proceso de publicación científica comprometen la reputación e integridad profesional del personal académico e investigador y minan la credibilidad de las instituciones a las que pertenecen. Su ocultación puede suponer la retractación de los artículos publicados en revistas científicas, si tras cierto escrutinio se comprueba la existencia de intencionalidad. Dada la naturaleza transfronteriza de la cooperación científica, las consecuencias pueden tener un alcance mundial.
Alusiones a la integridad, objetividad, honestidad y responsabilidad son comunes en las guías de buenas prácticas para autores que recogen las revistas científicas, aunque dejan muchas zonas grises y en ocasiones se aplican de manera más estricta a autores al inicio de su carrera que a figuras consagradas o con influencia en comités de revisión. Raramente los códigos de ética de las instituciones donde se realiza investigación científica abordan de manera directa los factores que contribuyen a consolidar entre su personal y grupos de investigación culturas de trabajo fuertemente competitivas y marcos de precariedad laboral que incrementan el riesgo de malas prácticas.240
Intereses personales, financieros o institucionales de autores, revistas, revisores o patrocinadores pueden influir en la objetividad y calidad de la investigación publicada. En cualquier campo, y de manera especial en aquellos donde nuevos resultados puedan ayudar a mejorar tratamientos de los que depende la vida de personas enfermas, los conflictos de interés no declarados pueden afectar negativamente a la calidad e interpretación del alcance del conocimiento científico en múltiples asuntos de interés público. Por esta razón es importante que autores e instituciones evalúen la integridad y credibilidad de las revistas a las que deciden enviar sus manuscritos, en particular los costes reales de publicación, patrocinadores institucionales o corporativos y el modelo de negocio subyacente.241
Los conflictos de intereses pueden sesgar aspectos clave del diseño de una investigación, distorsionar la imparcialidad en la revisión de literatura y traducirse en opciones metodológicas subóptimas y falta de equilibrio en la interpretación de los resultados. Autores y responsables de proyectos experimentan la presión por obtener resultados favorables y la necesidad de consolidar fuentes de financiación, lo que explica que en algunos casos se termine aceptando la interferencia de patrocinadores o integrantes de la industria en los estudios. El proceso de influencia indebida comienza a menudo mucho antes, en el formato frecuente de congresos, seminarios o conferencias patrocinadas por empresas o asociaciones que representan a sectores industriales.242
Incluso cuando se depende de agencias con larga trayectoria en la aportación de fondos para investigación, sus condiciones y canales de acceso pueden repercutir en los resultados de la investigación, dado que las expectativas y directrices de las agencias orientan de manera explícita sobre los criterios y umbrales para pasar el filtro inicial, las prioridades del programa de investigación y ciertos requisitos a los que pueden supeditarse aspectos relevantes de la investigación y concretarse en resultados incompletos o sesgados.243
Las argucias para pasar los filtros o revisiones y ajustarse a ciertos objetivos de producción científica que garantizan financiación se asocian frecuentemente con un mayor riesgo de incurrir en malas prácticas en investigación. Estas incluyen la fabricación o manipulación de datos, el trato indebido a quienes participan como sujetos de una investigación (en mayor grado si hay remuneración asociada), la falsificación de imágenes u otros elementos relevantes para los resultados, así como el plagio o la apropiación del trabajo de terceros.244
Consolidar un esquema de financiación ética de la investigación obliga a priorizar proyectos con un impacto potencial positivo y verosímil en la sociedad, al margen de que las entidades que aporten los fondos para investigación sean agencias gubernamentales, fundaciones privadas o socios de la industria. El criterio de alinearse con el bien público supone que los recursos y programas de investigación deben enfocarse en abordar desafíos sociales apremiantes, promover el conocimiento que contribuye a mejorar las condiciones de vida de los seres humanos y resulta compatible con principios éticos como la sostenibilidad ambiental y la justicia social.
La utilidad social de los sistemas o redes de actores implicados en la investigación científica justifica la asignación de recursos que suponen un porcentaje variable pero importante del PIB de los países más desarrollados (entre el 0,6 y ligeramente por encima del 5% del PIB de los países de la OCDE, con un promedio del 2,7%). En 2023, el gasto de la UE en investigación y desarrollo en relación con el PIB se situó en el 2,22% (frente al 2,08% de 2013). Esta cifra supone un gasto de 381.000 millones de euros en investigación y desarrollo, de los cuales más de la mitad (1,47%) corresponden al sector empresarial.245
Es comprensible que la mayor parte del gasto en I+D se destine a proyectos de conocimiento aplicado, de los que depende la respuesta en el corto plazo a necesidades sociales constatadas. No obstante, los beneficios de la investigación científica se materializan en el medio y largo plazo, por lo que es importante asignar una proporción significativa de los fondos a la exploración de ideas e hipótesis de trabajo innovadoras, que pueden ser la base para aplicaciones futuras de gran utilidad pero que no resultan obvias sobre la base del conocimiento consolidado. Este objetivo en ocasiones puede colisionar con la exigencia de financiar, por norma, conocimiento ligado a resultados contrastados, validable y reproducible con las herramientas, procedimientos y metodologías existentes, y con el margen de precisión que permiten sistemas estandarizados de verificación.246
La interferencia ideológica explícita en la gestión de la investigación, desde la esfera ejecutiva del poder político o desde otras instancias bajo su control, debilitan todo el sistema de producción de conocimiento. La mera sospecha de falta de neutralidad y criterio experto independiente en la revisión de proyectos y solicitudes de financiación supone un descrédito para todo el entramado institucional involucrado en la investigación básica y aplicada. Genera un ambiente de temor, censura institucional y autocensura entre la comunidad investigadora, como ha podido constatarse en EE. UU. con la llegada de D. Trump a la presidencia.247
La injerencia de actores ajenos a la comunidad científica repercute negativamente en la credibilidad, objetividad y calidad del conocimiento, teórico o aplicado. Sin embargo, las políticas de I+D deben tener en cuenta las posibles implicaciones de la investigación que promueven, por lo que además de los aspectos científico-técnicos de un proyecto cuentan sus posibles beneficios y riesgos sociales —identificados o evaluados por personal técnicamente cualificado—.248
Cuando se trata de proyectos controvertidos, donde el balance entre medios y fines suscita dudas justificadas, cabe la opción de explorar ciertos objetivos e hipótesis en entornos muy controlados, que garanticen la competencia científico-técnica del personal investigador involucrado y una supervisión efectiva de los aspectos ético-legales asociados. En ningún caso esta debería ser la vía para normalizar proyectos cuyos objetivos y metodologías resultan técnica y científicamente dudosos y se asocian con alto riesgo para las personas o el entorno natural.249
La existencia de códigos de buenas prácticas no implica necesariamente que las instituciones dispongan de mecanismos con capacidad disuasoria para minimizar el riesgo de mala praxis, como ilustra la frecuencia con la que personas e instituciones aceptan obsequios de empresas con intereses en la investigación —por lo general, a través de programas de colaboración público-privada que involucran a cátedras o fundaciones con amplio margen de discrecionalidad—. El riesgo de desacreditar la actividad de personas, grupos de investigación consolidados y de instituciones académicas es proporcional a la flexibilidad para involucrar a socios financieros cuyos intereses o esquemas de trabajo responden habitualmente a un modelo lucrativo, sin relación clara con las necesidades sociales y del estudiantado o del personal investigador.250
La importancia creciente del formato promocional como encuadre de casi todos los actos relevantes en contexto académico e investigador, sea con participación de socios externos o promovidos desde las instancias internas de gestión, contribuye a expandir las zonas grises donde el conflicto de intereses puede materializarse. El encuadre promocional desnaturaliza los objetivos esencialmente epistémicos de muchas actividades universitarias.251
La instrumentalización de las plataformas y espacios educativos como dianas para la estrategia mercadotécnica —por ejemplo, suprimiendo clases con el pretexto de llevar el grupo de estudiantes a conferencias impartidas por investigadores destacados pero indistinguibles de la presentación de un libro, a menudo con ejemplares a la venta— no deja de ser una forma de manipulación e influencia indebida. Se incrementa en contextos que obligan a competir para atraer estudiantes y talento, factores que suelen depender bastante de los índices de natalidad en el entorno social y de los márgenes presupuestarios para, entre otros fines, disponer de instalaciones ajustadas a las necesidades y pagar salarios decentes al profesorado y personal investigador en cualquier etapa de su carrera.252
La transformación de las universidades y centros de investigación asociados en instancias administrativas guiadas por la lógica del mercado y la retórica del emprendimiento no responde primariamente a exigencias sociales o del mercado laboral. Las sociedades demandan personas críticas y ciudadanos reflexivos, no solo personal técnicamente capacitado para tareas más o menos exigentes. Un entorno académico centrado en formar a los estudiantes de todos los campos del conocimiento con las mejores herramientas disponibles destina el grueso de sus recursos a facilitar que estudiantes, profesorado y personal investigador desarrollen su actividad en las mejores condiciones posibles, sin los perjuicios que ocasionan la masificación, la falta de instalaciones y el uso de material o servicios obsoletos e inadecuados.253
La sobrecarga administrativa y burocrática que lastra cualquier procedimiento en el sistema de educación superior no surge de necesidades sobrevenidas para llevar a cabo la docencia o la investigación, sino de la precariedad con la que fondos manifiestamente insuficientes para cubrir las necesidades básicas deben repartirse con alguna apariencia de filtro y procedimiento competitivo. La precariedad de medios y la falta de respaldo institucional a la tarea que desarrollan las universidades y centros de investigación no es el resultado de una percepción social negativa sobre su labor, sino el efecto de esquemas de liderazgo y criterios de gestión en el ámbito autonómico y estatal refractarios al conocimiento experto y al valor social de la educación en todos sus niveles.254
Material complementario
Una bióloga denuncia la precariedad laboral de los científicos en España:
LaSexta (2024, 24 junio). Una bióloga denuncia la precariedad laboral de los científicos en España. El Intermedio [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=nFXC2QGz2aM
El informe Precarious Careers in Research. Analysis and Policy Options (2022), encargado por la Comisión Europea, analiza los factores de precariedad en el sector de la investigación en el territorio UE, basándose en encuestas, datos de bolsas de trabajo en línea y estudios existentes para evaluar las condiciones de empleo. Las contribuciones analizan las dimensiones temporal, económica, profesional, social y organizacional de los contratos de los investigadores. El estudio compara las condiciones laborales y salariales entre los países “ampliados” (menos intensivos en investigación) y los “no ampliados” (más intensivos en investigación), identificando que la falta de puestos fijos es un problema mayor en los países más intensivos en investigación, mientras que los salarios y la financiación son más problemáticos en los países ampliados. El informe también sugiere opciones políticas para abordar la precariedad, centrándose en mejorar la oferta de investigadores calificados, aumentar la demanda (tanto en el sector académico como en el privado) y mejorar las condiciones de trabajo, como los salarios y la protección contra la discriminación. A continuación se muestran algunos datos de interés:
1. Factores que incrementan el riesgo de precariedad en investigación (p. 22)
2. Incremento del número de doctores en función del PIB (p. 29)
3. Proporción de doctores según el gasto relativo en I+D (p. 33)
4. Facilidad para contratar investigadores jóvenes, percibida por empleadores (p. 44)
Janger, J., Charos, A., Reschenhofer, P., Strauss-Kollin, A., Unterlass, F., & Weingärtner, S. (2022). Precarious careers in research: Analysis and policy options. Austrian Institute of Economic Research. https://www.euraxess.ch/sites/default/files/news-2023-03/2022_precarious_careers_options.pdf
La recomendación de la UNESCO sobre Ciencia Abierta fue aprobada el 23 de noviembre de 2021. El texto establece un marco internacional para políticas y prácticas de ciencia abierta, considerando algunas diferencias por campos de conocimiento y regiones, con el objetivo de garantizar la libertad académica y reducir la brecha epistémica digital entre países.
La recomendación define la ciencia abierta como un constructo inclusivo que combina diversos movimientos para que los conocimientos científicos estén disponibles, sean accesibles y reutilizables por todos, incrementando la colaboración científica e involucrando a agentes sociales más allá de la comunidad científica tradicional.
Estas recomendaciones son de especial interés en un contexto donde múltiples actores con ánimo de lucro se apropian del conocimiento generado con fondos públicos y establecen muros de pago entre autores, investigadores, instituciones, estudiantes y demás destinatarios sociales, privando a universidades y centros de investigación de recursos imprescindibles para otras tareas esenciales.
Los pilares clave de la ciencia abierta incluyen:
Conocimiento científico abierto (publicaciones, datos, código fuente)
Infraestructuras de ciencia abierta (repositorios, plataformas)
Participación abierta de agentes sociales (ciencia ciudadana)
Diálogo con otros sistemas de conocimiento (indígenas, tradicionales)
El documento se estructura en cinco secciones principales:
Finalidad y objetivos de la recomendación
Definición de ciencia abierta
Valores fundamentales (calidad, beneficio colectivo, equidad, diversidad)
Ámbitos de acción (siete áreas estratégicas)
Seguimiento de la implementación
Los siete ámbitos de acción propuestos son:
Promover una definición común de ciencia abierta
Crear entornos normativos que la favorezcan
Invertir en infraestructuras y servicios
Invertir en recursos humanos y capacitación
Fomentar una cultura de ciencia abierta
Promover enfoques innovadores
Promover la cooperación internacional
La recomendación reconoce la diversidad de prácticas científicas y enfatiza principios como la transparencia, la igualdad de oportunidades, la responsabilidad y la colaboración, buscando transformar los sistemas de evaluación científica para que otorguen la importancia que merece a prácticas abiertas.
UNESCO. (2021). Recomendación de la UNESCO sobre la Ciencia Abierta. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. https://doi.org/10.54677/mnmh8546
Epílogo
Ampliar las oportunidades de acceso al sistema de educación superior y fortalecer la generación y difusión de conocimiento fiable adquiere especial importancia en un contexto donde la desinformación, el sectarismo y el rechazo de la evidencia se difunden con rapidez inusitada, a una escala que compromete aspectos clave de la cooperación social y con potencial suficiente para socavar las bases de la convivencia democrática.264
La instrumentalización directa o encubierta del sistema de educación superior y de las instituciones científicas deteriora el debate público, consolida ámbitos de irracionalidad en la cultura y distorsiona los procesos de toma de decisiones sobre infinidad de asuntos de interés público. En cuestiones de salud, seguridad ante fenómenos climáticos extremos y protección del medio natural importan aspectos como la equidad y celeridad con la que las medidas preventivas se adoptan, por lo general después de procesos de evaluación rigurosa de los riesgos y eventuales amenazas. A muchos efectos, el conocimiento riguroso es el aglutinante de lo que J. Rauch denomina sistema operativo de la comunidad basada en la realidad. Constitución política y conocimiento riguroso son componentes fundamentales en el liberalismo moderno, necesarios ambos para promover la paz, distribuir con equidad los recursos en función de las necesidades y garantizar márgenes razonables de libertad.
Conocimiento científico y constitución política operan como pactos sociales e instrumentos de acuerdo para seguir ciertas reglas, renunciando a ciertas pretensiones si otros hacen lo mismo. Ambos prohíben la coerción —es preciso negociar para establecer leyes o generar conocimiento— y distribuyen la toma de decisiones entre muchos actores que compiten y cooperan, utilizando sistemas de control y contrapesos que consolidan redes o mecanismos de rendición de cuentas.
Los dos instrumentos mencionados garantizan derechos individuales pero exigen estándares de conducta exigentes: funcionan combinando reglas formales con normas informales y virtudes políticas e intelectuales implícitas. Se materializan en instituciones y requieren ser entendidas y defendidas institucionalmente, puesto que son frágiles y pueden sucumbir ante el acoso y el menosprecio constante.265
El sistema o comunidad epistémica no consiste en un mercado de ideas: lograr que las decisiones de impacto social se inspiren en el mejor conocimiento disponible requiere un largo y costoso proceso de trabajo, indagación y descubrimiento, hasta identificar elementos cuya fiabilidad o verdad cuenta con el respaldo cualificado del colectivo experto relevante, en función del problema o campo disciplinar concernido.
Mientras el contenido de las ideologías y agendas políticas puede expandirse sin límites, condicionado tan solo por los intereses y la imaginación de los actores que las promueven, las proposiciones que integran el conocimiento validado pueden parecer casi infinitas y demasiado complejas, pero sirven de soporte a un puñado reducido de verdades, escasas y muy valiosas. Se almacenan en libros, ecuaciones, bibliotecas, bases de datos, herramientas analíticas, modelos, servidores y redes, desgajadas de las mentes que contribuyeron a establecerlas.
Su volumen y complejidad excede la capacidad de comprensión individual o la de grandes grupos, porque desde hace siglos son el resultado de la cooperación mundial, con un alcance amplificado por los medios y tecnologías que siguieron a la invención de la imprenta. La especialización, complejidad y duración del proceso de aprendizaje que habilita para participar activamente en la empresa científica como esfuerzo de cooperación internacional suponen una barrera para el ciudadano común, que no obstante se beneficia de las oportunidades de bienestar, salud y convivencia pacífica resultantes de organizar la dinámica social conforme al mejor conocimiento disponible.
El sistema de educación superior y los centros de investigación funcionan como filtros o embudos epistémicos: a través de decenas de miles de publicaciones anuales, miles de hipótesis compiten por pasar el filtro, pero solo una fracción se incorpora a la red, tras un exigente proceso de pruebas, exámenes, revisión experta, publicación, cita o replicación. Muchas menos adquieren un grado de relevancia suficiente para inducir la modificación de los manuales de aprendizaje y los protocolos de actuación profesional, otorgando prestigio y reconocimiento a sus autores e instituciones y ampliando el margen del conocimiento “generalmente aceptado” o “bien confirmado”. La expectativa de recompensa en este largo proceso sirve para alinear los intereses epistémicos, individuales y sociales, pues a quienes incumplen las reglas se les ignora. 266
Cuanto más se parece la sociedad a una comunidad epistémica, menos efecto tienen en su funcionamiento los nichos de mentalidad tribal y las conductas de malevolencia epistémica. El nuevo conocimiento induce cambios que requieren ajustes en ideas, creencias y convicciones compartidas. El proceso de validación y aceptación social puede ser arduo, pero con el tiempo las ideas resultantes de procesos de clarificación colectiva sustentados en la evidencia se abren paso —percolan e impregnan la cultura— si existe un marco político que garantice la libertad de expresión e instituciones que otorguen crédito a las opiniones informadas frente a la palabrería o la superstición.267
Conocimiento fiable y constitución política son la base del ecosistema social basado en reglas. En ningún esquema de responsabilidad política cabe defender los derechos y libertades al tiempo que se rechazan las fuentes de evidencia y conocimiento experto que permiten determinar cuándo se vulneran.
Agradecimientos
Agradezco a quienes se toman la molestia de subir al Campus de Cartuja para debatir y preguntar en clase el esfuerzo de cada día. De alguna forma consiguen que cada sesión merezca la pena, pese a las incomodidades del transporte, el mobiliario y el horario.
A mis compañeras, amigos y profesorado del Instituto de Bachillerato La Sagra, en Huéscar (Granada), con quienes tuve el privilegio de compartir dos años de aprendizaje y recuerdos inolvidables, agradezco su empeño por hacer amable y llevadero un periodo exigente de estudio. Algunas intuiciones desarrolladas en este trabajo comenzaron a echar raíces en las lecturas, materias y conversaciones de esa época. Pocas instituciones contribuyen tanto a la inclusión y la equidad social como los centros educativos ubicados en zonas rurales y el profesorado que trabaja en ellos.
A todo el personal dedicado a tareas administrativas, docentes o de mantenimiento y servicios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, con quienes en los últimos cuatro años he tenido más oportunidades de interacción como parte del equipo de gestión del centro, debo agradecer su profesionalidad y sentido de la responsabilidad. Cuesta imaginar la cantidad de procesos, tareas y procedimientos que requieren personal con años de experiencia y dedicación para que cada día transcurra con normalidad, considerando el estado de las instalaciones y los recursos disponibles.
Al personal investigador en formación y estudiantes de doctorado de la Universidad de Granada, y en especial al de los Departamentos de Filosofía I y II, es obligado agradecer su tesón, compromiso y motivación, que incluye colaboraciones cualificadas en la docencia y en la gestión o desarrollo de proyectos competitivos. La carrera investigadora en España es ante todo una carrera de obstáculos para superar la asfixia burocrática, la arbitrariedad y la incertidumbre en una secuencia interminable de cambios normativos sobrevenidos en el ámbito estatal, autonómico y local. En su mayoría, derivados de la infrafinanciación y la precariedad, en un sistema incapaz de evitar el hacinamiento en los lugares de trabajo asignados y de facilitar condiciones de trabajo dignas y apoyo institucional en las etapas decisivas. La mejora en los indicadores de producción científica de las universidades y centros de investigación en España sería inexplicable sin el sobreesfuerzo, talento extraordinario y dedicación de este colectivo.
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